jueves, diciembre 28, 2006

Mitomanía (IX): Tommy Lee Jones

Vaya por delante que no he visto ni la mitad de la filmografía de Tommy Lee Jones. Tendría que ser crítico de cine o una auténtica adicta. Ha participado en cerca de medio centenar de películas que van desde éxitos de taquilla hasta verdaderos bodrios (que también han sido éxitos de taquilla)

Con ese rostro plagado de cráteres y profundos pliegues tiene que estar bien cotizado su trabajo, que además suele ser impecable, o al menos, adecuado. Es difícil hacer una interpretación memorable cuando la película se llama “Volcano”.

Es un hombre de presencia física poderosa, y es que con esa cara tortuosa no hay más remedio. No pasa desapercibido.

Sin embargo, en antiguas fotos suyas, con una imagen más juvenil resultaba atractivo.

La popularidad le llega con su papel de implacable perseguidor de Richard Kimbale (en la piel de Harrison Ford) en “El fugitivo”, que le hace merecedor de un Oscar. Repetirá personaje, ya más anquilosado en una cosa a mayor gloria de Wesley Snipes y sus piruetas. Tiene también otro apreciado premio en sus manos, un “Emmy” por el papel del condenado a muerte Gary Gilmore en la mini serie “La canción del verdugo”. La obra tenía todos los números para triunfar, ya que se basaba en un libro de Norman Mailer que consiguió el Pulitzer. Ya sé que es un hecho conocido, Mailer siguiendo los pasos de Capote. (Gary Gilmore protagonizó un hecho insólito: condenado a muerte, exigió repetidamente ser ajusticiado)

Si “El fugitivo” le hace popular, “Men in Black” le lanza al estrellato, esta vez en compañía de Will Smith, una de las parodias de ciencia ficción más escacharrantes, a pesar de la verborrea y el recital de gestos de la antigua estrella televisiva. Jones está sencillamente sensacional en su papel de agente más allá del bien y del mal, ante todo eficaz.

Comparte cartel con el mismísimo Clint en una peli crepuscular de ancianos astronautas: “Space Cowboys” y va dejando aquí y allá interpretaciones sólidas en decenas de películas.

Mi favorita, sin embargo, es “Las cosas que nunca mueren”, con la estomagante Jessica Lange, como siempre excesiva y que obtuvo un Oscar por su papel de esposa infiel y dipsómana, y también en la película de Oliver Stone “El cielo y la tierra”. Ambas en la piel de un militar, como vuelve a interpretar en el film de William Friedkin “Las reglas del compromiso”, una especie de “Algunos hombres buenos” más descarnada, más crítica y con unas interpretaciones de alto nivel, con un Tommy Lee feo y convincente en comparación con el vacuo Tom Cruise.

Tommy Lee Jones es uno de los pocos actores que puede presumir de haberse graduado en literatura inglesa con calificación cum laudem en Harvard.

Se ha estrenado su primera película como director, “Los tres entierros de Melquíades Estrada”, una historia de frontera que todavía no he tenido la oportunidad de ver.

miércoles, diciembre 27, 2006

De limpieza

Estoy de vacaciones. Es decir, no voy al trabajo por cuenta ajena que mensualmente me ingresa una cantidad razonable. Dado que mi jornada se extiende de 8 de la mañana a 7 de la tarde (con dos horas de descanso que la empresa suele aprovechar para ponernos cursos y esas cosas de formación continua) estos días los aprovecho para hacer esas labores cotidianas que nunca tienes tiempo y menos ganas de hacer en fin de semana.

Así que después de pasar dos días arreglando armarios, desechando ropa y calzado de hace eones –he encontrado dos trajes de principios de los 80- y que evidentemente no me pongo por razones de peso (agg, que rabia, yo me podía meter en esas minúsculas minifaldas de cintura imposible), la he emprendido con la biblioteca.

Tiene tres partes diferenciadas: la de libros de consulta, en la que no puedo ejercer el imperio del trapo del polvo; la de historia, filosofía y política (idem) y la de literatura que es toda mía.

Llevo aproximadamente la mitad. He tirado ya dos repugnantes trapos del polvo, he gastado un bote de politus y, a pesar del frío, tengo las ventanas abiertas para no ahogarme con el polvo que queda en suspensión tras sacudir los libros para despojarles no ya de las motas polvorientas, sino de auténticas bolas borreguiles al más puro estilo cosmocueva de Fer.

La limpieza permite otras dos cosas: ordenar lo que es un caos y seleccionar libros imprescindibles de compras y regalos olvidables.

Cada cual tiene su sistema de clasificación de libros. El mío es tan válido o tan tonto como cualquiera. Suelo ordenar los libros por autores dentro de una clasificación más amplia que es la procedencia. Así los autores ingleses ocupan una buena parte de la estantería. Los cubículos, casi cuadrados perfectos, se reparten a Graham Green, Evelyn Waugh, Tom Sharpe, Ian McEwan, Martin Amis, Dan Rhodes, David Lodge.

A continuación vienen los americanos: Patricia Highsmith, Auster, Don Delillo, Michael Chabon, Palahniuk, John Irving, Kurt Vonneguth, Egolf, Franzen, John Fante y, claro, clásicos como Faulkner, Steinbeck o mi adorado Mark Twain.

También están los franceses (Houllebecq entre los más modernos y Vian entre los imprescindibles) o italianos como Calvino o Sciascia.
A continuación los de aquí y allá: Coetze, Lem, Böll, Ende, Lobo Antunes … Seguidos por los españoles e hispanoamericanos.

La ciencia ficción tiene su propio espacio que comparten desde Asimov a Clark, pasando por Bradbury.

Y luego están los libros especiales: La enciclopedia de las cosas que nunca existieron, El libro de las hadas o El Diccionario de Símbolos, entre otros.

Hay una hermosa colección de libros de aventura, con Dumas y Verne a la cabeza. Me he propuesto poner cada obra donde corresponde.

Pero conservaré unida la colección de Guillermo. La pondré junto a los británicos, pero en su propio espacio.

Me he dado cuenta que me faltan autores, Saroyan o Salinger –de quien solo tengo algunos relatos-, por ejemplo. Así que me propongo cubrir esa carencia.

Y mientras tanto, un par de docenas de libros han sido condenadas a dejar espacio libre. No siento remordimiento alguno.

miércoles, diciembre 20, 2006

Pasar a la historia

“La lista de los reyes godos era más amplia que la que miles de niños españoles aprendieron de memoria en la escuela. Iudila, Sindila, Suniefredo y Ardo, no figuraron nunca en la letanía que recitaron de carrerilla durante generaciones”, asegura hoy El País.

Sea usted rey godo para que al cabo de 1500 años se olviden de uno. No ya que glosen su reinado, siquiera que aparezca en una lista que servía básicamente para ejercitar la capacidad de memorización de los niños.

Iudila, Sindila, Suniefredo y Ardo han caído en el olvido. Fueron caudillos revestidos de dignidad regia. Y aquí tenemos una pandilla de caudillitos zarpa a la greña empeñados en pasar a la historia. Que si hoy invado Irak, que si hoy bombardeo Gaza, que si mañana tiro de las orejas a los iraníes, que si el ayatollah de turno augura el uso de bombas atómicas … Todo por pasar a la historia.

Esfuércese como un cosaco (o un huno) en decir a todo que no, para que engrosar el pozo negro del olvido.

Hay dos posibilidades. Que pasen como lo hizo Calígula o Hitler o sencillamente les pase como a nuestros olvidados monarcas. Que te recuerden tocando la lira mientras se quema Roma, que pases a la historia como el mayor asesino de la historia o que seas un innovador como Hammurabi y promulgues la primera ley escrita … pero ser el primero en algo, hoy día es inaudito.

Para pasar a la historia es preferible descubrir las leyes de la física gravitacional, el mecanismo de la inmunización o inventar el vehículo mecánico con motor a explosión. Hoy incluso los niños de secundaria no es que ya no reciten la lista de los reyes godos, es que les preguntas por un godo y pueden responder que un videojuego o la última droga de diseño.

(Conversión de Recaredo en versión de Muñoz Degrain)

lunes, diciembre 18, 2006

Modernas tradiciones

Entre las nuevas tradiciones navideñas –es decir, que no son tanto tradiciones como costumbres recientemente adquiridas- destaca la comida (o cena) de empresa. Desde hace unos años a los BBC (bodas, banquetes y comuniones) hay que añadir esta variedad de negocio hostelero.

Por si fuera poco verse las caras, oirse y aguantarse durante un tercio o más del día, ahora nos parece de lo más natural irse de supuesta juerga juntos, bien aderezados de bebida.

La semana pasada tuve mi “cena de empresa”, más bien de departamento. Ya sé que la asistencia es voluntaria, pero si el departamento son poco más de una docena de personas, faltar es casi un insulto, a no ser que tengas una razón de peso. Se supone que esa cena es para estrechar lazos y tal y tal y el tío pascual. El alcohol es muy sufrido.

El caso es que salgo de casa y veo un hermoso control de alcoholemia de la Guardia Civil. Todavía achispada podría aguantar la cena, pero sobria va a ser un trago difícil (chiste tontísimo).

Mientras la peña se pone ciega de morapio –el resto vive cerca del restaurante o ha venido en taxi- servidora se dedica a la cerveza sin alcohol (asquerosa) y después al agua mineral.

Caen tres botellas de litro de Solans de Cabras. Cuando empiezo la tercera ellos están con el imprescindible chupito de algo de alta graduación.

Tras la cena, ea, a tomar una copa. Así que me despido en la confianza que la Guardia Civil me pare, me haga soplar y compruebe lo cumplidora que es una. Pues no, pasan de mí olímpicamente.

Al día siguiente tengo una comida de trabajo (detesto las comidas de trabajo) Llego al restaurante y la mitad del comedor está ocupado por … una comida de empresa. El grupo es de unas 40 personas. Al principio la cosa es soportable, pero según veo retirar botellas vacías de vino, el volumen sonoro aumenta hasta límites insoportables. Hablan cada vez más alto y las risotadas etílicas evitan cualquier diálogo. Así que decidimos tomar el café en otro sitio menos bullanguero.

martes, diciembre 12, 2006

Ya están aquí los perfumes

Como los coleccionables tardoagosteños, ya están aquí, en todo su esplendor y glamour, los perfumes. El perfume –en gloria esté Grenouille- es eso que se regala cuando a uno no le apetece pensar o se le ha pasado comprar con tiempo.

Los anuncios perfumeros son una especie de calendario: campaña de navidad-reyes, sanvalentín, díadelamadre …

El perfume es una especie de salvavidas que viene a decir algo así como “¿ves, pesada, que no me olvidé?

De entre los regalos gilipollas pongo en el top al perfume.

El perfume es algo tan personal como unos zapatos, es decir, uno tiene que probárselo. Hay aromas que a unos encantan y a otros repugnan. Por regla general, detesto los perfumes y especialmente los femeninos.

No piso una perfumería sin prescripción médica y si atravieso la sección en el inevitable cortinglés, ahí me ven tapándome la nariz y acelerando el paso, al tiempo que con malos modales rechazo la prueba que una señorita se empeña en pulverizarme. Que hay que ver la perra que tienen con perfumarnos. Yo me lo tomo fatal.

Hace años vivía en una casa antigua, de esas de ascensor de cristal y madera. Yo vivía en el cuarto y en el segundo una señora que usaba Opium como si le fuera la vida en ello. Hasta mi hija, entonces una criatura, decía: "Acaba de subir Conchi".

Mi repugnancia a los perfumes tiene su penitencia, porque ahora, en el trabajo, cierta individua adicta al Poison tiene a bien sentarse a mi lado en las reuniones laborales. Afortunadamente trabaja en otra planta y nuestras coincidencias -además del temido ascensor- son reducidas.

Estos días me estoy actualizando en cuanto a nuevos lanzamientos perfumistas. Ahí veo a una casi irreconocible Hilary Swan haciendo de insolente. ¿A quién se le ocurrió teñirla de rubia? ¿Qué han hecho con million dollar baby?

Las empresas de perfumes se empeñan en que identifiquemos iconos de seducción con sus productos. Así Charlize Theron lo hace para Dior, mientras Nicole Kidman dice ponerse Chanel nº 5. La tremenda Coco ya se revolvió en su tumba –ella, que aborrecía a las rubias- cuando Catherine Denueve fue la imagen del inmortal perfume.

Debe ser esa la razón –que los perfumes se identifican más con las rubias- del tintazo de la Swan. Es que no me lo explico.

Esta pasión por las actrices no se resiste siquiera a contratar a petardas nacionales como Penélope Cruz o Paz Vega, como si los modistas patrios ganaran en cosmopolitismo.

Claro, que intentar identificar a una figura conocida con un perfume tiene sus riesgos. Aunque fuera adicta a las fragancias, jamásjamásjamás me pondría eso de la Jessica Parker. Y si me lo regalasen, el/la obsequiante se llevaría una maldición eterna.

Luego están los marketinianos que tratan de aprovechar el tirón popular de alguien para lanzar “su perfume”. Por ejemplo, el de Carlos Moyá, que yo recuerde en estos momentos. Marca que, por supuesto, tiene una vida tan volátil como el alcohol que sirve de excipiente. A ver, Antonio, confiesa, ¿alguien ha comprado Diavolo? Y no vale que sea nadie de tu familia. Claro que Antonio presta su apuesta figura hispana para vender relojes o patatas fritas. Eso es versatilidad.

Regalar un perfume, además de una falta de tacto y un despilfarro, me parece un reconocimiento de escasez de recursos. Porque lo que ella quiere realmente no es un Chanel nº 5, sino un tailleur auténtico de Chanel.

Es el lujo de quien no puede permitirse más, por eso regalar Agua de Rosas de Adolfo Domínguez, por poner un caso, es el colmo de la cutrez, y no hablemos ya de las colonias de Zara o Mango. Patético.

A todo esto, ¿alguien tiene el teléfono del modelo de la colonia de Lacoste para hombres?

sábado, diciembre 09, 2006

Mitomanías (a petición popular) (VIII): Jeremy Irons

Es alto y delgado como un buen aristócrata inglés que se precie. Y es guapo. A ver quien puede negarlo. Pero sobre todo luce una elegancia innata. Su presencia en cualquier película es un toque de distinción.

Tras su paso por el teatro clásico inglés y alguna teleserie, “Retorno a Brideshead” le lanza al estrellato.

Ya se sabe que es difícil dar el paso de la tele a la gran pantalla, pero él fue capaz de hacerlo y con gran éxito. Y siempre ha vuelto a hacer teleseries de producción meticulosa.

El mismo año de su gran salto a la fama, 1981, consigue un papel en “La mujer del teniente francés” y se convierte en un valor seguro tanto para Hollywood como para las producciones británicas.

Es un actor versátil hasta puntos increíbles, pero siempre dotando a sus personajes de una elegancia sublime. Ha compartido cartel con vacas sagradas de Hollywood. Con Robert de Niro en “La Misión”; en la ya citada “Mujer del teniente …” con la estomagante Meryl Streep o la siempre eficaz Glenn Close en “El misterio von Bullow”, que le valió un oscar por un personaje absolutamente encantador e inquietante. Conseguía hacer hasta simpático a un ¿asesino? eficaz y al que además podíamos justificar.

No rechaza papeles complicados, como el doble de “Inseparables” de Cronenberg, dónde es capaz de dotar de personalidad propia y reconocible a los dos gemelos. Repite con el canadiense en “M. Butterfly”, en un papel de ingenuo imposible en el que cualquier otro hubiera resultado grotesco

Es capaz de meterse en la piel de un terrorista despiadado en las sudorífera y adrenalínica tercera entrega de “La Jungla de Cristal” (despierta infinitamente más simpatías que Bruce Willis), o héroes de capa y espada como en los enésima versión de “Los tres mosqueteros”. Puede ser un encantador, paciente y comprensivo homosexual en “Callas forever”, junto a Fanny Ardand y un marido infiel y cornudo de la deliciosa “Conociendo a Julia”, dónde da la réplica a Annette Bening.

Queda bien en películas de época como en nuestros días. Da igual que esté en gran o pequeña pantalla. Es lo mismo que tenga un papel protagonista o sea un secundario de lujo. Jeremy Irons es un seguro de buena interpretación.

Sus últimas apariciones fueron en una teleserie británica sobre Elizabeth de Inglaterra, donde interpretaba al conde de Leicester y en otras producciones historicistas: “Casanova”, “El reino de los cielos” y “El mercader de Venecia”.

Por supuesto ha cedido su voz para doblar grandes producciones de dibujos animados siendo el malísimo Scar de “El rey león”.

Reconozco que Irons es de los actores guapos, pero en su apostura cuenta más la lánguida distinción de unos genes bien seleccionados que la belleza bruta. Su rostro, además, es fácilmente reconocible. No se trata de un guaperas más que pasa al olvido.

miércoles, diciembre 06, 2006

Un chico normal

Trabajar un festivo es una jodienda. Trabajar dos festivos y un domingo en la misma semana es un martirio. Mientras todo el mundo está disfrutando de los atascos en la carretera, la comida indigesta a unos precios dignos de Ferrán Adrià y encantados de que la semana de 25 grados a mediodía se haya trocado en viento de levante con lluvias intermitentes y temperaturas que no superan los 15º, servidora está a punto de rebasar la línea roja de revoluciones por minuto.

Pero tiene sus ventajas. Por ejemplo, ratificar que no todos los deportistas de motor son gilipollas. He pasado la mañana con el subcampeón mundial de lo que popularmente se conoce como GP2 y técnicamente como World Series by Renault, o sea, la cantera de la Fórmula 1.

Borja García es un chaval de 23 años que además de educadísimo y paciente es capaz de articular una frase coherente. No voy a decir que se exprese sin tópicos, pero al menos no parecen forzados. Cuando a uno le hacen la misma pregunta quinientas veces no se espera que sea original, pero al menos evita constatar el hastío.

Este piloto que, oh, conduce con gafas, es un prodigio de naturalidad. Hace años compartí mesa y mantel con Marc Gené –que ya sé que tiene múltiples detractores- pero al que defenderé a capa y espada por su profesionalidad. Y desde hoy me declaro adalid de Borja.

Como soy acérrima de Michael Schumacher (léase más o menos Mijail Sumajer) desde que hace unos años le vi pasear por el circuito de Cheste acompañado de su perro: un chucho mestizo que, por lo que observé, le adora.

Nunca oí a Chumi quejarse de sus seguidores ni de los medios de comunicación. Nunca le vi echar las culpas de un fracaso al maestro armero. Nunca le vi un mal gesto.

Borja García busca un puesto en la F-1, aunque sea de piloto probador; de piloto cascacoches. Ante el público tiene a favor su afabilidad y su educación de la que, sin duda, es responsable su familia. Sabe que tiene que ganarse la popularidad y el afecto del público y lo hace siendo lo que es: un chico normal.

miércoles, noviembre 29, 2006

Mitomanía (VII): Willem Dafoe

Ya dije en su día que me gustaban los hombres con caras … especiales. Nadie podrá negar que Willem Dafoe tiene un rostro inquietante. Vamos, que ese sí que podría hacer perfectamente de Jack el Destripador, por enlazar al albur con una entrada anterior.

La primera vez que vi su rostro en el cine me dije: “¡Vaya tela!” Ese tipo sí que tiene una cara rara, parece metida entre paréntesis. La película en cuestión es una verdadera joya: “Vivir y morir en Los Ángeles”, del enorme Friedkin. Desde luego no se me olvidó.

Con esos rasgos su carrera parecía –y parece- encaminada a hacer de villano, incluso a parodiarse a sí mismo en cosas como Speed 2, pero puede dar la réplica con toda propiedad a un Gene Hackman en “Arde Mississippi” en un papel magnífico de agente del FBI con conciencia.

Luego vendría ya una cierta celebridad tras el “Platoon” de Oliver Stone, inolvidable en aquel papel de sargento porrero.

Vietnam le perseguirá en “Saigon”, otra vez en el papel de policía que sigue machaconamente una investigación que nadie quiere.

Scorsese le elige para el papel de Cristo en su “Última tentación” y, por una vez, vemos a un Jesús más próximo a la estética de Velázquez que a la de Superstar.

No desdeña papeles secundarios ni alimenticios. Puede despeñarse con todo merecimiento y sin mover una ceja en cosas como “El cuerpo del delito”, teniendo como tal a Madonna, para luego deslumbrar en “El paciente inglés” o dar vida a Eliot en “Tom y Viv”.

Desde su debut en 1982 ha participado en más de medio centenar de películas, lo que le define como auténtico proletario del cine, que ya ha recibido dos nominaciones a los Oscars como mejor secundario.

lunes, noviembre 27, 2006

Malos tratos

El Gobierno lanza una nueva campaña contra los malos tratos a las mujeres. El hecho, como es habitual, se apoya con datos que son rápidamente actualizados por la realidad. El mismo día que se presenta la campaña –no voy a entrar a analizarla- los medios difunden que hay tres nuevas víctimas.

Me centraré en un caso. En resumidas cuentas informan que un hombre de 87 años (ochenta y siete años) ha quitado la vida a su mujer (de igual edad). Que vivían solos y que la mujer llevaba años postrada en la cama por enfermedad y que no se conocían episodios anteriores de violencia doméstica. El hombre trata de quitarse la vida.

Y eso lo catalogan como un caso más que se suma a la larga lista de víctimas de malos tratos.

Sólo con estos escuetos datos se debería poner en duda que este suceso deba engrosar la lista. Más bien parece un caso de desesperación o incluso de compasión.

Dos ancianos que viven solos y que uno de ellos lleva imposibilitado desde hace años y el otro posiblemente se vea cada vez más incapaz de aguantar esa durísima carga en solitario. Es probable que el que puede valerse todavía por sí mismo vea su fin cercano y se preocupe del futuro del que queda desatendido, que considere que sobrevivirle no es una opción a contemplar.

El supuesto suceso de violencia doméstica enmascara otra realidad: el abandono de nuestros mayores, la soledad con la que se enfrentan a la enfermedad, la despreocupación de las administraciones. Este hecho no ocurrió en una gran ciudad, sino en un pueblo pequeño de la provincia de Castellón, un pueblo en el que se supone que todos se conocen, pero nadie previó la situación desesperada en la que debía encontrarse esta pareja.

Parece más bien un caso de necesidad de acabar con el sufrimiento y la incapacidad de hacer frente a una situación sin salida.

No estaría mal que estos hechos penosos dejaran de engrosar las listas de otro problema sumamente grave.

Como no estaría mal que todos los casos de falsas denuncias de malos tratos –que aunque sea políticamente incorrecto algunos miembros de la judicatura desvelan- sean convenientemente castigados. El tema es serio y no debe consentirse su utilización torticera para obtener ventajas o fastidiar al otro o usarlo, como nos hemos acostumbrado a ver, para obtener dinero y protagonismo.

martes, noviembre 21, 2006

Dejen en paz a Jack


¡Ya está bien! La figura mítica de Jack el Destripador está siendo objeto de una labor de acoso y derribo que no se puede consentir. Ahora sale Scotland Yard con un supuesto retrato robot del asesino más mítico, escalofriante y querido de todos los tiempos.

Sí, querido. Porque Jack se ha convertido en un mito querido que adorna como nadie ese Londres victoriano de profunda miseria y aberrante riqueza. Ese Londres industrial, invadido por la niebla, las calles pobremente iluminadas por luz de gas, de calles empedradas por las que corren arroyos malolientes, de coches de caballos, de capas revoloteantes.

En los últimos años se multiplican las teorías sobre Jack, aplicando procesos científicos de última generación. En mala hora se entretienen los desfaenados, intentando quitar la máscara a nuestro ilustre desconocido.

Se empeñaron en que fuera un comerciante de Liverpool –tras la oportuna falsificación de unos diarios-, un marinero que habría cometido tropelías semejante en puertos del Caribe y en Hamburgo; según la cretina de la Cornwell, sería un artista victoriano y a los amantes de Jack nos gusta pensar que fue alguien del entorno real, que tiene mucho más morbo.

Dejen en paz a Jack, no quieran desmitificarlo. Además, él era un artesano, no un asesino industrial. Jack sería un corderito comparado con Henry Lee Lucas, que empezó su andadura sangrienta con sólo 20 añitos y con nota: se cargó a su madre. Al pederasta y necrófilo Lucas se le han atribuido 360 asesinatos en su carrera que se extendió hasta 1982.

Que se ceben con el carnicero de Milwaukee o, sin necesidad de saltar el charco, en suelo hispano tenemos también especimenes destacados como José Antonio Rodríguez, el asesino de ancianas de Santander, al que se le acusó de 16 crímenes, o a Joaquín Ferrándiz, que tuvo en vilo a todo el gremio de prostitutas camineras en Castellón que acabó con cinco mujeres, tres de ellas meretrices.

No nos arrebaten a Jack, jolines, con todo lo que nos ha hecho disfrutar.

sábado, noviembre 18, 2006

Dos apuntes

Como no tengo una idea exacta de la diferencia horaria con Shanghai, he puesto la 2 a las 11 de la mañana (espero ver el partido Nadal-Federer)

Me sorprendo con un programa sobre la actividad parlamentaria que, oh sorpresa, no me adormece. El programa incluye un estupendo debate sobre la Ley del Libro y, sobre todo, sobre el libro. Se habla sobre internet, sobre bibliotecas, sobre dónde se lee, quién lee o la importancia de las librerías. Un debate sin gritos, educado y con aportaciones interesantes. Creo que estoy en otra dimensión.

A continuación una noticia agridulce, por no decir amarga. El Senado rehabilita la figura de Julián Grimau, pero no se pronuncia sobre la ilegalidad del proceso que le condenó a muerte. Por cierto, el PP votó en contra con la peregrina excusa de que estas iniciativas sólo reabren heridas entre los españoles y es necesario "de una vez por todas" cerrar la trágica historia de la Guerra Civil española.

El senador popular Carlos Gutiérrez tiene malísima memoria o, simplemente, es un ignorante. Porque Julián Grimau fue fusilado en 1963, 24 años después de la conclusión de la guerra.

Por cierto, de ese Senado es miembro Manuel Fraga Iribarne, que a la sazón era ministro de Gobernación (hoy Interior) quien dijo en su día que el tratamiento dado a Grimau en las dependencias de la DGS fue "exquisita". Lo de la fractura de cráneo y las dos muñecas fue porque inexplicablemente el detenido, vigilado y esposado a la silla, se arrojó por la ventana.

P.S: Perdón, perdón, perdón. Fraga era entonces ministro de Información y Turismo. Era ministro de Gobernación con lo de Vitoria en marzo del 1976. Se me fué la pinza, pero es que Fraga siempre apuntó maneras.

miércoles, noviembre 15, 2006

Mitomanía (VI): Alan Rickman

Le vi por primera vez en su debut cinematográfico y se me quedó clavao. Aquel malo, malísimo, desalmado, cruel y perverso terrorista de La Jungla de Cristal y que en su última secuencia se comía vivo a Bruce Willis. Y eso que entonces ya había cumplido los 40.

Esa cara de facciones absolutamente marcadas no se me despintaría nunca más la busqué posteriormente en películas de acción. Pero Rickman es mucho más que un malo de película. Es un ACTOR que nos ha regalado interpretaciones maravillosas.

Luego compartió cartel con otro de mis favoritos, Kevin Klein, en “El asesino del calendario”, hasta ser de nuevo el prototipo de malo –que buen malo es- en el bodrio aquel de Robin Hood con Kevin Costner.


Tiene un rostro que acompaña, como tallado en piedra. Una mandíbula poderosa y una mirada que puede ser gélida o tierna. Desde luego es un actor sobrio, tanto en películas de acción, dramas o comedias, donde también da un juego increíble (cómo en la pasada de rosca “Héroes fuera de órbita” o la inclasificable “Dogma”).

Hace una pareja excelente con Emma Thompson, con quien ha coincidido ya tres veces: “Sentido y Sensibilidad”, “El beso de Judas” y “Love Actually”. Su buena conexión se ha plasmado en la única obra dirigida hasta el momento por Rickman, “El invitado de invierno”, con Thompson y su madre.

La celebridad, sin embargo, le ha venido por la serie Harry Potter. La ambigüedad de su personaje le convierte en una figura siniestra en la primera entrega, para verse revestido en las siguientes con un halo de autoridad y, al mismo tiempo, comprensión de sus revoltosos alumnos.

Hasta el momento, su última incursión en la pantalla ha sido otro secundario en “El perfume”, como padre de ese clon más carnal de Kidman que es Rachel Hurd-Wood.

Su aspecto maduro no le resta un ápice de atractivo, aunque ha rebasado los 60.

martes, noviembre 14, 2006

Dos viñetas que no me resisto a compartir


Esta me ha hecho carcajearme, ya que me suelen someter a toda clase de tropelías, aunque mi resistencia pasiva hace que, en ocasiones, me den por imposible.


Y esta no tiene precio.

lunes, noviembre 13, 2006

Visiones turísticas

Todavía me pregunto como conseguí ese efecto.


Plaza en la Isla de Santa Elena.

Sinfonía de color aéreo.

El sol se refleja en la Laguna.

Ratas voladoras. Plaza de San Marcos.

Viejas naves del Arsenale.

Habitantes habituales de la Plaza de San Marcos.

Escaparate de una tienda de guantes.

Arqueología industrial. Primera grúa hidráulica del Arsenale, fabricada en New Castle.


Detalle del mecanismo giratorio de la grúa.


Entrada al Museo Fortuny. Está escondido entre callejones imposibles. Encontrarlo fue casualidad.

Frente a las tiendas de lujo, los africanos venden sus imitaciones.

Esa noche tocaba ¡Salieri! El fantasma de Mozart debía rondar por allí.

Sí, La Fenice

Las góndolas son terriblemente horteras, con asientos forrados de algo extraño, como si fueran plumas


Monumento a Garibaldi, aunque casi parece a José Martí, por la vegetación salvaje que lo invade.

Otra prueba de que los italianos se niegan a construir torres derechas.

Casa en Vía Garibaldi

Isla de Santa Elena. Me pregunto qué pasará si el balón cae a la Laguna

domingo, noviembre 12, 2006

No apto para turistas

Salvo el viernes, he estado alejada de los trayectos turísticos de la ciudad turística por castigo. Eso sí, el hotel, recoleto y fantástico en la isla de Santa Elena, estaba plagado de americanos de más de 60, escandalosos como adolescentes de excursión.

Tanto en I Giardini como en el Arsenale, los extranjeros con los que me crucé eran básicamente orientales y alemanes.

Este alejamiento de los centros turísticos me ha permitido ver como vive una ciudad sin tráfico rodado, ni siquiera bicicletas. Porque en una urbe moderna resulta difícil imaginar cómo prestar servicios sin vehículos con ruedas.

Recogida de basura



El cartero llama a su puerta


Servicios de mensajería (TNT, UPS ...)

A cinco minutos en vaporetto se llega a la isla del Lido, dónde sí se permite el tráfico rodado.


Aparcamiento de bicis en la estación del vaporetto en el Lido.

El cementerio de la Isla Inaudita ocupa toda una isla en la Laguna. Un muro de ladrillo rojo rodea absolutamente todo el perímetro, con algunas escaleras para desembarcar.


Cementerio de San Michele

También hay niños camino del colegio.


Nadie busque ensanches ni entramado viario en retícula. La ciudad es un laberinto con callejones que no llevan a ninguna parte y pasadizos bajo edificios que dan paso a otras calles, donde los hilos de tender cruzan de lado a lado y en cuyo centro se alza un pozo, ahora sin uso.


Trayecto en vaporetto hasta el aeropuerto. Las pistas emergen entre la marisma, a escasos metros del barco. Por encima sobrevuela un avión que toma tierra.


Y fin. Amenazo con las imágenes turísticas.

Miguel Angel Muñoz en Babelia

El último número de Babelia dedica una crítica a "El síndrome Chejov" de Miguel Angel Muñoz.

jueves, noviembre 09, 2006

Ciudad, arquitectura y sociedad

Población prevista para 2050

En 1950 la ciudad más poblada del mundo era Nueva York. Hoy está muy rezagada respecto a Tokio, Shanghai, Sao Paulo o Bombai, perdón, Mumbai (me pasa como con Pekin, perdón, Beijing).

Las ciudades fagocitan población. Son núcleos de riqueza y oportunidades, pero también inmensas bolsas de pobreza, especialmente cuando padecen un crecimiento desordenado.

Cuanto más grande es una ciudad, más servicios necesita, servicios accesibles por proximidad o por rapidez. Precisa de un buen transporte público, sanidad, servicios educativos, espacios verdes y de esparcimiento.

Sin embargo, esto que parece obvio, sólo es posible con un crecimiento lento. El aumento de la población en las ciudades, especialmente en las de los llamados países emergentes, provoca tensiones insoportables.

Por ejemplo, en Sao Paulo se producen 52 homicidios por 100.000 habitantes. En Londres, de 2,9. Aunque no es un dato definitivo, ya que en El Cairo es del 0,4.

Podemos hablar de contaminación. No cabe duda de que Sao Paulo es una ciudad contaminada, carece prácticamente de transporte público y cada día se matriculan 1.000 coches. Seis millones de coches circulan por Sao Paulo. El parque automovilístico de Milán es de 600.000.

Pero no es la ciudad que más contamina. Ahí está Kuwait City que lanza 26,4 toneladas por habitante. Menos mal que su población no es la de Tokio.

Un trabajador en Nueva York tarda unos 45 minutos en llegar al trabajo. Básicamente usa el transporte público y en muchos casos va andando. Los Angeles tiene la mayor red de autopistas del mundo. Siempre están colapsadas: el 80% usa el coche y nadie va caminando al trabajo.

Por cierto, el 25% de la superficie de NY son parques y zonas de esparcimiento que están en trance de crecimiento con tres proyectos: el parque del puente de Brooklyn; la transformación de los docks del puerto y la recuperación para paseo de las líneas abandonadas del metro elevado (un proyecto realmente precioso que se define como agro-tectura)

Pero las ciudades no deben prever sólo el aumento de población para planificar sus necesidades, sino también la tipología. Tokio, en 2050, tendrá más del 41% de mayores de 60 años.

Ante todo esto, es evidente que se precisa un buen gobierno de las ciudades. Gobiernos que se preocupen de las necesidades reales y no de su vanidad; gobiernos capaces de ordenar el caos inherente a la urbe; gobiernos honrados que se nieguen y persigan aquellos que pretenden despojar a la población de sus bienes, sean públicos o privados.

Gobiernos que favorezcan la integración, la equidad, la sostenibilidad y la tolerancia (manifiesto de Cittá, Architettura e societá)

Imágenes callejeras

No me resisto a mostrarles algunas imágenes poco turísticas robadas a los habitantes de la Isla Inaudita.

Clase de arte en el jardín

Recogiendo la ropa tendida


Refundazione Comunista 7 Martiri y Sagrado Corazón



Puesto de pescado en Vía Garibaldi


Entrada a la Calle Vecchia