domingo, mayo 20, 2007

Primera etapa

Tras 10 días de viaje, seis aeropuertos, dos estaciones de ferrocarril y tres hoteles, estoy de nuevo en casa. Todavía no alcanzo a comprender el motivo de la primera etapa del viaje. Lo único agradable fue compartir los días con compañeros con los que habitualmente no tengo mucho trato. Fue un viaje interminable, afortunadamente me pasé la mayor parte del mismo durmiendo.

Bosques de abedules


Compré tres libros en el kiosko del aeropuerto. El título de uno de ellos resultó una premonición: Otra noche de mierda en esta puta ciudad. Al final resultó casi una coletilla del grupo: "Ya hemos pasado otro día de mierda en esta puta ciudad". Con un tono esperanzado y una cierta envidia hacia mí, que abandonaba antes Moscú. Ellos estarán regresando en estos momentos y, si tienen suerte, no perderán el enlace de Madrid y se evitarán alquilar coches en Barajas para llegar a casa bien entrada la madrugada del lunes.

Pista de esquí en construcción

Porque Moscú es feo, pero feo. Los bosques que rodean la ciudad, para nosotros, poco acostumbrados a ese lujo forestal, era una de las pocas vistas agradables en los cansinos viajes entre el hotel, situado a unos 40 km. de la ciudad, un lujoso resort pero que nos impedía cualquier escapada nocturna salvo cuantiosos desembolsos en taxi, y el lugar donde teníamos que trabajar.
Contenedores-vivienda
Los coches en Moscú se dividen en dos categorías: Ladas desvencijados sin parachoques y con la carrocería carcomida y Lexus 4x4. Exagero, pero no demasiado. Además de Lexus hay una buena cantidad de Mercedes, Hummer y Cayenne.

Arreglando la camioneta

Las autopistas carecen, en buena parte, de carriles; los cinturones de seguridas son accesorios de uso desconocido y ni que decir tiene de los triángulos de avería o los chalecos reflectantes. Los viejos Lada solían quedarse parados en mitad de la carretera mientras su conductor -con gran desprecio de su propia seguridad- levantaba el capó e intentaba reparar la avería. Eso sí, nadie tocaba el claxon.

Aguila cautiva para entretenimiento turístico
Enormes complejos de viviendas se levantan a las afueras de la ciudad. Toda la autovía estaba jalonada de obras y más obras. Desde una monumental pista de esquí hasta gigantescos centros comerciales.

El lujo y la miseria uno al lado de otro. Casitas de madera con el tejado de chapa, desvencijadas y que hace decenios reclaman una capa de pintura; contenedores cochambrosos que alojan a los obreros de la construcción; solares descomunales pavimentados de barro que venden neumáticos o piezas de recambio; chabolas que en realidad son almacenes de materiales de construcción ...

Nostálgicos

Y caro, casi estratosférico. Nuestras frugales cenas -una ensalada y una cerveza- nos salían por la módica cantidad de 30 euros. Así que arramblábamos con barritas de pan del desayuno para preparnos bocadillos para el resto del día. Comimos mal y caro en una franquicia americana; comimos regular y caro en un restaurante de alguna república del Asia central. Comimos maravillosamente el último día de mi estancia, cuando sacamos el jamón que todos habíamos tenido la prudencia de meter en la maleta.
Cambio de guardia

Tampoco tuvimos mucho tiempo de hacer turismo. Un día fuimos a visitar la Plaza Roja, aunque se quedó en intentona. Estaba toda acordonada y sólo pudimos verla desde las vallas. Vimos los lujosísimos establecimientos que se han instalado en las galerías Gum, bajamos al metro, rodeamos las murallas del Kremlin, asistimos al cambio de guardia de la tumba del soldado desconocido ... Pudimos ver una minimanifestación comunista; un mercadillo de artesanía para turistas; gente tirando monedas en el km. 0 que mujeres necesitadas recogían con presteza; águilas para hacerse una foto a cambio de unos rublos ...


Cuervos moscovitas
Tuve que renunciar a una cena ya que el taxi hasta el hotel salía por 120 euros. Por cierto, pagar con euros no compensa. En las oficinas de cambio oficial el contravalor del euro está entre 34 y 35 rublos. Pero si se quiere pagar con moneda extranjeras, por ejemplo el hotel o en la dutty free, existe lo que llaman unidad de cambio que viene a ser que 30 rublos es lo mismo que un euro, una libra o un dólar.


Atardecer

Los largos desplazamientos los empleaba en tratar de leer los carteles. Cada vez que descifraba una palabra me llevaba un alegrón. Por ejemplo, la gasolina es bencina.

Igor, el conductor de la furgoneta que teniamos contratada, se empeñaba en amenizar los viajes intentándonos enseñar algunas expresiones en ruso y en corregir nuestra pronunciación. Un encanto Igor, que hasta un día no trajo blinis hechos por su mujer.

En fin, llegó el lunes. Tras un viaje de hora y media llegué al aeropuerto donde un "aeroplof" -según la terminología alarmante de uno de mis compañeros- me llevaría a Berlín.
Adiós, Moscú

6 comentarios:

Gregorio Luri dijo...

Pues bien venida sana y salva. Aún se me eriza el cabello recordando un vuelo en "aeroplof" de Moscú a la capital de Uzbekistán. Despegamos ju nt a los restos del último avión que se les había estrellado, y que los tenían allá, en la pista.

Alicia Liddell dijo...

Gracias, Sr. Luri. He llegado salva, pero no demasiado sana. Las caminatas me han proporcionado un hermosa ampolla en la planta del pie izquierdo (que no uso para pintar) y una distensión de ligamentos en el derecho. Da pena verme andar, parezco un pato.

Fer dijo...

Bienvenida, Alicia, a la espera de que recuperes la facilidad de caminar.
Por otro lado, decirte que me ha encantado tu retrato de Moscú, la miserable, encantadora y (de paso) incalificable Moscú.
Me gustan los contrastes que presentas, el orgullo herido de una ciudad que pudo haberlo sido todo.
Y me choca todo eso aún más después de haber finiquitado ayer, en tiempo récord, Rebelión en la granja. Un libro magistral que, por desgracia, no había leído hasta ahora.
En fin, cuídate por Valencia, que con tanto lío electoral que tenemos montado en la piel de toro lo mismo prefieres volverte a Rusia.

Anónimo dijo...

Ummm... la mítica "Aeroplof" y sus aviones con helices.

Lástima que el viaje no os llevase a San Petersburgo. Moscú, y tu opinión confirma la de tantos otros que la sufrieron, supone una experiencia horrible para el viajero. Al menos, supongo que el metro estaría bien. Ellos presumen de él como si se tratase del Louvre.

Bienhallada seas, Alicia.

Alicia Liddell dijo...

No hubo tiempo de utilizar el metro, apenas una brevísima visita a una estación. Eso sí, vimos pasar un tren y circulan a una velocidad increíble.

pcbcarp dijo...

Debería Vd. viajar de un modo más calmado, Sra. Liddell. No obstante, si. Mucho mejor Peter que Moscú. Pero el viaje entre uno y otro hay que hacerlo en tren...