domingo, abril 24, 2011

Hasta los huevos

Cualquier estudiante de primero de Económicas sabe que los impuestos indirectos son básicamente injustos. El rico paga el mismo impuesto que el pobre, o que el de medio pelo, por una barra de pan, un litro de gasolina o un paquete de tabaco. De acuerdo, el rico gasta más y, por lo tanto, al final paga más impuestos indirectos. Pero resulta que quien no tiene para más que lo básico, paga como el rico.

Esta es una digresión un tanto tonta, pero sirve para ilustrar la sociedad que hemos creado y, sí, no miremos para otro lado, la hemos creado nosotros, que nos hemos dejado embaucar por la comodidad, el despilfarro y el vivimos en el mejor de los mundos posibles. Bueno, vivíamos.

Resulta que unos pocos mangantes -pocos en relación con la población mundial, un par ya son demasiados- han conseguido hacerse riquísimos a costa de arruinar a los demás, a todos. Yo no entiendo muy bien para qué quieren hacerse riquísimos: sólo se puede conducir un ferrari a la vez; sólo se puede navegar en un yate a la vez; sólo se puede viajar en un jet privado a la vez … Pero, si para el común de los mortales una cosa de cada es suficiente, para ellos no. Necesitan tenerlo todo, para nada, pero todo, sólo por el placer de poseer.

Decía que estos ricos, insatisfechos con su riqueza, decidieron quedarse con las migajas de los demás que, cómo los demás son muchos, las migajas ya merecen la pena. Una vez arruinados, se presentaron ante los gobiernos que les habían reído las gracias y permitido hacer todos los desmanes habidos y por haber y les dijeron: “Os podéis hundir con nosotros -como si eso fuera cierto- o nos dais pasta para salir de ésta”.

Y los gobierno empezaron a soltar pasta como locos para que esos probos ciudadanos pudieran mantener su frugal ritmo de vida.

Pero como la pasta es un bien escaso y susceptible de usos alternativos -otra cosa que sabe el estudiante de primero de Económicas, lo que les daban a los financieros se lo quitaban a otros. De ahí la subida de los impuestos indirectos, la congelación de las pensiones, los impagos a proveedores, el endurecimiento de las concesiones de créditos, los despidos, el cierre de empresas, el paro …

A todo ello se sumó de la carestía del petróleo. El petróleo siempre está caro: unas veces porque los países productores deciden reducir la producción; otra porque deciden subir los precios; otras porque las petroleras quieren ganar más pasta y como la demanda de crudo es rígida -a ver cómo les dices a los chinos que dejen de crecer, que gastan demasiado petróleo y así no vamos a ninguna parte- pues tenemos unos precios que no los aguanta ni un jeque. Bueno, los jeques tienen petróleo casi gratis, pero cuando van a Marbella seguro que se llevan varios bidones para no llenar aquí los depósitos de los Bentley.

Así que nos encontramos con la paradoja de:
a) más de 4 millones de parados
b) impuestos por las nubes
c)inflación superior al 3% (bueno, a finales de los 70 principios de los 80 superábamos los 2 dígitos de inflación)
d)sueldos irrisorios que apenas dan para sobrevivir. Ni te cuento para ahorrar o invertir.
e) amenazas de seguir trabajando hasta el día de nuestra muerte. Así se sigue produciendo y se ahorran la pensión.
f) jóvenes que no encuentran empleo “de lo suyo” y si lo encuentran les pagan lo mismo que a peones. Y ni eso, para peones pueden coger inmigrantes y pagarles en negro.
g) jóvenes que desilusionados con lo que les habían vendido emigran. Así que el país ha pagado una educación carísima para que luego la aprovechen ingleses, alemanes, italianos, holandeses …
h) un tejido industrial destruido
j) un empeño en convertirnos en Las Vegas de Europa
k) empresas que han perdido ya todo escrúpulo y con beneficios récord deciden despedir a una quinta parte de la plantilla y que el pueblo soberano pague indemnizaciones, pensiones y prestaciones de desempleo

Podría acabar el abecedario, pero me temo que si lo hiciera acabaría colgándome de la lámpara y tampoco es cuestión de montar el drama.

Tenemos una sociedad que no se parece en nada a la que nos vendieron, pero estamos adocenados. Nos limitamos a sobrevivir, a controlar como podemos los daños. Vendemos alegremente lo poco que nos queda a los que tienen dinero: árabes, indios, chinos …

De pronto, a los gobiernos occidentales les entra mala conciencia y deciden ponerse en contra de aquellos a los que han tolerado durante décadas, alegando que no son democráticos. Joder, tampoco lo eran hace 30, 20, 10 años … y bien que se entendían con ellos. Ya, ya sé que esto es políticamente incorrecto, pero con no haber tenido tratos con ellos era suficiente. ¡Ah, claro! Las corporaciones sí necesitaban tener tratos con ellos: gas, petróleo, coltan, oro, diamantes, cobre … Y que es una tiranía sanguinaria más o menos en el mundo si los beneficios son óptimos.

Esto no lo arregla ni dios. Vale, lo arreglaría el pueblo soberano, aunque es prácticamente imposible. Los partidos al uso no sirven: o están al servicio directo de la oligarquía o intentan convivir con ella sin hacerse mucho daño. Y no hay huevos ni dinero -porque los que lo tienen no van a financiar a quienes quieren acabar con ellos- para poner en marcha un movimiento de decencia política. Nada más que eso: decencia política.