Siguen asombrando a los aficionados al tenis. De nuevo un grand slam concluye con el enfrentamiento de los dos jugadores más prodigiosos. El que atesora el tenis más elegante y el más ambicioso. El más eficiente y el más luchador. Dos estilos distintos, pero ambos atractivos. Un partido que concluyó con Federer llorando de frustración bajo un marcador que mostraba 7-5 3-6 7-6 6-3 y 6-2.
El récord de Sampras se le quedó en la punta de los dedos, después de casi cuatro horas y media jugando al máximo nivel. De nuevo se le queda el récord de Sampras en la punta de los dedos. Pero Rafa también tenía una cita con la historia: ser el primer español en ganar el Open de Australia. Y es que para el mallorquín no hay límites.
El partido no pudo empezar de mejor manera, con rotura a favor de Rafa, que se puso 2-0 en el marcador enseguida. Sin embargo, el set se alargó hasta casi la hora, ya que Roger recuperó el servicio perdido a continuación. En este set incluso parecía que había dos “nadales” en la pista, con Roger convirtiendo puntos imposibles.
Una manga en la que se vieron puntos ganadores impresionantes, derechas devastadoras y voleas de lujo. Dos nuevas roturas mutuas y 5-5 en el marcador. Rafa hizo una derecha prodigiosa que le puso 15-30, un pasante que había que frotarse los ojos y dos puntos de rotura a favor. 6-5 en el marcador y enseguida, con su servicio, se puso con dos puntos de set, aprovechando el segundo.
Efectividad de Nadal, 100%. Tres bolas de break y las tres aprovechadas. Concedió cuatro a Federer, pero el suizo sólo pudo aprovechar dos.
Y empezaba el segundo set, con un Federer más seguro de sus golpes, poniéndose arriba 1-2. Sin embargo, Nadal recuperó el servicio perdido: efectividad 100%, una bola de ruptura convertida. Pero Federer no podía dejar escapar esta mangan y deleitó al personal con restos directos con su golpe, dicen, más débil, el revés. Pues vaya revés. De hecho estuvo casi mejor con ese elegante revés a una mano que con la derecha.
Rafa sufrió mucho en el segundo set, tuvo hasta 7 bolas de ruptura en contra, de las que el suizo acabó aprovechando dos y que le llevó a ganar el parcial por 3-6. Como mínimo, íbamos al cuarto set.
Nadal daba muestras de cansancio. El fisio le atendió en los cambios de pista y se le veía más lento, menos explosivo. Un desgaste lógico tras la paliza de más de cinco horas que tuvo contra Verdasco. Pero Rafa es de otra pasta, de pasta de héroes, de resistentes.
El tercer set resultó disputadísimo. Un despliegue de buen juego por parte de los dos mejores tenistas. Derechas ganadoras, globos, voleas, puntos de saque, dejadas … Pusieron en juego todo el repertorio. Y el juego más largo del partido, con hasta siete igualdades, conservando el servicio hasta la muerte súbita.
La estadística dice que Federer es mejor en los juegos decisivos, pero con Rafa nunca se sabe. Ni con Roger, que cuando tiene al mallorquín como rival parece que se encoge. El juego empezó con un error de Rafa, lo que puso en ventaja a Federer, pero Nadal lo recuperó pronto. El cambio de pista, con 3-3 en el marcador, no benefició al suizo, que de pronto se vio con tres bolas de set en contra y acabó entregando el parcial con una doble falta, la única que cometió en los casi 80 minutos que duró el set.
El partido igualado y Roger más seguro. Pronto se puso por delante en el marcador, y aunque Rafa recuperó una rotura de servicio, Federer llegó con facilidad hasta el 3-5 y dispuso de dos bolas de set, en el que resultó, hasta ese momento, el más rápido: sólo 45 minutos.
Fue un set en el que el suizo jugó a la perfección, se hartó de meter bolas ganadoras y tuvo muy pocos errores. Parecía que el quinto set podía ser un paseo militar antes de conseguir el décimo cuarto grand slam.
Y empezó el quinto. Antes de que se diera cuenta, Federer iba perdiendo por 1-3, con un juego perfecto de Nadal que hacía mucho daño. Sin errores no forzados que esos ya los cometía Roger: 2 de Rafa por 14 de Federer al concluir el parcial. Ni siquiera le funcionaba el servicio, fue el único en el que no consiguió colocar un punto directo de saque y sí cometió dos dobles faltas.
2-5 en el marcador, algo impensable hacía solo media hora, pero Rafa tenía el Open a su alcance y, como es habitual, no lo dejó escapar. Dos bolas de partido de la que consiguió transformar la segunda tras otro error más del suizo.
Federer no pudo más. Por mucho que lo intentó, el autocontrol férreo que demuestra en la pista, le abandonó, se derrumbó. Balbuceaba al recoger su premio que “esto” le estaba matando y tuvo que retirarse mientras se esforzaba por contener las lágrimas. No quedó claro si era la frustración de perder o la frustración de perder, otra vez, contra el mismo de siempre.
Rafa, tras recoger el suyo de manos del mítico Rod Laver, le pidió perdón por haberle ganado de nuevo y le abrazó. Ahí pudo articular algunas palabras el suizo para reafirmarse en su propósito de, al menos, igualar a Sampras, lo que le deseó Nadal en su discurso de agradecimiento.
Ni en la sesión de fotos le salía le sonrisa a Federer, y lo intentó, pero se le quedaba helada. Nadal sonreía con confianza, pero sin alardes, como si todos los días se comiera para desayunar un suizo.
Y un hecho curioso: Federer ganó un punto más de Nadal 173-174.
Rafa ha ganado por convicción, por mentalidad. Ha tenido que superar a jugadores muy buenos, como Simon o qué decir de Verdasco, con las altas temperaturas y con ese ambiente que existe en el mundo del tenis que parece no creérselo.
Ha creído en sus posibilidades y es ambicioso. Una ambición que no le resta un ápice a la humildad con la que acomete los retos. Con sacrificio.
Rafa, a raquetazos, está escribiendo historia. En menos de un año ha ganado tres grandes. Sólo le queda el Us Open para igualar a Agassi y haber conseguido los cuatro.
2 comentarios:
Yo era de los que pensaba que, tras la final de Wimbledon, debería prohibirse cualquier nuevo partido entre Nadal y Federer para no emborronar el recuerdo de la hierba londinense. Pero esta final me ha quitado esa idea de la cabeza: que jueguen las veces que haga falta, que gane el que sea, pero que sigan deleitándonos.
Tanto el uno como el otro se crecen al tenerse enfrente. Sacan golpes que con otros no sacarían. Corren más, desprecian el cansancio y, sobre todo, disfrutan sobre la pista. Disfrutan ellos y disfrutamos nosotros.
El único pero fueron las lágrimas de Federer. El mejor tenista de la historia no merece ser recordado así.
Sobre todo porque quitó protagonismo a Nadal. Es la única vez que recuerdo en la que el perdedor acapara más atención que el ganador. Lo de Rafa es una gesta en toda regla, el primer español que gana en Australia, ha ganado ya en tres superficies distintas ... que tiemble Queens este verano
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