martes, junio 08, 2010

Mujeres desesperantes

Un grupo de mujeres ociosas, con visa platino y pocas preocupaciones no es un espectáculo edificante. No sé cuál es el propósito de la Sexta para producir un programa de esa índole. Francamente, no creo que sea mostrar como viven los ricos, ni despertar envidia por alcanzar ese estatus o, por el contrario, provocar una revolución social.

Las mujeres ricas de la Sexta no lo son tanto. Ricas, ricas son Ana Patricia Botín, su mamá, las Koplowitz, la condesa de Fenosa –si es que sigue viva- incluso la muy rica y no menos hortera baronesa Thyssen, más conocida en el siglo como Carmen (Tita) Cervera. Pero la cosa del arte eleva su nivel.

Estas son simplemente mujeres casadas con maridos adinerados, o divorciadas de hombres adinerados, salvo en el caso de Olivia Valere, que por otro lado es la única parece ganarse la vida por sí misma, aunque el método quizás no sea de lo más edificante.

Las otras cuatro son simplemente cuatro petardas, incultas, sin el más mínimo gusto ni clase y, encima, feas. Porque hay que ver lo fea que es la mujer (o ex mujer, que nunca queda claro) de Claudio Caniggia. O las hermanas esas que parecen clones.

La filosofía de vida de estas señoras es gastar, especialmente la argentina y mi favorita, la almeriense. Ésta es un auténtico fenómeno. Va de fina e intenta enmascarar el acento andaluz, lo que provoca una vocalización extraña y forzada. Oírla hablar de Miró es espeluznante. “El arte me persigue”, confiesa sin ningún rubor. Y empeñada en comprar un cuadro porque ya sabe en qué pared de su casa va a quedar ideal de la muerte.

El día que toca cambiar la ropa de armario, por aquello de la temporada, se pone, la pobre, “atacada”. Y mucho gucci y mucho d&g, pero la peina una amiga. Vamos, no me imagino a una rica-rica afirmando que la peluquera es su amiga, las cosas como son.

Y luego están las hermanas, una tipejas que son capaces de fundirse un dineral en equipamiento para montar en caballo –que no saben- por la sólida razón de que las han invitado a pasar un fin de semana en un cortijo.

Por supuesto, a excepción de la Valere, ninguna trabaja, al menos en los episodios emitidos. Por lo cual es legítimo suponer que las mantiene el marido o el ex. Que dado el tren de vida que llevan, ya es mantener.

La crianza de los hijos, cuando los hay, es también peculiar. En el caso de la (ex) mujer de Caniggia, oshe, que hagan lo que quieran, mira lo lejos que he shegado sho. Así que tenemos a tres adolescentes que no estudian ni trabajan –uno quiere ser pintor- y todos contentos.

La hija de otra mujer supuestamente rica no entiende por qué su madre tiene que interferir llevándosela de compras cuando tiene que estudiar porque está de exámenes. La chica muestra más sensatez que su madre y su tía.

La almeriense asegura está desprovista de instinto maternal y, total, su marido ya tiene un hijo de un matrimonio anterior. Y la Valere, otra vez, mantiene una disciplina férrea no ya sobre sus hijos, que son mayores, sino sobre sus nietos. Y tiene toda la pinta de no consentirles nada, riñendo a los padres de las criaturas si éstas se desmandan.

Resulta todo tan superfluo, banal y previsible que parece una versión cutre de mujeres desesperadas. Pero como culebrón mexicano, siendo generosos.

domingo, junio 06, 2010

Instinto ganador

Si estás acostumbrado a ganar, la derrota te desconcierta. Lo más difícil es recuperar la confianza, tener la decisión de agarrar de nuevo el triunfo. La final de RG de este año tenía todo el suspense del mundo. Nadal ha hecho un buen torneo, no excesivamente brillante, pero bueno.

Hasta tercera ronda no tuvo un rival de entidad, aunque asequible, Hewitt. El partido contra Almagro en cuartos, con dos muertes súbitas, da idea de lo que tuvo que luchar para ganar. El tenista que le apeó el año pasado, además, liquidaba a Roger Federer, devolviéndole la derrota de la final de 2009. Berdych le hizo jugar cinco sets y se llegaba a una final con un mismo protagonista: Soderling.

Al margen de anécdotas sobre el carácter del sueco, no se está entre los diez mejores del mundo por casualidad. Es un gran tenista, con un saque intratable y una derecha venenosa.

La sospecha de que se pudiera repetir otra derrota venía conjurada por la excepcional temporada de tierra que ha hecho Nadal, pero quedaba la duda si sería capaz de alejar fantasmas. Duda despejada.

Rafa ha sacado sensiblemente mejor, hasta se permite hacer media docena de saques directos. El revés le funciona casi tan bien como esa derecha mágica que posee. Y sabe jugar en la red si es necesario. Por si fuera poco, no ha perdido la ambición de ganar, de devolver cualquier bola, de hacer sudar al rival, de exigirle que corra detrás de cada raquetazo e intente devolver el golpe.

Rafa hoy ha estado serio. Hemos visto puntos mágicos, porque sólo un mago puede sacarse de la chistera devoluciones imposibles al borde de la red. Hemos visto el desgaste al que iba sometiendo a Soderling. Un Soderling que en el tercer set no dejaba de resoplar: cómo es posible disponer de 8 pelotas de rotura no ser capaz de convertir ninguna.

Nadal es un excelente tenista, que sabe hacer de la necesidad virtud. Se han visto momentos en que se mostraba ultradefensivo, pero siempre obligando al contrario a jugar una pelota más y, por lo tanto, inducir el error.

No sólo es un estupendo jugador, es también una persona cabal, como se desprende de sus declaraciones a pié de pista. Para él lo más importante era demostrar que era capaz de ganar nuevamente un grand slam, que podía conjurar los fantasmas contra el mismo jugador que le apeó el año pasado.

Mañana recuperará el número 1, pero ese no era el objetivo. El objetivo era dejar claro que seguirá dando mucha guerra durante mucho tiempo.