Si estás acostumbrado a ganar, la derrota te desconcierta. Lo más difícil es recuperar la confianza, tener la decisión de agarrar de nuevo el triunfo. La final de RG de este año tenía todo el suspense del mundo. Nadal ha hecho un buen torneo, no excesivamente brillante, pero bueno.
Hasta tercera ronda no tuvo un rival de entidad, aunque asequible, Hewitt. El partido contra Almagro en cuartos, con dos muertes súbitas, da idea de lo que tuvo que luchar para ganar. El tenista que le apeó el año pasado, además, liquidaba a Roger Federer, devolviéndole la derrota de la final de 2009. Berdych le hizo jugar cinco sets y se llegaba a una final con un mismo protagonista: Soderling.
Al margen de anécdotas sobre el carácter del sueco, no se está entre los diez mejores del mundo por casualidad. Es un gran tenista, con un saque intratable y una derecha venenosa.
La sospecha de que se pudiera repetir otra derrota venía conjurada por la excepcional temporada de tierra que ha hecho Nadal, pero quedaba la duda si sería capaz de alejar fantasmas. Duda despejada.
Rafa ha sacado sensiblemente mejor, hasta se permite hacer media docena de saques directos. El revés le funciona casi tan bien como esa derecha mágica que posee. Y sabe jugar en la red si es necesario. Por si fuera poco, no ha perdido la ambición de ganar, de devolver cualquier bola, de hacer sudar al rival, de exigirle que corra detrás de cada raquetazo e intente devolver el golpe.
Rafa hoy ha estado serio. Hemos visto puntos mágicos, porque sólo un mago puede sacarse de la chistera devoluciones imposibles al borde de la red. Hemos visto el desgaste al que iba sometiendo a Soderling. Un Soderling que en el tercer set no dejaba de resoplar: cómo es posible disponer de 8 pelotas de rotura no ser capaz de convertir ninguna.
Nadal es un excelente tenista, que sabe hacer de la necesidad virtud. Se han visto momentos en que se mostraba ultradefensivo, pero siempre obligando al contrario a jugar una pelota más y, por lo tanto, inducir el error.
No sólo es un estupendo jugador, es también una persona cabal, como se desprende de sus declaraciones a pié de pista. Para él lo más importante era demostrar que era capaz de ganar nuevamente un grand slam, que podía conjurar los fantasmas contra el mismo jugador que le apeó el año pasado.
Mañana recuperará el número 1, pero ese no era el objetivo. El objetivo era dejar claro que seguirá dando mucha guerra durante mucho tiempo.
5 comentarios:
Quitando el primer set, ha sido una masacre
Va a acabar usted haciendo que me interese por el tenis. Reconozco que lo mío obedece a un trauma adolescente, cuando a los 14 años de mi edad, un amigo me ganó jugando sentado en el suelo. Yo sacaba.
Lo de Nadal empieza a ser sobrehumano, y no sólo por el respeto que le muestran los rivales. Apenas me ha parecido verle jugar a más de un 80% de su auténtico nivel -y con menos, a veces-, pero daba la impresión de ser más que capaz de subir el listón cuando el contrario así se lo exigía (como Almagro o Federer, de haber llegado a la previsible final).
Crucemos los dedos, pero esperemos que, a este ritmo, nos dé una alegría en Wimbledon y el Open USA.
Fer: A veces me desespera cuando se pone ultradefensivo, a cinco metros de la línea de fondo, pero al final hay que reconocer que logra buenos resultados.
Pcb: Este es un vicio que no cuesta, más que las siestas de domingo.
Folken: Soderling no se lo esperaba. Es un tipo que me caía antipático, parece ser que le han puesto un asesor para que no resulte tan faltón. La tele no recogió el momento del saludo final, me hubiera gustado verlo.
Es, sin duda el mejor, y como persona parece un tipo bastante sano. Eso le hace ser mejor todavía.
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