lunes, junio 29, 2009

Reflexiones hospi-literarias

Todo ha terminado. No hay posibilidad de ampliaciones. La trilogía Millenium ha concluido y, digo yo, se puede valorar en su conjunto.
Efectivamente es una lectura adictiva, lo que supone una opinión favorable. Especialmente el primer volumen, donde la trama está muy cuidada y los personajes tienen su papel. Es posible que haya algún personaje sobrante, pero es secundario y no supone una carga a la trama final.
Por otro lado, el argumento es sugerente: la mala conciencia histórica de las sociedades democráticas y liberales ante el nazismo. Historias que han sido camufladas con heroicidades de resistencia, como si el 90% de los habitantes de países invadidos hubieran formado parte de esa resistencia. Cómo las grandes fortunas miraron para otro lado, no sólo en Alemania, y como muchas de esas grandes fortunas se gestaron también en connivencia con el Reich.
La investigación resulta larga y minuciosa, pero creíble, aunque las habilidades de Salander parecen tener más un componente mágico que tecnológico. Debe ser que Larsson no estaba muy ducho en alardes informáticos y escamotea su ignorancia con esa niebla de prestidigitador.
El final del primer volumen, un happy end con todas las de la ley, ya sugiere un desbarramiento posterior. Salander, gracias a sus infinitos conocimientos informáticos, financieros, de falsificación de documentos … etc, consigue la nada despreciable cantidad de 2.300 millones de dólares para asegurarse el futuro.
Por otro lado, Mikael Blomkvist recupera su prestigio y buen nombre, lo que contribuye a mejorar su atractivo entre las miles de mujeres de todas las edades que están deseando meterse entre sus sábanas.
Pero la segunda parte ya hace aguas. Vale que el tutor legal de Salander sea una sabandija de la peor especie; vale que su padre sea un gangster; vale que tenga un hermano psicópata y que no siente dolor físico. La genética es jodida, tenemos a una Salander que no mide 1,60 y es flaca como un junco y su hermano de padre es una bestia parda de 1,90x1,90 al que no le mandas a la cama con un yogur.
Aquí la cosa se complica con la intervención del espionaje sueco. Sí, sueco. Al parecer, Suecia tiene sus servicios de espionaje o seguridad (me niego a llamarles de inteligencia) como cualquier hijo de vecino y, como cualquier servicio similar, es un desastre.
Así que tenemos al servicio más secreto del espionaje sueco persiguiendo a Salander para proteger a su padre, el de Salander, un pajarito que se dedica al tráfico en general: drogas, armas, mujeres, blanqueo de dinero. Oiga, lo que necesite.
Y digo yo, ¿qué no sería más normal que ese señor estuviera entre rejas que protegido con la seguridad de un país que nos caía tan bien como Suecia? Pues, al parecer no.
El segundo volumen concluye con una ordalía de sangre y barro que si la pilla Tarantino hace una obra maestra … lo jodido es que ya la hizo y se llama Kill Bill.
Y llegamos al último título. También es adictivo, pero se aprecia no ya un cansancio, un no saber qué hacer con los personajes y llenar 800 páginas. De momento, a la novela le sobran unas 200 páginas que no aportan nada. Están de más media docena de personajes que sólo aparecen para: a) acostarse con Blomkvist; b) ser el tonto que no sabe que le van a dejar en ridículo.
En esta última novela, la trama se centra en cómo salvar a Salander de sus malvadísimos y secretísimos enemigos. Pero no hay problema. Lisbeth saldrá inmune y sus tatuajes perfectamente colocados gracias a la habilidad jurídica de su abogada, que casualmente es la hermana de Blomkvist, y el apoyo de la sección constitucional y decente de los servicios de espionaje suecos.
Y la revista Millenium lanza nada menos que tres best sellers en un solo mes.
Llegados a este punto, creo que Larsson prefirió morir antes que sacar una cuarta entrega. La muerte nos hace misericordiosos, pero estoy segura de que si estuviera vivo, las críticas a estos dos últimos títulos habrían sido feroces.

Pata Chula

Una vez pasada por quirófano, digamos que esto empieza a tener visos de inminente suicidio o, si se ponen a tiro, homicidio justificado.
¡Me cisco en el que dijo que le anestesia epidural no duele! No duele la operación, pero el pinchazo en toda la columna es una hijoputez considerable.

Una vez conseguida una conexión a internet despues de más de una semana de dique seco, me entero que Saló no consigue sacudir el sopor de los italianos. Que Caminero, ¡Caminero! ... ha sido detenido.

Mi hija me llama un día de estos, he perdido la cuenta, y me informa de la muerte de Michael Jackson. Hombre, no me sorprende.

Miro mi habitación de la seguridad social, en este caso de la agencia valenciana de salud, y creo que necesitan urgentemente un interiorista. Los muebles parecen sacados del derribo de Cuéntame

martes, junio 23, 2009

Cómo fue el guarrinazo

12:30, jueves en el MOMA. Hemos quedado a comer con un amigo. Bajamos las escaleras hacia la salida de la calle 53. Y una servidora pisa mal y vuela a lo largo de un tramo de escaleras, cayendo con toda su humanidad, que no es poca, en el vestíbulo atestado de gente.

Inmediatamente me rodea el cuerpo de seguridad del MOMA, incluyendo su jefe. Me colocan en una silla de ruedas y me impiden moverme. Llaman a una ambulancia. Llega con toda la parafernalia del FDNY. Me reconocen, me suben a la ambulancia -todo esto diluviando- en una camilla. Me entabillan la pierna izquierda en la ambulancia y nos vamos a St. Luka`s Roosvelt.

Ya he hecho dos series: Turno de guardia y Urgencias. No está George Cloony.Amabilísimos los paramédicos -chico y chica- él con abuelos catalanes, aunque no habla una papa de español.Me atiende una médica, imagino que interna. Encantadora. Me ve su jefe, supongo que un residente. Un chino muy guapo. Me llevan a rayos. El técnico es hispano y bromeamos un poco. Grito un poco cuando me mueve la rodilla para las radiografías.Salimos y al rato viene el cirujano. Indio. También muy amable. Me recomienda operarme -tengo el cielo de la tibia jodido-, pero no es urgente, que si me vuelvo al día siguiente para España, que yo misma decida.

Decidimos volvermos a España, of course.Me inmovilizan la pierna, nos dan las radiografías y el informe médico en inglés y un español traducción google, así como dos recetas, calmantes para el dolor y una inyección para evitar complicaciones en el vuelo.Salimos con muletas, yo más torpe que nada. Tengo todo el cuerpo morado. Salvador está asustado, parece que me han dado una paliza, pobre, le he jodido el último día de vacaciones.Os mando fotos para que veais mi aventura neoyorkina. Por cierto, el seguro del MOMA se hará cargo de la factura médica.

Reflexiones hospitalarias (1)

Tengo una habitación de lo más entretenida. A mi derecha la abuela de 99 años; a mi izquierda Mariluz, de Quart de Poblet,que se ha revelado como una experta en hamburguesas. En su primer día de postoperatorio le ha dado el antojo de una hamburguesa. Su hermana y su cuñado han salido en busca de una y han regresado con una bolsa de burriquin.
La llegada de la bolsa ha abierto un debate esclarecedor sobre la calidad de las hamburguesas y sus complementos. Parece ser que las patatas de burriquín son más crujientes que las de madonal. En términos generales, mi vecina se decanta por burriquin, aunque cree que las raciones de madonal son más abundantes.
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Un hábito extendido entre los frecuentadores de los hospitales es, como es sabido, intercambiar experiencias médico-hospitalarias. La abuela de 99 años de la derecha tiene imaginaria de 24 horas. Sus hijos y nueras se turnan por el día y la ecuatoriana hace 12 horas nocturnas.
Las nueras, a tenor de lo que comparten con la paciente de Quart de Poblet, padecen un deterioro de salud incomparablemente mayor que el que presenta la suegra.
Mariluz, la de Quart de Poblet, resulta ser alérgica a todo medicamento que haya pasado por el despacho de farmacia. Eso sí, aguanta bien la morfina.
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¿Por qué las auxiliares y enfermeras se empeñan en hablar en diminutivo?
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Años ha, los pasillos de los hospitales y cualquier centro sanitario estaban empapelados con el rostro dulce de una enfermera cuyo índice sobre los labios sugería silencio. Por si no quedara claro, debajo aparecía en mayúsculas la palabra “Silencio”.
No sé decir si esa costumbre perdura. Mi estado físico no me permite largos paseos por los pasillos. Es posible que incluso hayan cambiado el modelo y, cómo no, el idioma. Sin embargo, ni caso. Me ha tocado en desgracia una auxiliar de clínica que debe estar segura que cuanto más grite más simpática resulta.
Mi compañera de habitación tiene 99 años y no da nada de guerra, aunque si es una anciana con temperamento. Pues la buena mujer es el objeto de todos sus estúpidos chascarrillos y gracietas, eso sí, a 120 decibelios. Y sin parar.
Hemos tenido ya dos encontronazos, igual aparezco con un chichón en la cabeza un día de estos. Pero es que no puedo con semejante cotorra.

viernes, junio 19, 2009

Buena suerte


Ya se sabe, cuando los actores se desean buena suerte, dicen: "Rómpete una pierna". Yo no soy actriz, pero estoy en camino.
Ese es el auténtico interior de una ambulancia del FDNY.

jueves, junio 18, 2009

Un día en Brooklyn

Tráfico en el puente de Brooklyn.

El puente de Manhattan desde el puente de Brooklyn.

Casa en el Promenade de Brooklyn. Una delicia con vistas incomparables sobre Manhattan.

Tampoco andan mal de arte egipcio. Con lo que hay en el British, en el Louvre, en Berlín, en el Metropolitan, en Brooklyn ... ¿queda algo en Egipto?

Yo juraría que es Etoo. La máscara procede de Camerún.

La colección de arte africano del Museo de Brooklyn es impresionante.


Sede del New York Times en la 8ª con la 42. Edificio proyectado por Renzo Piano.

martes, junio 16, 2009

Comida y otras ocurrencias

Puesto callejero de verdura en Canal Street

Pescadería en Chinatown

Puente George Washington


La chozita de los Rockefeller


Economía real, economía especulativa.

Mercado en Grand Central. Magnífico y carísimo.