martes, noviembre 17, 2009

Bonito del norte

1) Si la flota atunera de Bermeo está en el Índico, ¿quien coño pesca el bonito del norte?
2) ¿Existe el bonito del norte ese que la industria conservera vasca nos asegura que es el más fino del mundo en sus anuncios?
3) Cuando le dices a un crío que no meta los dedos en el enchufe y los mete, lo normal -si no se ha quedado tieso- es que le digas que se fastidie por ser desobediente. Cuando un armador sale a pescar justo dónde le han dicho que no debe hacerlo y llegan los piratas, pues eso, te fastidias por desobediente.
4) ¿Que no podían pescar dónde los demás o estaban pescando algo que no querían que se supiese? Porque si tanto peligro hay, no veo razón para arriesgarse así-
5) La situación es jodida, pero las familias podían haber estado más calladitas. La discreción en un caso de secuestro es absolutamente vital.
6) A nivel de imagen, queda fatal recibir a la prensa en el jardín del casoplón. Uno se pregunta si pescar atunes da para tanto lujo. Al menos el casoplón de una morena de melena que parecía una azafata de Tele5.
7) Apenas liberados los pecadores, los del PP y el PNV ya están afilando los cuchillos. Los primeros han estado rebuznando desde el primer día y ya sabemos que terminara como terminara el episodio, a ellos les iba a parecer fatal. El único del PP con un poco de sensatez en todo este asunto ha sido Feijoo.
8) Critican que se ha pagado, no te jode, como han hecho siempre que han secuestrado un barco en el Índico.
9) Critican que si se iba a pagar, que se hubiera hecho antes. Hay barcos secuestrados desde hace más de seis meses, o sea, que en este caso ha sido todo un récord.
10) Hasta lo cojones de todo este asunto. El primer día ya lo dijo un jefe de la Armada, si no aceptan las normas, que asuman responsabilidades y nos hubiéramos ahorrado todo este espectáculo, añado yo.
Y aún me quedaría una cosa por decir, pero me la callo por prudencia.

lunes, noviembre 16, 2009

Ecologismo en zapatillas

Mi marido ha tenido un ataque de ecologismo, así que ha adquirido un cubo de basura de esos con muchos compartimentos para seleccionar los desechos. Primero nos hemos tenido que poner de acuerdo a qué dedicamos cada espacio. Menos mal que teníamos un folleto que muy amablemente nos ha hecho llegar el ayuntamiento para orientarnos como discriminar las basuras.

Como los folletos se debieron agotar pronto, los servicios municipales hicieron gala de diligencia y nos distribuyó unas fotocopias muy cucas, pero en blanco y negro, así que lo de la discriminación por color se ha visto un poco complicada.

Pero somos una familia de recursos, de modo que nosotros solitos decidimos, siguiendo los consejos de la fotocopia, dedicar un cubículo a los envases: plástico, bricks y latas (vidrio no); otro a papel y cartón y el tercero a desechos orgánicos, lo que toda la vida se ha conocido como basura.

Parece fácil, ¿verdad?, pues no lo es. A ver, las colillas ¿hay que separar el papel del tabaco? Los kleenex … ¿si se han usado para sonarse la nariz son orgánico o van a papel? … Después de las comidas la cocina se convierte en el escenario de un sainete donde no faltan bromas y puyas.

Yo le digo que menuda sandez lo de discriminar las basuras, porque yo puedo dejarlas todas ellas perfectamente seleccionadas, pero cuando viene el camión va todo al mismo saco.

Como mi ayuntamiento está muy concienciado con el asunto y además tiene un presupuesto muy reducido, no ha sido capaz de poner contenedores de vidrio y papel. Eso sí, tenemos un ecoparc a unos 8 km. No es plan de ir todos los días con un par de bolsas de basura a medias de envases y papel y, eventualmente, de vidrio.

Así que desde que ha llegado a mi hogar ese hito de modernidad y respeto al medioambiente, mi marido –ese santo- sale de casa con dos bolsas en el maletero del coche y las deposita en sendos contenedores que tiene localizados cerca de su trabajo. Tengo ganas de verle un día por un agujerito, perfectamente trajeado y dando clases de civismo.

Y todo esto, mientras que Obama decide que lo de reducir emisiones, mejor para otro momento.

lunes, noviembre 02, 2009

1989

1989 fue un año convulso para lo que se conocía como la Europa del Este. La oposición a Moscú era abierta en varios países. En la madrecita Rusia, o más bien URSS, se intentaba poner en marcha un proceso aperturista y de reforma económica, las llamadas “glasnot” y “perestroika”. Aún así, los países satélite no estaban seguros de que un intento de reforma política acabara, como otras ocasiones, en invasión y recrudecimiento de la sumisión al gigante del Este.

Gorbachov, propulsor de esa nueva política soviética, aseguró que no iba a intervenir en ningún proceso que iniciasen los gobiernos aliados. Así, naciones como la Checoslovaquia (todavía formada por los territorios checo y eslovaco), Hungría y Polonia habían empezado a relajar el férreo control que ejercía sobre sus ciudadanos.

La situación se repetía en la RDA, pero el gobierno de la Alemania Democrática era el más intransigente. Las manifestaciones reclamando libertad y democracia se repetían. Muchas de ellas a poca distancia del Muro de Berlín, en la Alexanderplatz. Otras ciudades, quizás menos emblemáticas, también eran escenario de revueltas y protestas.

El Muro era casi infranqueable y, desde luego, cruzarlo era poner en alto riesgo la vida. Miles de ciudadanos de la Alemania Democrática optaban por emigrar al Oeste a través de Polonia, Hungría y Checoslovaquia, cuyos controles de frontera se habían relajado considerablemente.

Los gobiernos de estos países hicieron saber al de la RDA que mantener la impermeabilidad del Muro era inútil, porque la gente se escapaba por otros sitios y que, además, estaban un poco hartos de ese trasiego.

En noviembre, las protestas en la RDA eran ya cosa diaria. Además. La población se sabía fuerte. Poco antes el temido presidente Erich Honecker, había renunciado y el país veía cerca una caída del régimen. El gobierno trataba de contener el malestar y dijo que aprobaría una nueva regulación más flexible. Pero conociendo el paño, la población no se fiaba y mantenía sus protestas.

A `principios de noviembre ya existía un plan que contemplaba la posibilidad de autorizar visitas al Oeste. La decisión fue de tal envergadura que se decidió hacerla pública en una rueda de prensa que se televisó y radió en directo a todo el país. Algo insólito y que nunca con anterioridad había ocurrido.

Uno de los máximos dirigentes del politburó, Schabowski, fue el encargado de hacer el anuncio el 9 de noviembre. Schabowski se limitó a leer la resolución por la cual se anulaban los requisitos que antes se exigían para autorizar las visitas. Un periodista italiano, Riccardo Ehrman, preguntó cuando entraría en vigor. Schabowski, inexperto en el trato con periodistas, no se esperaba la pregunta. Consultó sus papeles buscando ayuda y, al no encontrarla, sólo se le ocurrió decir: “De forma inmediata”. Unas horas más tarde, el Muro empezaba a caer ante la estupefacción de los agentes fronterizos y la presión popular. El mapa de Europa cambió de un plumazo en sólo unas horas, un cambio en el que tuvo mucho que ver la pregunta de un periodista.

Quizás sin esa pregunta, que dejó descolocado a Schabowski, la historia hubiera seguido su curso, pero también es cierto que no lo hubiera hecho con tanta rapidez y con tantas consecuencias. Un año más tarde se ponía en marcha la reunificación de Alemania y en 1991 la capital volvía a Berlín.

Veinte años después vemos como los políticos se niegan a responder a las preguntas de la prensa; se limitan a enviar comunicados escritos o filmados que no admiten réplica; no se pueden rebatir ni poner en duda. Y las televisiones los emiten sin ningún espíritu crítico. Los políticos, especialmente los de la derecha, comparecen ante la prensa y no admiten preguntas, como Camps y si se hacen no se responden.

Y los medios de comunicación lo permiten. Olvidan lo importante que puede ser una simple pregunta. Una pregunta sencilla y corta. Una pregunta que, sin embargo, cambió por completo el mapa europeo y la vida de millones de personas.