martes, noviembre 27, 2007

Mitomanía XIII: Nick Nolte

Ser una estrella de la televisión y acabar siendo una estrella del cine es un raro proceso. Hay muy pocas figuras que hayan realizado la transición con éxito. Lo normal es acabar con papelitos intrascendentes o en películas de presupuesto reducido.

En mi memoria solo hay tres excelentes cambios de registro: Bruce Willis desde “Luz de Luna”, George Cloony desde “Urgencias” y el pionero de todos ellos: Nick Nolte.

Los más jóvenes seguramente ignoran que ese grandísimo actor y extravagante persona logró su fama en una miniserie titulada “Hombre rico, hombre pobre”. Él interpretaba al pobre. Eso fue en 1976.

Sus primeros papeles en el cine fueron en películas de acción. Las que más popularidad le dieron fueron “Límite 48 horas” y su secuela, junto al estomagante Eddie Murphy. Pero pronto se puso delante para hacer producciones más comprometidas como “Bajo el fuego”, que aborda la vida de tres reporteros americanos en la Nicaragua de Somoza.

Hace de inadaptado que revoluciona a una acomodada familia de Berverly Hills en “Un loco suelto en Hollywood” y haciéndoles replantearse de arriba a abajo su vida en una comedia ácida. Transita también la comedia familiar en “Tres fugitivos”.

Aunque varias de sus películas son éxitos de taquilla, todavía están por llegar sus mejores interpretaciones. Es igual de creíble en papeles de duro como interpretando a cínicos (no carece de talento para la comedia) y resulta conmovedor dando vida a los personajes más tiernos.

En los 90 se hace con mejores papeles: la nueva versión del “Cabo del Miedo”, en el papel que en su día interpretara Gregory Peck y dando la réplica a un malísimo Robert de Niro; el Tom Wingo de “El príncipe de las mareas” que le vale su primera nominación a los Oscar; el abnegado padre de “El aceite de la vida”; el también atribulado padre de una niña estrella de la televisión en “Aprendiendo a vivir”, de entrenador corrupto en “Ganar de cualquier manera”; dando la réplica a una joven y ascendente Julia Roberts en “Me gustan los líos” para alcanzar a mediados de los 90 tres magníficos papeles: “Jefferson en París”, “Mulholland Falls” y “Aflicción”, que le vale una nueva candidatura al Oscar.

Uno de sus hitos le llega de la mano de Terrence Malick en “La delgada línea roja” y se hace habitual en los films de Alan Rudolph.

Su carácter irascible, su conocida afición al alcohol y a las drogas y su absoluta falta de respeto a las costumbres que imperan en la industria hacen cada vez más cara su presencia que, sin embargo, es imprescindible en producciones personales.
Su presencia es poderosa, aunque la edad y los abusos han dejado huella. Su rostro atormentado y al mismo tiempo rocoso es capaz de expresar con el mínimo desgaste cualquier emoción. Y de eso se trata, de transmitir emociones.

lunes, noviembre 26, 2007

Más desayuno

El hotel en el que nos alojamos en Barcelona está lleno de orientales. A la hora del desayuno, en la mesa de al lado, nos toca una pareja que intuyo son chinos. Son bastante altos, incluso la mujer.

Les observamos y concluímos que no están muy viajados o, si lo hacen, se fijan poco en las costumbres occidentales. La mesa está perfectamente equipada con toda la vajilla necesaria para un desayuno. Sin embargo, ellos ignoran cucharas y cuchillos: Pinchan con el tenedor un croissant y se lo comen a bocados. Cogen una loncha de panceta con el tenedor, sin pincharla, y se la meten en la boca como si fuera un espagueti. Llenan un tazón de cereales con leche y se comen los cereales con el tenedor y luego sorben el líquido.

No es que yo sirva de modelo a imitar: Abro una barrita de pan, dentro pongo lo que se me ocurre y me como el bocadillo. Pero para ello ya he utilizado cuchillo y tenedor. Aunque luego me sirva de las manos.

La observación concluye en reflexión: nuestras costumbres les importan un carajo. ¡Con lo que me costó aprender a manejar los palillos!

viernes, noviembre 23, 2007

Desayuno

Vuelvo de Barcelona en el Euromed de las 9 de la mañana, que así me ahorro la excursión en autobús.
En el coche, dos parejas de rusos.
Nos sirven el desayuno y nos preguntan qué queremos beber (además del consabido café). Los pasajeros se decantan por zumo de naranja (nada de recién exprimido) o agua. Los rusos piden gin tonic.

jueves, noviembre 15, 2007

Chocolate

Desconozco quien fue la primera persona que aseguró que el chocolate es el mejor sustitutivo del sexo. Estoy en desacuerdo. Francamente, el chocolate no tiene parangón. El sexo está bien, pero el chocolate ... por favor. En mi olimpo particular es el dios absoluto.

El chocolate es como el vino, que mejora con los años ... aunque en este caso es con los años del que se lo come. De pequeña me gustaba el chocolate, de adolescente, no me llamaba la atención. Ahora, repito, es mi dios absoluto.

Me vuelvo encima caprichosa. Pruebo éste, pruebo áquel. Discuto con mi marido si de esta marca o de la otra y, como en otras cosas, no coincidimos, así que cada cual se lleva su favorito y, por supuesto, luego intercambiamos.

A él le gusta el Valor. Tableta enorme, con almendras enteras. Últimamente le da por especialidades más pijas, como un Lindt con menta y cosas así. Pero la semana pasada había uno nuevo: láminas de chocolate con rellenas con moléculas de naranja (digo moléculas porque el relleno es inapreciable de fino).

Reconozco que se me saltan las lágrimas cuando después de cenar dejo que una de esas delgadísimas láminas se derrita en la boca. Mi parte hedonista se regocija con ese sutil placer y la estoica me advierte que no hay que abusar. Entonces le digo muy bajito –a la parte estoica-: “Sólo una más”. Encima ese levísimo roce de culpa mejora el sabor del pecaminoso chocolate.

Hoy, cuando apuntaba en la lista las cosas que he de comprar, veo que mi hija mayor había escrito: “Galletas de chocolate Lu de las de toda la vida, no de las de pijos”.

Esta juventud ... cuanto les queda por aprender.

martes, noviembre 13, 2007

Chorradas varias

Tengo un disgustazo ... Bueno, tengo por lo menos tres disgustazos.
1) Gallardón tiene en el despacho una colonia de inmigrantes ilegales roedores.
Hazte un humilde despachito en el mismísima Cibeles para que se te llene de okupas que asustan a las secretarias, todas ellas rubísimas y monísimas. Que, por cierto, un detallazo el de Gallardón el ponerles el curro al ladito mismo de Serrano.

2) Melendi monta un pollastre en un avión camino de México. Que digo yo que el comandante en lugar de regresar a Barajas podría haber descendido un poco, para evitar la descompresión, y lanzarlo en pleno Atlántico. Nos hubiera ahorrado muchos dolores de cabeza.

y 3) La infanta se separa y el tontolahaba de Peñafiel no me había dicho nada. Esto ya parece la casa de Windsor. Qué decadencia.

Esta noche, para quitarme el disgusto, me voy a dar un atracón de chocolate.

lunes, noviembre 12, 2007

La buena educación

Eludo meterme en comentarios políticos, pero hoy lo voy a hacer. Todavía colea, y de qué manera, la salida de pata de banco de SM en la Cumbre de Santiago. Que Chávez es un bocazas es algo que tenemos asumido. Pero que SM se comporte como Mariñas en el Tómbola es algo que ni sumergida en una cosecha del mejor malta escocés podría imaginar.

Y lo comparo con Mariñas, porque si lo comparo con lo que realmente me gustaría decir igual me secuestra el fiscal general, que no está el horno para bollos.

En fin, que esos que salen diciendo que la figura de SM ha quedado reforzada me parece que hacen de paniaguados sin criterio. Porque si hubiera sido al revés, que Chávez hubiera mandado callar a SM, aquí estaríamos invocando el espíritu de Pizarro, Hernán Cortés y, si me apuran, de don Rodrigo Díaz de Vivar.

A Chávez se le podría reprochar eso, ser un bocazas y un maleducado por interrumpir una intervención. Pero motivos para rajar de Aznar tiene. No me gusta ese tipo, Chávez. Me parece un populista de la más baja estofa, un egomaníaco, alguien que echa las culpas de los males de su país a los demás –y no digo que en muchos casos no sea así-, pero que con los años que lleva subido encima del burro, algo tendría que haber arreglado ya.

Pero bueno, aquí no se trata de hablar de Chávez.

SM debió mantenerse calladito, que es cuando está más guapo. Ya estaba allí ZP capeando el temporal como debe hacerse: con buenos modales.

Esa imagen de SM corriendo por el mundo, sinceramente, no creo que nos beneficie en nada y desde luego menos en Latinoamérica, donde las empresas españolas están haciendo tropelías a diestro y siniestro. No creo que sea mejor que la de Aznar poniendo los pies encima de una mesa o hablando con acento texano. En ese caso, el de Aznar, parecía un vasallo. En el segundo, el de SM, un soberano feudal.

Mi opinión no sirve para nada, pero si pudiera influir entre la gente de Zarzuela, procuraría inscribir a SM en un curso acelerado de protocolo y alejarlo durante una temporadita de los foros gubernamentales, que ninguna falta hace que vaya. Se va que se comporte como debe, una figura decorativa que debe sugerir cohesión.

Ea, he dicho.