miércoles, noviembre 03, 2010

La corrupción

Esta comunidad en la que vivo un día sí y otro también es noticia por la corrupción que en ella impera. De Vinaroz a Orihuela no sé si algún municipio o cargo público se libra.

La corrupción es uno de los delitos más destructivos que existen. Genera injusticia, dilapida los caudales públicos, encarece los precios, vicia a la sociedad y la anestesia y provoca una enorme ineficiencia en el uso de los recursos.

La corrupción favorece que proyectos inútiles, cuando no destructivos, salgan adelante. La corrupción incita a la codicia. La corrupción fomenta la creación de grupos de presión de corte mafioso. La corrupción –hasta ese extremo hemos llegado- ha provocado, que se sepa, hasta un asesinato.

La corrupción promueve otros tipos de delincuencia.

La corrupción no es sólo pagar sobornos o amedrentar a la competencia.

La corrupción es también crear empleos con dinero público que no se necesitan. La corrupción es también fijar sueldos inapropiados para gente cuyas habilidades profesionales o laborales son prácticamente nulas y que tendrían prácticamente imposible obtener un empleo por méritos propios.

Este tipo de corrupción, tremendamente habitual es esta tierra tanto en las administraciones públicas como en cualquier empresa vinculada remotamente con el poder, es el origen de despilfarros que asombrarían.

Los que se benefician de esta corrupción, además, son exigentes y arrogantes. No consienten que se les recuerde cuales son sus obligaciones laborales y, como buenos cachorros caciquiles, recuerdan amenazantes quienes son sus padrinos.

La corrupción es un lastre para el desarrollo, para el empleo estable, para cumplir unos objetivos presupuestarios razonables. La corrupción es mala para la economía, pero es letal para la salud de la sociedad.

Consentir y justificar la corrupción es condenar a un país.

domingo, octubre 03, 2010

Un país de futuro incierto

La semana ha estado protagonizada por la huelga general. Al hilo de lo que escribía Pcbcarp, me pregunto si hoy día tienen algún sentido los sindicatos, más allá de su propia supervivencia y la de sus dirigentes.

Este país, en época de vacas gordas, ha dejado de interesarse por los trabajos más penosos. Agricultura, minería, pesca, construcción, servicios de limpieza –y no sólo domésticos, especialmente contratas municipales- y tantos otros, se nutren de mano de obra emigrante.

Aunque queden puestos de trabajo en esos sectores productivos, es difícil encontrar candidatos nativos.

Pero, por otro lado, se ha maltratado el empleo cualificado gracias a los contratos temporales, los contratos en prácticas o las becas. Durante años, empleados cualificados –y conozco a unos cuantos- han trabajado por sueldos miserables o simplemente por el bonobús.

Estamos viviendo una segunda emigración de jóvenes cualificados que no es que no encuentren trabajo, es que el que se les ofrece es casi en régimen de esclavitud. Y, claro, prefieren otros ámbitos laborales.

A este paso tendremos un país de camareros y cajeras de supermercado; de personal sanitario formado en países subdesarrollados; careceremos de educadores y enseñantes … pero eso no parece importarle a nadie.

Y entre a los que no le importa este futuro están los sindicatos, más preocupados por arramblar más en caso de despido que en este país haya empleo. Al parado, al joven que no encuentra trabajo le importa un pito que le den 45 ó 20 días cuando le despidan. La mayoría de los jóvenes no tienen derecho a cobrar nada en caso de despido: se les acaba el contrato y punto. Otros no reciben ni el finiquito, porque su relación laboral ha estado enmascarada en cualquier artimaña tipo beca o prácticas.

Pero eso, tampoco les preocupa a los sindicatos. Están más pendientes si hay que cotizar 30 años o 20 para cobrar pensión. Da igual. Si los jóvenes actuales no cotizan porque no tienen trabajo, ya me contarán quien va a aportar los fondos para nuestras jubilaciones.

Tenemos un problema y gordo. Estamos perdiendo en todos los ámbitos. Los mejor preparados se marchan, cuando su formación en su mayor parte la ha pagado el Estado. Otros países aprovecharán nuestro esfuerzo. Cualquier país trataría de rentabilizar esa inmensa inversión. Este no. Y eso es culpa de todos, de los gobiernos, de la oposición, de los empresarios y de los sindicatos. Todos más preocupados en el corto plazo, en el beneficio inmediato –electoral o económico- que en el largo plazo; en preparar a este país para estar a la altura de sus vecinos; para tener una parcela de liderazgo en alguna actividad que no sea la de acoger jubilados y tratar comas etílicos y quemaduras de turistas desatados.

sábado, septiembre 11, 2010

Innecesario

Hace un par de semanas acompañé a mi marido a comprar libros. Mientras él buscaba los ejemplares que llevaba en una lista, yo me dediqué a curiosear. Llevaba demasiadas relecturas y pensé que podía intentar leer algo nuevo.
Así que me hice con tres novelas. Aquí sólo hablaré, y brevemente, de una. El título debería ser premonitorio: "Fin". Es la única palabra que hace falta para definir la novela. Con esa única palabra sería suficiente.
Editar ese libro es un atentado contra el medioambiente, el asesinato de árboles inocentes para satisfacer una vanidad y una confianza en las habilidades literarias de alguien que no se justifican.
¿Por qué lo compré? Está editado por Acantilado, una editorial que hasta ahora no me había defraudado, pero alguna tiene que ser la primera vez.
En fin, una novela innecesaria, que ni siquiera es entretenida.
Muy distinta de la otra que compré, y que aun no he terminado, y que sí merece un comentario como es debido.

jueves, agosto 19, 2010

Sistema métrico decimal

Un sistema de medidas universal contribuye al avance de las civilizaciones. Facilita el comercio, delimita las propiedades, determina distancias y nos proporciona información imprescindible para todas las labores humanas.

No hay trabajo que no use las medidas. La falta de uniformidad en los patrones métricos desconcierta. Porque, a ver, ¿a cuántos kilómetros por hora equivalen 60 millas? Es absolutamente necesario saberlo para que no te endilguen una multa o una noche en la cárcel del pueblo en determinados países.

No hay nada más desconcertante que leas en un luminoso callejero que la temperatura es de 38 grados y que estés tiritando de frío. Y ni te cuento si vas a repostar y marcas 40 en el surtidor para ver como la gasolina se desparrama por el suelo, si estás en un país que miden en galones en lugar de litros.

En algunos casos la conversión es fácil, no exacta, pero te da una idea: una libra es algo menos de medio kilo o un galón vienen a ser unos cuatro litros. Pero hay otros patrones más difíciles de traducir, como los dichosos grados Fahrenheit y no digamos ya las medidas de superficie. ¿A cuánto equivale un acre?

Los anglosajones, tan suyos ellos, cuando se estableció un patrón común de medida en 1889, decidieron ir por libre. Cuando el resto del mundo de forma paulatina adoptó el sistema métrico decimal se dio un impulso definitivo a la normalización. Las nuevas medidas desplazaron a varas, codos, leguas, fanegas, onzas y toda suerte de convención métrica.

Esta universalización de las medidas fomentó el comercio, la investigación científica, los trabajos de ingeniería y, en fin, facilitó las relaciones de personas, empresas y países.

La universalización de las medidas ha llegado hasta el dinero. No veas lo que facilita los viajes el euro; la cantidad de inconvenientes y trámites que han desaparecido gracias al euro. Ya no hay que cambiar moneda antes de viajar ni hacer complicados cálculos para saber si un artículo es caro o no y, desde luego, no pierdes luego al cambiar el sobrante ni se queda olvidado el cambio en cualquier bolsillo.

Nos parece, pues, que un sistema de medida común es una buena cosa. Sin embargo, esta aseveración no parece que la compartan los nuevos valores del periodismo televisivo.

Debe ser cosa de sustitutos y becarios, pero en lo que llevamos de mes de agosto, los informativos se han plagado de un nuevo sistema de medida: el campo de fútbol.

¿Se ha producido un incendio forestal? Pues la superficie quemada asciende a 300 campos de fútbol. ¿Lluvias torrenciales? La superficie anegada equivale a 10.000 campos de fútbol. ¿Se está construyendo una presa? Pues la superficie de regadío superará los 100.000 campos de fútbol.

No sé si son secuelas del Mundial, si es afán de darle un toque deportivo y populachero, pero a este paso habrá que hacer un nuevo patrón de medidas. Y es una gilipollez, porque como todo el mundo sabe, las medidas de un campo de fútbol se ajustan al sistema anglosajón, es decir, se mide en yardas.

Me temo que a este paso acabaremos circulando por la izquierda.

martes, agosto 17, 2010

Pepiño

Menos mal que a Pepiño le han recortado el presupuesto de Fomento. Menos mal, porque si tuviera los recursos íntegros, el tráfico por las carreteras nacionales se parecería al de los años 60, cuando los españolitos accedieron al seiscientos y se lanzaban como locos por aquellos caminos intransitables denominados carreteras nacionales.

Aquellas carreteras nacionales, hoy flamantes autovías, cuando no onerosas autopistas de peaje, solían ser objeto de reparaciones justo durante los meses de julio o agosto. A lo mejor dichas obras tenían lugar todo el año, pero el entonces súbdito sólo las veía en estío, cuando se iba de veraneo.

- ¿Ves, Mariano? El ministerio de Obras Públicas está arreglando la carretera. Es que no sabes más que quejarte.

Y así, con tráfico lento o directamente parado, se pasaban las horas hasta llegar al pueblo o, los más pudientes, a las playas de Benidorm, Torremolinos o Guardamar del Segura.

Los dos carriles, se veían reducidos a uno por obras de reparcheo, rebacheo o recuperar el asfalto perdido por mor de la naturaleza invasora. Un propio daba paso ora a estos, ora a aquellos. Y parecía que siempre le caían mejor aquellos, porque los parones siempre parecían más largos a nosotros.

Se atravesaban pueblos y ciudades y, en algunas de ellas, casi se buscaba un lugar donde pernoctar, de lo que se tardaba. El pueblo de Torres Torres en Castellón era inolvidable. Había un embudo molecular –accesible sólo a moléculas- al lado de la iglesia y en alguna ocasión –teniendo en cuenta que sólo tenía capacidad para un vehículo- se quedaba atascado un camión. Hablo de la carretera nacional 231, hoy A-23.

La AP-7, por ejemplo, moría abruptamente en Puzol y cuando llegabas a Valencia conocías el semáforo de Europa, así denominado porque uno podía salir desde Helsinki con destino a Jávea y el primer semáforo con el que se encontraba era precisamente ése.

La autopista, de peaje, hoy llamada del Mediterráneo, volvía a desaparecer entre Xeresa y Ondara. O lo que es lo mismo, justo antes de Gandía y hasta Denia. Eso obligaba a la dichosa travesía de localidades tan poco concurridas en verano como la citada Gandía u Oliva. Por cierto, la AP-7 terminaba en Alicante y de ahí a Murcia, carretera nacional de doble sentido.

A lo que iba, que ya está bien de digresión. A Pepiño le han recortado el presupuesto y parece que lo que le ha quedado me ha caído de lleno. Hace unos días viajamos por la A-1 para ir al pueblo de mi padre. Era un rodeo, pero así nos evitábamos unos 100 km. de carreteras secundarias dejadas de la mano de la Junta de Castilla-León y sus innumerables diputaciones.

Pero Pepiño nos aguardaba con obras entre Aranda de Duero y Burgos. Aquí levanto un trozo de autovía; aquí cambio los guardarrailes; un poco más allá mando pintar; acullá se me ocurre de retocar el arcén … Total, que cada pocos kilómetros los que subían y los que bajaban tenían que compartir vía.

Una vez dejamos Burgos, la cosa empezó a entonarse en la A-231 y llegamos a destino sin más problema.

De regreso pensamos que mejor optábamos por otro camino alternativo a la A-1, de modo que volvimos a optar por dar un rodeo de unos 65 km. para no dejar de transitar por autovía. Maniáticos que somos.

Así que retomamos la A-231 hasta León para allí enlazar con la A-66 en Benavente. Pues si la A-231 se había portado como una campeona a la idea, en el nuevo itinerario decidió que nos íbamos a enterar. Nos íbamos a enterar de que se están realizando las obras del tren de alta velocidad ¡Palencia-León!

De modo que la autovía, de nuevo, se convirtió en carretera de dos sentidos cada vez que nos cruzábamos con un puente ferroviario. Y aseguro que son muchos. No sé si son necesarios, ya que teóricamente la vía del tren y la autovía van al mismo sitio y, por tanto, podrían ir paralelas. O de nuevo nos ha tocado el ingeniero becario o una constructora se está poniendo las botas. Eso al margen de si es necesario un tren de alta velocidad entre Palencia y León y no sería más adecuado un servicio regional decente, con buenos trenes, frecuencias adecuadas y rapidez.

En fin, una vez en León accedimos a la A-66 y en Benavente a la A-6 hasta Madrid. Pero la cosa no mejoró. No mejoró en absoluto. De nuevo tropezamos con obras y más obras: ampliaciones de carriles –no acabo de comprender porque cuando se amplía la plataforma te quitan un carril-, nuevas variantes, reparaciones … incluso en la AP-6, es decir, en el tramo de peaje, transitamos unos 20 km. por un solo carril, 20 km. que, por supuesto, no fueron descontados de la tarifa. Aunque en menor medida, las obras tampoco nos abandonaron en la A-3, pero fueron más llevaderas.

En resumen. Hicimos unos 1.400 km por autovía y calculo que en más de 400 tropezamos con obras. Menos mal que le han recortado el presupuesto.

domingo, julio 18, 2010

Obras

Lo que iba a ser una obra de dos semanas se ha convertido en una batalla de un mes. Y confío en que no vaya a más. La casa está llena de polvo, y por mucho que se limpie, casi inmediatamente después aparece una pátina blanca sobre toda superficie.

El regreso a casa por la tarde provocaba un temblor: ¿qué me voy a encontrar hoy? ¿podré dormir en mi cama? Y, sobre todo, ¿lo estarán haciendo medianamente bien o rematadamente mal?

Y, por supuesto, te encontrabas con cosas hechas rematadamente mal, que a nadie en su sano juicio y con dos dedos de sensatez se le ocurrirían, por ejemplo, si las baldosas del piso tenían que colocarse de forma longitudinal, se pusieron de forma transversal. Debía ser que decidieron “innovar” y ya que en algunas habitaciones las habían puesto como mandan los cánones, probaron otras posibilidades. En resumen, tres días perdidos en una sola pieza.

La obra se fue convirtiendo en una suerte de asedio. Hoy perdemos el uso de esta habitación, mañana cae en sus manos otra posición … Llegó un momento en que nos quedamos atrincherados entre la cocina, un dormitorio y un baño.

Mi hija –la que queda en casa- decidió irse unos días a Madrid con sus abuelos, ante la posibilidad nada lejana de tener que dormir con los perros. Mi marido –al que no se le puede despojar de su cama porque se niega a dormir- acabó pasando un par de noches en el sofá, rodeado de trastos y muebles tapados con sábanas y plásticos.

Luego surgieron los daños colaterales, unos anunciados y otros escamoteados.

- Señora, tengo una mala noticia. Al mover el cristal de la mesa, se ha roto.

Se ha roto él solito. Un cristal que entre mi marido y yo habremos movido no menos de cincuenta veces y al que nunca le pasó nada.

- Pero no se preocupe, si tiene seguro, el seguro se lo paga.

Y tú recuerdas que tu seguro no cubre los daños del mobiliario, te acuerdas de toda su familia y piensas, todavía te queda por cobrar la tercera parte de lo presupuestado.

Los daños escamoteados: el pilar de una estantería rajado de arriba abajo. Pero con un poco de cola esto ni se nota. Fallo: sorprendo al operario intentando arreglarlo. Me mira con cara compungida y asegura –falsamente, por supuesto- que va a quedar como nuevo. Una raya blanca de cola recorre ahora el pilar. Ha quedado como nuevo, efectivamente, como si hubiera recuperado la estantería de un contenedor.

Aparecen también algunos enchufes arrancados de la pared, pero eso lo arreglamos en un pispas. Y te preguntas, ¿era necesario arrancar los enchufes de la pared? ¿Qué tirones no habrán dado a los cables?

Descubro a uno de los operarios retocando pintura subido a una silla de comedor, una silla que es el mueble al que más aprecio, una jodida silla de Jaume Tresserra que hace más de 20 años costó, cada unidad, una cifra escalofriante. Le afeo su conducta y le sugiero que utilice la escalera, que para eso está.

Y el polvo, el omnipresente polvo. Han usado la jodida radial en todas y cada una de las habitaciones. Joder, podían haber reservado un cuarto para cortar y habríamos tenido el resto de las habitaciones con polvo, sí, pero no con estas toneladas que se han asentado.

Las tareas de limpieza han sido agotadoras, y no han terminado. Siguen apareciendo motas de pintura microscópicas aquí y allá. Inexplicablemente aparecen churretes en muebles que estaban prácticamente embalados en plástico y quitar la pintura de algunas lámparas está siendo una prueba de resistencia. Y los cristales, con una pátina blanca que excluye el uso de cualquier cortina.

Apenas reconozco mi fiel escalera de aluminio de seis peldaños. Está completamente cubierta de una gruesa capa de escayola. ¡Pero si la escayola era para el techo de la cocina!

Un día aparecen perfectamente tapados con escayola los orificios de ventilación de la cocina que exige la normativa de gas y que deben ir tapados con una rejilla. Hay que romper de nuevo la escayola y la cocina vuelve a llenarse de polvo insidioso.

Mañana es el último día. Hoy tenemos que hacer la lista de defectos y desperfectos. Es fácil. Casi ninguna puerta cierra en condiciones; la barandilla de la escalera ha perdido la fijación; se han olvidado de pintar entre unos enchufes de comedor, con lo que la pared presenta dos colores incompatibles entre sí … En fin, retoques, retoques. Con suerte, un par de días más.

Pero la casa ha quedado monísima.

martes, junio 08, 2010

Mujeres desesperantes

Un grupo de mujeres ociosas, con visa platino y pocas preocupaciones no es un espectáculo edificante. No sé cuál es el propósito de la Sexta para producir un programa de esa índole. Francamente, no creo que sea mostrar como viven los ricos, ni despertar envidia por alcanzar ese estatus o, por el contrario, provocar una revolución social.

Las mujeres ricas de la Sexta no lo son tanto. Ricas, ricas son Ana Patricia Botín, su mamá, las Koplowitz, la condesa de Fenosa –si es que sigue viva- incluso la muy rica y no menos hortera baronesa Thyssen, más conocida en el siglo como Carmen (Tita) Cervera. Pero la cosa del arte eleva su nivel.

Estas son simplemente mujeres casadas con maridos adinerados, o divorciadas de hombres adinerados, salvo en el caso de Olivia Valere, que por otro lado es la única parece ganarse la vida por sí misma, aunque el método quizás no sea de lo más edificante.

Las otras cuatro son simplemente cuatro petardas, incultas, sin el más mínimo gusto ni clase y, encima, feas. Porque hay que ver lo fea que es la mujer (o ex mujer, que nunca queda claro) de Claudio Caniggia. O las hermanas esas que parecen clones.

La filosofía de vida de estas señoras es gastar, especialmente la argentina y mi favorita, la almeriense. Ésta es un auténtico fenómeno. Va de fina e intenta enmascarar el acento andaluz, lo que provoca una vocalización extraña y forzada. Oírla hablar de Miró es espeluznante. “El arte me persigue”, confiesa sin ningún rubor. Y empeñada en comprar un cuadro porque ya sabe en qué pared de su casa va a quedar ideal de la muerte.

El día que toca cambiar la ropa de armario, por aquello de la temporada, se pone, la pobre, “atacada”. Y mucho gucci y mucho d&g, pero la peina una amiga. Vamos, no me imagino a una rica-rica afirmando que la peluquera es su amiga, las cosas como son.

Y luego están las hermanas, una tipejas que son capaces de fundirse un dineral en equipamiento para montar en caballo –que no saben- por la sólida razón de que las han invitado a pasar un fin de semana en un cortijo.

Por supuesto, a excepción de la Valere, ninguna trabaja, al menos en los episodios emitidos. Por lo cual es legítimo suponer que las mantiene el marido o el ex. Que dado el tren de vida que llevan, ya es mantener.

La crianza de los hijos, cuando los hay, es también peculiar. En el caso de la (ex) mujer de Caniggia, oshe, que hagan lo que quieran, mira lo lejos que he shegado sho. Así que tenemos a tres adolescentes que no estudian ni trabajan –uno quiere ser pintor- y todos contentos.

La hija de otra mujer supuestamente rica no entiende por qué su madre tiene que interferir llevándosela de compras cuando tiene que estudiar porque está de exámenes. La chica muestra más sensatez que su madre y su tía.

La almeriense asegura está desprovista de instinto maternal y, total, su marido ya tiene un hijo de un matrimonio anterior. Y la Valere, otra vez, mantiene una disciplina férrea no ya sobre sus hijos, que son mayores, sino sobre sus nietos. Y tiene toda la pinta de no consentirles nada, riñendo a los padres de las criaturas si éstas se desmandan.

Resulta todo tan superfluo, banal y previsible que parece una versión cutre de mujeres desesperadas. Pero como culebrón mexicano, siendo generosos.

domingo, junio 06, 2010

Instinto ganador

Si estás acostumbrado a ganar, la derrota te desconcierta. Lo más difícil es recuperar la confianza, tener la decisión de agarrar de nuevo el triunfo. La final de RG de este año tenía todo el suspense del mundo. Nadal ha hecho un buen torneo, no excesivamente brillante, pero bueno.

Hasta tercera ronda no tuvo un rival de entidad, aunque asequible, Hewitt. El partido contra Almagro en cuartos, con dos muertes súbitas, da idea de lo que tuvo que luchar para ganar. El tenista que le apeó el año pasado, además, liquidaba a Roger Federer, devolviéndole la derrota de la final de 2009. Berdych le hizo jugar cinco sets y se llegaba a una final con un mismo protagonista: Soderling.

Al margen de anécdotas sobre el carácter del sueco, no se está entre los diez mejores del mundo por casualidad. Es un gran tenista, con un saque intratable y una derecha venenosa.

La sospecha de que se pudiera repetir otra derrota venía conjurada por la excepcional temporada de tierra que ha hecho Nadal, pero quedaba la duda si sería capaz de alejar fantasmas. Duda despejada.

Rafa ha sacado sensiblemente mejor, hasta se permite hacer media docena de saques directos. El revés le funciona casi tan bien como esa derecha mágica que posee. Y sabe jugar en la red si es necesario. Por si fuera poco, no ha perdido la ambición de ganar, de devolver cualquier bola, de hacer sudar al rival, de exigirle que corra detrás de cada raquetazo e intente devolver el golpe.

Rafa hoy ha estado serio. Hemos visto puntos mágicos, porque sólo un mago puede sacarse de la chistera devoluciones imposibles al borde de la red. Hemos visto el desgaste al que iba sometiendo a Soderling. Un Soderling que en el tercer set no dejaba de resoplar: cómo es posible disponer de 8 pelotas de rotura no ser capaz de convertir ninguna.

Nadal es un excelente tenista, que sabe hacer de la necesidad virtud. Se han visto momentos en que se mostraba ultradefensivo, pero siempre obligando al contrario a jugar una pelota más y, por lo tanto, inducir el error.

No sólo es un estupendo jugador, es también una persona cabal, como se desprende de sus declaraciones a pié de pista. Para él lo más importante era demostrar que era capaz de ganar nuevamente un grand slam, que podía conjurar los fantasmas contra el mismo jugador que le apeó el año pasado.

Mañana recuperará el número 1, pero ese no era el objetivo. El objetivo era dejar claro que seguirá dando mucha guerra durante mucho tiempo.

miércoles, mayo 19, 2010

Usted, en mi lugar, haría lo mismo

Pido una reforma urgente del Código Penal. Exijo eximente completa para los homicidios en los que concurran determinadas circunstancias.

A lo mejor soy yo, que no uso el transporte público más que cuando viajo, así que hasta hoy -por una acumulación de hechos-no me había planteado seriamente arrebatar la vida a al menos cuatro personas. Y son muchas para menos de 24 horas.

La cosa empezó en el tren hasta Madrid. Un viajero dos filas más atrás estaba “hasta los huevos de tanto cachondeo. Este tío me va a oir”. Cuando llevábamos así cuatro o cinco minutos decidí ponerme los auriculares que gentilmente obsequia Renfe, porque la conversación del fulano me impedía concentrarme en la novela que me había comprado en la estación.

Transcurrió el viaje sin más incidente. Pero por la tarde, mientras regresaba al hotel en autobús urbano, una piruja aseguraba justo detrás de mí que “me van a sacar una historia con Víctor Janeiro (…) y nos han invitado a visitar unas bodegas de Rumasa”.

La del asiento al otro lado del pasillo informa a todo el autobús que Luisa está embarazada y que ella, la del autobús, tiene ocho exámenes en las próximas semanas y no puede salir de marcha. Pero mientras esta última -llevamos ya más de 10 minutos de conversación- sigue hablando con su amiga recién casada (Luisa), la del asiento delantero eleva el nivel a niveles insospechados.

“Pues lo que tiene que hacer tu padre es ir al notario, lo que uno hace cuando se está muriendo es testamento”.

Señor juez, usted en mi caso ¿no les reventaría la cabeza a todos?. ¿Por qué la gente te empeña en ventilar a voces por el móvil asuntos privados en espacios públicos?

sábado, mayo 15, 2010

El laberinto educativo

Todo el mundo parece estar de acuerdo en una cosa: el sistema educativo en este país es un desastre. Otra cosa es la solución. El deterioro de la enseñanza en España es parejo a la conquista de las libertades, aunque parezca una paradoja. En mi poco cualificada opinión –mi única fuente es mi propia experiencia como madre- hay múltiples factores que han hecho que la enseñanza haya desembocado en tan desastrosa situación.

Por un lado, unas reformas que no sé a qué atendían. Se empezó por denostar el conocimiento memorístico y la memoria empezó a ser una cualidad poco apreciada y de mal gusto, a tenor de las más modernas corrientes pedagógicas. Así que una de las características propias del ser humano dejó de utilizarse, con el consiguiente deterioro del desarrollo intelectual.

Se arrinconó la memoria y se bajó el listón, para que no hubiera tanto fracaso escolar. Como seguía produciéndose dicho fracaso, se volvió a bajar el listón, y se bajó el listón y se bajó el listón … y así hasta el momento actual. Los niños pasaban de curso aunque fueran analfabetos funcionales.

De hecho, cada vez hacía falta menos esfuerzo para pasar el curso. Desafortunadamente, los conocimientos se adquieren con esfuerzo, de modo que nuestros niños cada vez eran más ignorantes.

Las materias complicadas, esas que exigen estudio y, por lo tanto, esfuerzo se fueron banalizando. Los niños podían utilizar las calculadoras en las operaciones aritméticas más sencillas, por ejemplo, impidiéndoles adquirir habilidades de cálculo que, al fin y al cabo, contribuyen al desarrollo intelectual.

En la enseñanza secundaria se fueron eliminando materias que se consideraban “inútiles”, como el latín. Parece que nadie se dio cuenta de que el latín resulta ser una herramienta de primera para el estudio de las lenguas, y no sólo las derivadas de él, sino de otras cuyos fundamentos son muy similares. Además, el latín es una lengua “lógica” que ayuda de forma determinante a la formación intelectual, a la comprensión.

Los diques de selección se eliminaron. Para acceder a la enseñanza secundaria había que superar un examen de mínimos –el ingreso de bachiller-, posteriormente se pasaba la reválida “de cuarto” para continuar en el bachillerato superior y una nueva reválida para llegar al curso previo a la universidad. La implantación del COU conllevó la eliminación de dicha reválida, aunque se mantuvo la prueba de acceso a la universidad. Es decir, se quitaron tres filtros que iban depurando a los mejores alumnos. No siempre los más inteligentes, también los más esforzados.

El que no superaba el filtro tenía otras opciones educativas a través de los bachilleratos laborales. De ahí salieron generaciones de mecánicos, carpinteros, electricistas … y muchos de ellos pudieron acceder posteriormente a las titulaciones de peritaje, lo que hasta el año pasado se conocían como carreras técnicas: aparejadores –o como demonios se llame hoy, creo que gestores de la edificación, pasando por arquitectos técnicos-, ingenieros técnicos, topógrafos, técnicos aeronáuticos, electrónicos …

Mientras tanto, España pasó de ser “una, grande y libre” (lo de libre es un sarcasmo), al país de las autonomías con competencias educacionales. Y ahí ya fue el acabose. La historia, la geografía, la lengua y casi todas las materias de humanidades se constriñeron según el ámbito geográfico. Si en los viejos sistemas educativos se estudiaba historia de España, se sustituyó por la historia de mi pueblo. Dejamos de tener una historia común, una geografía común y una lengua común.

El horizonte se estrechó, la mirada dejó de ser universal. Si en mis años de bachiller elemental hasta el más torpe de mi clase sabía de corrido y salteadas las capitales de Europa, ahora no se saben ni las capitales autonómicas.

La enseñanza se ha vuelto utilitaria, pero utilitaria de lo inmediato. El desarrollo intelectual, los mecanismos que nos permiten seguir aprendiendo, se han limitado hasta extremos que sólo se considera razonable el estudio de lo económicamente rentable en el momento.

Y si no había suficientes plagas que atacaran a la enseñanza, se unió el cambio de las relaciones familiares y la pérdida de autoridad paterna. Más que pérdida de autoridad, dejación de responsabilidades.

Los padres dejaron de exigir para consentir. En lugar de ser una figura de autoridad, una guía de comportamiento, los padres se convirtieron en protectores. Ya no se corregían las conductas anómalas, se justificaban. El castigo se sustituyó, en el mejor de los casos, por el soborno, aunque lo más habitual fue su supresión.

Ante la ausencia de autoridad paterna, la autoridad del maestro –reflejo de la primera- se desvaneció. Los padres olvidaron que la enseñanza es competencia de la escuela, pero la educación es su responsabilidad. Y sin educación es complicado enseñar.

Ahora, cuando todos los indicadores hacen saltar las alarmas, los organismos internacionales nos señalan con el dedo y los pocos cerebritos que quedan huyen de la quema, nos llevamos las manos a la cabeza, pero somos incapaces de encontrar una salida a este laberinto. Un problema que exige acuerdos mínimos, pero no sólo de las fuerzas políticas –que no están por la labor-, sino también de educadores y padres. Y éstos, me temo, tampoco están muy concienciados.

martes, mayo 11, 2010

O tempora o mores

Mi hija me ha dado una alegría inmensa. Anoche nos anunció que hoy participará en una concentración estudiantil frente al Rectorado. Por fin, mi hija daba muestras de concienciación social. Va a protestar contra la injusticia, contra la arbitrariedad, contra la falta de libertad. Estoy orgullosa. De ella y de los, sin duda, miles de estudiantes de su universidad que le van a cantar las cuarenta al Rector.

Miles de universitarios se manifestarán hoy contra la anulación de las clásicas paellas y la reducción de las plazas de aparcamiento. O tempora o mores.

lunes, mayo 10, 2010

La ciudad devastada

La ciudad, el burgo, es quizá la seña de identidad más relevante de la sociedad humana. La ciudad es consustancial a la sociedad, es el lugar físico en el que se desarrollan actividades, se comparte y se dinamiza la vida. La ciudad es un motor de avance humano desde la antigüedad.

En los últimos 50 años, sin embargo, políticos, especuladores y ciudadanos –que también tenemos nuestra culpa- nos hemos cargado muchas ciudades. Ahora no tenemos ciudades para vivir, sino ciudades escaparate, ciudades dormitorio, ciudades turísticas.

Pero hemos despojado a las ciudades de su carácter: el lugar donde convivía la tienda, el taller, el negocio, los vecinos, los colegios, los mercados. Hemos arrojado de las ciudades todo aquello que era “incómodo” hacia polígonos industriales. Hemos cambiado la geografía comercial eliminando las pequeñas tiendas y creando centros comerciales –todos iguales, todos con la misma oferta- en las orillas de las autovías. Hemos expulsado a los vecinos a barriadas dormitorio. Hemos dejado de ser vecinos.

Los arquitectos en el siglo XX se metieron también a urbanistas y diseñaron ciudades ideales en las que cada zona tenía un uso. Lo maravilloso de la ciudad es la capacidad de convivencia de diversos usos. Se cambian las viviendas por “unidades habitacionales”. Ya no se vive, se tiene una habitación dónde ir a dormir, no dónde vivir.

Algunas urbes, sin embargo, consiguen mantener ese carácter, a pesar de los intentos por destruirlas. Por ejemplo, en el estudio Mercaciudad, que mide diversos parámetros, resulta que las mejores ciudades para vivir son aquellas que no destacan ni por su monumentalidad ni por sus grandes obras: Pamplona, Santander, Logroño, Murcia, San Sebastián, Albacete, Zaragoza, Oviedo, Gijón y Cáceres.

Ninguna recibe un turismo masivo, salvo momentos puntuales. Ninguna es una ciudad monumental. Ninguna ha emprendido obras “para poner en el mapa” a la ciudad (salvo Zaragoza con la Expo).

Una reflexión sobre el papel de la ciudad en la sociedad actual debería ser obligada para los próximos candidatos. Ciudades hechas a medida humana; ciudades para ser vividas y no ciudades para ser fotografiadas.

miércoles, mayo 05, 2010

Falta de discurso

Detesto las tautologías, pero nuestros políticos, especialmente los de derechas, son unos verdaderos fanáticos. “Hemos hecho lo que había que hacer”, decía Aznar cuando se criticaba alguna actuación irregular de su gobierno. “Grecia está como está”, asegura Rajoy.

La tautología enmascara la ausencia de discurso, de argumentos. La tautología es miseria intelectual, pensamiento repetitivo e irreflexivo.

El abuso de las expresiones tautológicas deja traslucir desprecio hacia el intelecto del receptor del mensaje: hablamos para tontos. También es un discurso sólo para adeptos.

La derecha, además de la tautología, utiliza términos universales para referirse a su exclusivo punto de vista: “todos los españoles opinan”, “todos los españoles piensan”, “todos los españoles están en contra de ...”.

Estas formas de exponer su pensamiento indican, precisamente, la falta del mismo. Pero me temo que estamos ya embrutecidos.

Otro día, cuando tenga ganas, me meteré con la ¿izquierda?

martes, mayo 04, 2010

¿Vale la pena?

César Mallorquí, novelista y propietario de un blog para mí imprescindible, ha tenido la humorada de considerar esta bitácora como una de las diez mejores que conoce. El blog “vale la pena”.

Además del bochorno que me produce cualquier halago, tengo que darle mis más rendidas gracias, aunque me reproche que no actualice el espejo con la frecuencia que debiera. Y tiene razón.

No leo 10 blogs, ni mucho menos. Realmente sólo leo aquellos que me interesan y, a veces, vislumbro otros, así que me limitaré a citar aquellos que realmente me aportan algo o que me incitan a participar.

Por razones obvias no citaré a La Fraternidad de Babel, pero aquí van mis imprescindibles:

Algún Día, Folken, La Barra Virtual. Lamentablemente, otros blogs que antes consultaba a menudo han desaparecido.

Gracias de nuevo, César.

sábado, abril 24, 2010

LBJ (2)


La década de los 60 fue de una desconocida prosperidad económica en Estados Unidos. Prácticamente había pleno empleo y los sueldos eran buenos. Las familias podían acceder a casas en propiedad y adquirían coches. Hollywood retrató ese ambiente en multitud de películas: una madre monísima con un delantal impoluto preparando tartas en una cocina de ensueño; unos niños repipis y con el punto justo de travesura y un padre encantador que se pasaba el fin de semana segando el césped.

Parece mentira que en un entorno así resultara que los 60 fueran una década plagada de convulsiones sociales. Por una parte estaba el movimiento pro derechos civiles que en sí no inducía a la violencia, pero sí su represión y la reacción de los sectores contrarios a que los negros tuvieran derechos. Pero de ello ya se ha hablado en este blog.

La otra gran causa de violencia en las calles fue Vietnam. La participación norteamericana en el conflicto de Indochina se remonta al mandato de Eisenhower. El ejército norteamericano mantenía asesores militares y personal de mantenimiento, pero en principio no participaban en los combates. Fue JFK quien intervino política y militarmente en el país, propiciando un golpe de Estado que puso a la cabeza del país a un títere, Nguyen Van Thieu.

Cuando LBJ accedió a la presidencia se encontró con un conflicto bélico heredado y, tal y como evolucionó, difícil de sacarse de las manos, aunque personalmente estaba en contra. La guerra fue utilizada, además, como argumento electoral tanto por republicanos como demócratas, como una extensión de la guerra fría. Vietnam se había convertido en un campo de batalla entre comunistas y capitalistas. Un campo de batalla en el cual quien menos tenía que decir era la población: sin un ejército estructurado y entrenado y ayuno de armamento, incapaz de hacer frente al ejército del norte y a la guerrilla, cada vez más numerosa.

En 1967 Johnson estaba preso de una guerra que nunca le gustó: “En ocasiones –dijo ante el Congreso- nos vemos compelidos a escoger un gran mal para prevenir otro mayor. Ojalá pudiera informarles de que el conflicto bélico está próximo a acabar. No puedo hacerlo. Hemos de hacer frente a más gastos, más pérdidas de vidas humanas y más angustia, porque el fin todavía no ha llegado”.

Es más que conocido el malestar creciente de la sociedad americana ante la guerra de Vietnam. Hay que recordar que todavía existía el servicio militar obligatorio, de forma que cualquier joven podía ser enviado a la otra punta del mundo a combatir con enemigos invisibles por una causa que desde luego no entendían.

Los medios de comunicación americanos tampoco fueron generosos con la participación de su país en Vietnam. La información sobre excesos cometidos por las tropas americanas – tampoco existía la férrea censura actual que impide la difusión de imágenes particularmente incómodas- unida a las continuas bajas, las muertes de civiles, los heridos y el regreso de jóvenes atrapados en el mundo de las drogas –el opio era uno de los más importantes recursos económicos vietnamitas- no contribuyó a aumentar apoyos.

Las acciones en protesta por la guerra de Vietnam se extendieron por todo el país. Los jóvenes veían su futuro truncado, muchos huían a Canadá para eludir sus obligaciones militares. Los campus universitarios se convirtieron en campos de batalla.

En 1967, Nixon publicó un artículo en el que afirmaba que Estados Unidos en sólo tres años había pasado de vivir la década de mayor progreso social a ser uno de los países más violentos. Aseguraba que esto se debía a la falta de autoridad y a la ausencia de respeto por la ley.

Acusaba a la administración Johnson de permisividad hacia los “partidarios de una causa concreta” y tolerancia hacia el crimen. Concretamente, Nixon no se cortó un duro en señalar a los negros como origen del aumento de la criminalidad, asegurando que existía una “cierta simpatía respecto de las injusticias que habían sufrido en el pasado los que ahora son criminales”.

El argumento de ley y orden de los republicanos fue decisivo en la campaña que llevó a Nixon al poder. Un argumento que se reforzó con la intención manifestada por el candidato demócrata McGovern, de retirar las tropas de Vietnam y que fue contestada por los republicanos como una muestra de debilidad frente al enemigo comunista.

miércoles, abril 14, 2010

Milan

Estoy en Milán. Reventada. Un auténtico tour de force para mi maltrecha pierna, pero ha aguantado como una campeona.
A la vuelta seguiré con LBJ.
De momento, esto parece la alfombra roja de los Oscar, con tanto diseñador divino. Phillipe Stark, los Campana, Urquiola ...

domingo, abril 04, 2010

LBJ (1)


Tres son los aspectos más notorios del mandado de Johnson: la guerra de Vietnam, la lucha por los derechos civiles y la carrera espacial. Los tres los heredó de su antecesor, JFK.

Lyndon Johnson, como todo el mundo sabe, accedió a la presidencia de Estados Unidos tras el asesinato de JFK y posteriormente ganó las elecciones de 1964. La imagen que nos ha trasmitido Hollywood y las televisiones es la de un patán texano, ataviado con sombrero y botas de montar. Sin embargo, ha sido, probablemente, el presidente que más ha hecho por la igualdad social en los Estados Unidos desde la segunda guerra mundial hasta el presente.

La década de los 60 fue la de la gran lucha contra la discriminación racial. En 1954 el Tribunal Supremo había abolido las leyes de segregación racial, abolición que afectó fundamentalmente a la segregación realizada desde los propios estados. Esto afectó, por ejemplo, a la escolarización.

Sin embargo, el movimiento segregacionista sureño no hizo mucho caso. El KKK campaba a sus anchas y las amenazas, palizas y asesinatos quedaban impunes. Hasta 1955 en el que la víctima, un adolescente de Chicago, fue apaleado, disparado y arrojado a un río en el estado de Mississippi.

Las fotografías del cadáver se difundieron ampliamente por todo el país. Los asesinos, dos blancos, fueron juzgados y declarados inocentes. La decisión del jurado provocó una oleada de ira en el norte y la reactivación del movimiento a favor de los derechos civiles.

Sólo un año más tarde se produjo el caso Rosa Parks, el del autobús, que concluyó con la abolición de la ley de segregación en el transporte público.

Hay que señalar que el sur en aquellos días estaba en manos de los demócratas y hasta el propio gobernador de Arkansas impidió a estudiantes negros acudir a clase en un colegio para blancos, una vez prohibida la segregación. Hasta el republicano presidente Eisenhower tuvo que mandar a los paracaidistas para hacer cumplir la ley.

El ambiente lejos de normalizarse se caldeó. En Mississippi una treintena de agentes federales resultaron heridos de bala en 1962 cuando protegían a un estudiante negro que hizo valer su derecho a acudir a la universidad.

La situación ya no era que los blancos quedaban impunes de sus crímenes; es que las fuerzas del orden atacaban a los negros con una violencia inusitada cuando reivindicaban sus derechos. Las imágenes de niños atacados por perros azuzados por los propios agentes de le ley o derribados con agua de las mangueras de los bomberos indignaron aun más a la población del norte.
Pero la gota que colmó el vaso fue el asesinato en 1964 de Michael Schwerner, Andrew Goodman y James Chaney, hecho ampliamente conocido especialmente por la película “Arde Mississippi”.

Esta era la situación racial que se encontró Lyndon Johnson cuando ganó las elecciones en 1964. Y esto fue lo que declaró un año más tarde.

“Como hombre de profundas raíces sureñas que soy, sé cuan crueles resultan los prejuicios racistas. Sé cuan difícil es cambiar las actitudes y la estructura de nuestra sociedad. Sin embargo, ha pasado un siglo desde que los negros fueron declarados libres y, a día de hoy, aún no lo son plenamente (…) Ha pasado un siglo desde que les fue prometida la igualdad y todavía los negros no son iguales. Ha pasado un siglo desde el día en que se hizo esa promesa y la promesa no se ha cumplido. Ha llegado, pues, la hora de la justicia”.

El discurso lo pronunció al presentar la Ley de Derechos Electorales, la ley que garantizaría el derecho a voto de los negros.

domingo, marzo 28, 2010

El precusor de Obama

“Un seguro médico completo en Estados Unidos es una idea cuya hora ha llegado ya. Procedamos ahora a garantizar a todos los ciudadanos los recursos económicos necesarios para acceder a una atención médica de calidad”.

Barak Obama no pronunció esta frase cuando se presentó la iniciativa ante el Congreso; ni cuando fue aprobada; ni siquiera cuando hace una semana firmó la ley de reforma sanitaria.

Esta frase la pronunció en 1974 Richard Nixon, el innombrable. El presidente republicano maldito. Porque aunque parezca mentira, Nixon defendió el derecho a una atención sanitaria universal, sólo que, como en anteriores y posteriores ocasiones, los lobbies de las aseguradoras y las farmacéuticas, abortaron los intentos.

El mandato de Richard Nixon ha quedado marcado por el Watergate. Sin embargo, su presidencia fue algo más que un chapucero caso de espionaje. Nixon, por ejemplo, fue quien impulsó la creación de la EPA, la Agencia Federal del Medioambiente, que ahora celebra el 40 aniversario de su fundación, y promulgó varias disposiciones protectoras de la conservación de la naturaleza.

También puso fin en 1973 a la participación norteamericana en la guerra de Vietnam; inició relaciones con China y puso las bases para las negociaciones con la URSS para la limitación de armas estratégicas.

Aunque republicano, su `política fiscal fue más propia de un demócrata: aumentó los impuestos a las rentas más elevadas y persiguió la evasión de capitales con destino a paraísos fiscales.

sábado, enero 30, 2010

Futuro negro zaíno

Nuestros políticos están dispuestos a amargarnos la existencia. Ahora se ha puesto de moda en toda Europa atrasar la edad de jubilación. Hasta los 67. Aquí, como siempre llevamos una demora de un lustro más o menos, la propuesta ha llegado ahora, cuando en otros países ya se está aplicando.

Todo resulta un tanto incongruente. Hemos visto que en el pasado próximo las prejubilaciones estaban a la orden del día. Compañeros míos de facultad, de mi edad o como mucho dos años más, están ahora felizmente prejubilados. Una buena pensión, tiempo para dedicarse a lo que deseen -columnistas, tertulianos, escriben libros, dan clase o asesoran- sacándose un sobresueldo que les permite algún que otro lujo. Sobre todo, el lujo de vivir despreocupadamente y hacer lo que les da la gana.

Pues eso, que durante bastantes años han expulsado del mundo laboral a gente perfectamente válida a la que ahora hay que pagarle una pensión. Y como resulta que ya son demasiados los pensionistas, a los que quedamos nos toca ampliar nuestra edad activa.

No sólo eso. Algunas lumbreras también europeas están proponiendo aumentar la jornada laboral a 60 horas. Si no me falla la aritmética, 60 horas suponen 10 horas diarias seis días a la semana. Que ya es. Descanso dominical y gracias.

Diez horas diarias más dos de ir y volver hacen 12 horas. Más las 8 que exige el necesario reposo, hacen 20, lo que deja 4 horas para vivir. A ver como casa eso con la conciliación familiar de la que tanto hablan los mismos políticos que nos quieren convertir en galeotes.

Y si no podemos dedicar tiempo a tener hijos, la pirámide de población -esa que dicen los demógrafos que ahora obliga a ampliar la edad de jubilación- seguirá reduciéndose y, por lo tanto, habrá que aumentar aun más la edad de retiro.

Esto no es más que una conspiración. Cuando uno llegue (si es que llega) a los 67 después de trabajar -no lo quiera el pueblo soberano- 60 horas semanales, lo normal es que esté tan reventado que disfrute poco tiempo su tan trabajada pensión.

De este modo habrá menos pensionistas y, por lo tanto, no descenderá la hucha de las pensiones, con lo que el problema se habrá resuelto.

Como además no habremos tenido tiempo de tener hijos, eso que se ahorrará el estado en educación, sanidad y otras cosillas. Y así, con medidas económicas y laborales, se habrá solucionado el problema del calentamiento global: la humanidad desaparecerá al no renovarse las generaciones y la naturaleza volverá a imponer su ley en el planeta.

Se podría acelerar el proceso con algunos ajustes en la atención sanitaria, como eliminar los tratamientos a crónicos no productivos. Todo áquel que suponga un gasto sanitario sin garantías de que pueda contribuir al sostenimiento del Estado, la Seguridad Social y todo lo demás, podría ser discretamente eliminado.

Comandos exterminadores, además, limpiarían la población de todo aquel pensionista que goce de buena salud, que vete tú a saber cuantos años podría estar cobrando la jubilación, con el consiguiente menoscabo de la llamada "hucha". También eliminaría a los jubilados achacosos que, además, incrementan el gasto en medicamentos, hospitalizaciones y demás.

Menudo previsible futuro nos espera. Por cierto, a mi no me coge lo de los 67 años por los pelos.

sábado, enero 16, 2010

Personajes invisibles

Que yo recuerde, desde Colombo, las series televisivas han utilizado personajes invisibles que han dado mucho juego. En el caso de la peculiar serie policiaca, con el excelente personaje creado por Peter Falk, este papel recae precisamente en la señora Colombo.

La señora Colombo se convierte en una constante a la que deseamos conocer. Entre sus atributos está la sensatez. Me la imagino en una casita suburbana de Los Ángeles, con un impoluto delantal cocinando galletas y pasteles, mientras vigila que la prole hace los deberes y no rompe los cristales del vecindario. Una mujer de las de antes, comprensiva, cariñosa y un poco gruñona con el desastrado de su marido, que evidentemente la adora.

El siguiente personaje invisible que recuerdo es Charlie, el de Los Ángeles de idem. Invisible, pero audible, porque todos los episodios de la serie comenzaban con la charla que tenía con las tres atléticas detectives explicándole el caso que tenían que resolver.

Uno de los personajes que más juego han dado a los guionistas es el de Maris Frasier, la esposa anoréxica, millonaria, neurótica y tantas cosas más de Niles Frasier. Incluso después del divorcio, la invisible Maris sigue haciendo de las suyas. El pomposo Niles se ve ampliamente superado por su insufrible esposa.

Otro personaje invisible pero audible -y muy audible porque sólo habla a gritos- es la señora Wolowitz, la madre de Howard Wolowitz en The Big Bang Theory. Los guionistas han retratado la tópica madre judía, extremadamente protectora de su hijo, protestota y autoritaria. Los diálogos a través de la puerta con Howard son verdaderamente desternillantes.

El quinto personaje invisible que me viene a la cabeza en “la madre” de la serie “Cómo conocí a vuestra madre”. Hasta el momento hemos conocido a varias novias de Ted Mosby. Los guionistas hacen guiños en varios episodios, presentando a “la madre” siempre como un personaje anónimo, tapado por un paraguas o perdido en una multitud. Mosby y “la madre” coinciden en tiempo y espacio en varias ocasiones, pero sin llegar a conocerse … de momento.