viernes, agosto 15, 2008

Una semifinal que vale, como mínimo, una medalla de plata

Las semifinales que se han jugado hoy en Beijing bien podrían haber sido finales. Por la intensidad, la calidad de juego, la emoción y la incertidumbre. El dichoso ranking ATP obliga a que las dos mejores raquetas del momento se enfrenten antes de la final. De nuevo, un partido entre Nadal y Djokovic y el que lo pierde se queda sin consuelo.

La jornada empezó con el fantástico partido entre el chileno Fernando González y el norteamericano James Blake. Fue un encuentro de ganadores, con un juego preciosista en el que González dejó patente que tiene probablemente la mejor derecha del circuíto.

Blake empezó impecable y se adjudicó el primer set. El segundo fue igualado hasta que con 6-5 para ir a la muerte súbita, González consiguió romper el servicio del americano y adjudicarse la segunda manga. Pero el tercero rozó la epopeya, cuando Blake se colocó con tres bolas de partido sobre el servicio de González y éste, con una frialdad inusitada, levantó el juego a su favor.

Dado que en el último set no hay juego decisivo, los dos tenistas tuvieron que permanecer en la pista, hasta que González pudo adjudicarse el partido con un marcador en la tercera manga de 11-9.

Fue un encuentro sin especulación alguna; un partido de golpes ganadores y de desgaste físico y que dejó en los espectadores un tenis de muchos quilates.

Pero el plato fuerte de la jornada estaba por llegar. El ya clásico Djokovic-Nadal. Sus enfrentamientos se resumen en un 9-4 a favor del español; pero esos 4 que ha ganado el serbio han sido siempre en pista dura, como se juega en Beijing. La última derrota, además, estaba muy reciente, en las pasadas semifinales de Cincinnati que convirtieron –en diferido- a Nadal en el número 1.

El partido no pudo empezar mejor. En el primer juego Nadal tuvo tres bolas de rotura sobre el servicio de Djokovic, pero éste se repuso y pudo adjudicarse el juego. Sin embargo Nadal no desaprovechó las siguientes que le facilitó su contrincante y se puso 5-2 y servicio para ganar la primera manga. Flojeó Rafa y Nole, extramotivado, se adjudicó el juego. Finalmente el mallorquín pudo rematar el set con un 6-4.

El segundo set comenzó con un serbio hambriento que antes del primer descanso se había puesto 3-0 arriba. El juego se convirtió en un recital de Djokovic, a quien todo le salía bien y un Nadal que no se encontraba en la pista. Rafa cometió fallos inauditos, especialmente con su servicio, que facilitó un marcador de 6-1.

Así que se iba al tercer set y en éste casa jugador conservaba su servicio. Todo parecía indicar que se iba a repetir la anterior semifinal, con una manga eterna.

Con Nole sacando para empatar a 5 se produjo el juego más apasionante de todo el partido. Ahí entró de nuevo la fé de Nadal que no se permitió dejar una bola sin devolver. Y de ese afán por llegar a todo, especialmente a una dejada envenenada de Djokovic, nació la oportunidad de ganar.
Nole neutralizó la primera bola de partido, pero en la segunda, cuando iba dominando el punto de forma insultante y hacía correr a Nadal de punta a punta de la pista; cuando Nadal devolvió dos tiros imposibles, Djokovic falló estrepitosamente un remate que mandó fuera de la pista.

Toda la adrenalina contenida de Nadal salió de sus pulmones desde el suelo y Nole, caballero, abrazó a Rafa en la red para salir entre lágrimas hacia el vestuario.

Es una lástima que no pudieran jugar la final y que Djokovic sólo tenga opción a la medalla de bronce, por la que tendrá que luchar mañana contra Blake.

Para España, por fin, una nueva medalla, aunque todavía no sabemos el color.

Pero no es la única posibilidad, porque el doble femenino, Anabel Medina y Vivi Ruano, están en semifinales tras derrotar al equipo americano formado por Lindsay Davenport y Liezel Huber.

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