lunes, abril 30, 2007

De nuevo, "Él"

Cuando el jefe no viene –como hoy que se ha montado un jugoso puente- Él está más insufrible de lo habitual. Primero, las consabidas dos llamadas para hablar con su hijo (10 meses)

- Enano, dime algo ... ¿Enano? Que soy el papi ¡No me cuelgues! ¿Qué comes? ...

Pero si falla el jefe la cosa se amplía. Porque la enorme obsesión de este muchacho es el dinero. Puede pasarse dos días llamando a todos los establecimientos de neumáticos de la autonomía pidiendo presupuesto. Son decenas de llamadas que no sólo oímos, sino que nos da detalles.

- Pues en Alfafar me salen 10 euros más baratos.

La semana pasada fue el móvil. Llamó a las tres operadoras para ver cuál le hacía mejor oferta. Una vez con las tres ofertas, rellamó a todas informando que

- Pues xxx me da chopecientos mensajes gratis y un nokia último modelo, de esos en los que se ve hasta la tele.

Móvil para él y para “su señora”, una de las expresiones más cutres y odiosas de mi particular bestiario.

Hoy, como no está el jefe, abusa. Hemos hecho un recorrido por el precio de los pañales (esta vez nos ha ahorrado el teléfono y ha usado internet) y así ya sabemos que en no sé que establecimiento salen más baratos incluso que en Carrefour.

Como había tiempo, ha ampliado la búsqueda a una batidora potente para preparar alimentos al “enano”.

Ha sacado las ofertas por la impresora y ha intentado amenizarnos la mañana comentado los diferentes modelos y precios.

Luego nos ha ilustrado sobre la posibilidad de hacerse con una tarjeta pirata para ver el digital y recordado las artimañas que se gasta para devolver artículos comprados y usados.

Es enfermizo.

Y a mí me pone enferma. No ya por el consumo telefónico que hace (no me voy a poner antisindicalista, pero digo yo que hacer esas llamadas desde la oficina le supone un considerable ahorro familiar), sino por el tiempo que le dedica y que escatima a su trabajo.

Pero eso ya es cuestión de que el jefe le ponga firme.

¿Qué fué de ...? (I): Michelle Pfeiffer

Me encanta leer sobre cine aunque ya no voy –la última película la ví en una pantalla de 14” cruzando el Atlántico- por lo que soy una adicta a los blog de cine. Así que Alex, Desconvencida y el Dr. Strangelove son algunos de mis habituales.

Sus entradas a veces me traen a la memoria a actores y actrices que en su día, no hace tanto, acapararon toda la atención. Y la primera que recuerdo es una de las mujeres más guapas que han ocupado una pantalla de cine: Michelle Pfeiffer. Hace cinco años que no aparece en ninguna película, aunque ha prestado su voz a alguna producción de dibujos animados.

Cinco años desaparecida, aunque el imbd asegura que participa en algunos proyectos, son muchos años para una actriz que se dió a conocer con aquella entrañable y horrorosa secuela de Grease y que poco a poco dejó de ser una cara bonita para convertirse, en la década de los 90, en una protagonista imprescindible.

Títulos como “El precio del poder”, “Lady Halcón” –pordios, que belleza tan frágil- “Las brujas de Easwitck”, la curiosísima “Dulce libertad”; la madame Tourvel de “Las relaciones peligrosas”, “La edad de la inocencia”, la conmovedora Katya de “Casa Rusia”, la sexy Susie de “Los fabulosos Baker”; la grasienta Frankie –de nuevo con Al Pacino- de “Frankie y Johnny”, la hortera de “Casada con todos”, una sensual y oscura Catwoman ... hasta llegar al que para mí ha sido su papel más redondo: Tally en “Íntimo y Personal”.

Michelle es como un ángel etéreo, de una belleza sobrehumana a la que contribuyen esos ojos transparentes y permanentemente acuosos. No es una rubia vulgar, ni una rubia cercana, ni una rubia activa ... Parece que se mueve en otro plano y resulta inalcanzable.

Quizá sus 49 años le hayan restado actractivo para protagonizar películas.

jueves, abril 26, 2007

Vistas poco usuales (2)

¿He dicho alguna vez que me apasiona el Metropolitan?

Trinfadores del Nasdaq posando para la prensa

Marketing religioso en Queens

¡Genial!

Detalle de mi edificio favorito

Nuevo skyline ... de Nueva Jersey

El Flatiron, el primer rascacielos de NYC

Pegatina en una de las mejores croissanterías, en Park West

... Una de las placas en los bancos de Central Park.

Monumento a Dante

miércoles, abril 25, 2007

Vistas poco usuales

La escasez de aparcamiento en NYC propicia soluciones insólitas, como ésta. El coche en la azotea.

No está el tío Sam apuntando con un dedo, pero esta es una oficina de reclutamiento militar en el mismísimo Time Square


A esto se le llama pasarse por el forro las medidas de seguridad laboral. Dos paisanos sobre el brazo del funicular que une Manhattan con la Isla Roosvelt.

Este edificio les resultará familiar. Son las oficinas del gobierno federal en el bajo Manhattan, muy cerca del City Hall. Aparece siempre en la serie "Sin rastro".

Monumento a Benjamin Franklin

Gertrude Stein en los jardines de la Biblioteca Pública


La pintada como pieza publicitaria en el Bronx
Zona de bandas


Por si hay nostalgia de la comida casera, nada como la avenida Roosvelt en Queens.


Uno de los dos cementerios cercanos a Wall Street. Es que piensan en todo.

sábado, abril 21, 2007

Una pandilla desastrosa

En fin, el último viaje ha sido un tanto catastrófico. Llegué ayer en un vuelo con sólo 4 horas de retraso. Mejor dicho, llegué hoy a las 2:00 am, cuando debería haber llegado ayer a las 10:00 pm.

Cuando he enchufado el portátil la pantalla ha seguido tan negra como si estuviera desconectado el pc. El transportista que llevó el equipaje del hotel al aeropuerto admitió que se le había caído la mochila, pero está bien acolchada ... quizá no lo suficiente. Así que estoy con un portátil viejo, lento y que carece de prácticamente todos los programas que no sean básicos. No puedo descargar las fotos ... qué tontería. No puedo hacer nada de nada que no sea maldecir mi mala fortuna.

Y eso que el viaje empezó con buenos augurios. El vuelo salió a su hora, que ya es mucho, sólo que un accidente en la autopista entre Malpensa y Milán hizo que llegáramos al hotel a las 12:30 de la noche. Después de buscar, sin mucha esperanza dicho sea de paso, un lugar dónde nos dieran algo de cenar, nos fuimos a la cama donde atacamos una botella de agua mineral (3,80 tarifa del hotel) y unas galletitas que no quise ni mirar el precio.

No les voy a aburrir con las hazañas que protagonizó la pandilla más torpe de la galaxia, pero les apuntaré que los tres pringaos acabaron con unas fantásticas ampollas en los pies (en mi caso en la mismísima planta del pie), sudando como cochinos (27 grados centígrados cuando en esa jodía ciudad no conocen esa temperatura en abril ni jartos de vino) y con unos 20 kilos de material escrito colgados de las espaldas, en mi caso.

Sin contar la infructuosa búsqueda de un taxi a la 1 de la madrugada y aguantar el choteo de las operadoras de las distintas compañías de radiotaxi milanesas cuando requeríamos un servicio. Así que, el segundo día, a la 1 de la madrugada y de esa guisa (recuérdense los 20 kilos de material en papel y cd) echamos a andar una vez descartada la opción de tirarnos en cualquier portal a pasar la noche.

Nos sonrió la fortuna cuando a los 20 minutos de marcha arrastrada apareció el hada madrina en forma de taxi y nos dejó a la puerta del hotel cerca de las 2.

Eso sí, nos reimos como cosacos embriagados de vodka de patata recordando los colosales esfuerzos de la milanesa Marcela por seducir a Juan Antonio, cuya opción sexual era clara hasta para un inocente infante.

En fin, que pasaré el fin de semana descalza, en camiseta y procurando dormir siestas de pijama y orinal con el propósito de recuperarme un poco físicamente y abordar una semana de trabajo medianamente normal.

La foto completa


lunes, abril 16, 2007

De vacaciones

Hoy he regresado de una semana de vacaciones y mañana me espera trabajo en la península del este. Les dejo una vista.

miércoles, abril 04, 2007

Series de antaño (el regreso ... 9): Las chicas de oro

Hace unos días ví un rostro de una actriz en una serie americana que me sonaba muchísimo. Un rostro familiar, pero envejecido y de pronto me vino su nombre a la memoria: Betty White. Vamos, fue un proceso similar al que desencadenó la serie de series, valga la redundancia. Así que me desdigo de mi propósito de dar por concluído el tópico y añado hoy la que ha sido una de las más originales comedias de la historia de le tele: “Las chicas de oro”.

“Las chicas de oro” se benefició de unos guionistas extraordinarios, capaces de hilvanar unos diálogos absolutamente perfectos, ácidos y divertidísimos. Y también de cuatro estupendas actrices que se convirtieron en paradigmas de sus propios personajes. Blanche la jubilada calentorra; Dorothy la jodida responsable aguafiestas; Rose la paleta entrañable y … la gran, enorme y sarcástica Sophia, la abuela capaz de destrozar los nervios al más templado con su lengua viperina.

Porque la diminuta Estelle Getty conseguía ensombrecer a las otras tres, siempre agarrada a aquel bolso rígido de asas, escudada tras las enormes gafas. “Imaginad, Sicilia, 1925”
Una Sophia capaz de sacar de quicio a diario a su sensata hija, cuya única forma de enfrentarse a la rebeldía adolescente de su madre era recurrir a la amenaza de Prados Soleados. La sóla mención del nombre del asilo conseguía un efecto inmediato.

De pronto comprendimos que la diversión no acababa con la jubilación, que Florida era el Benidorm español y que cuatro mujeres pueden compartir vivienda con cierta paz y armonía, a pesar de Sophia.

“Las chicas de oro” dieron una imagen atractiva de mujeres más cerca de los 60 que de los 50, que no vivían de recuerdos del pasado, sino en su tiempo (a pesar de los inventados recuerdos mafiosos). Los cuatro personajes también caracterizaban los tópicos geográficos americanos: la sureña, la granjera, la inmigrada y la de la costa Este. También retrataba el origen multinacional de los americanos: nórdicos, polacos, franceses o italianos. Faltaba, eso sí, una representación latina o negra, pero tampoco hay que pasarse.