Tal y como veo el tema, creo que no faltan muchos meses para que nos veamos abocados a una situación como la griega. Casi un 24% de paro significa: menos renta en manos de las familias, lo que supone duros ajustes en el consumo y el ahorro. Si no hay consumo ni ahorro, se venden menos bienes, las industrias ingresan menos o entran en pérdidas, lo que aboca a ... despidos y más paro.
Si no hay ahorro, no hay financiación. Aunque hace años que la banca no recurre al ahorro familiar para obtener pasivo y generar recursos para conceder créditos, el propio sistema financiero no se fía y no se presta entre sí. Si consiguen algo -vía pasta del Banco Central o del Banco de España- se lo guardan celosamente.
Todo ello nos lleva a eso que tanto miedo da llamado recesión.
Hace muchos años un inglés llamado John Maynard Keynes elaboró una teoría que una vez puesta en práctica por el gobierno Roosvelt para salir del crac del 29, dio buenos resultados. Se trataba de aumentar la demanda global inyectando en el sistema dinero productivo.
Hoy pocos economistas invocan a Keynes.
Esto es así porque hemos pasado de la economía real a la economía virtual. El peso no está ya en la producción, sino en las finanzas. Ha dejado la creación de bienes para pasarse a la de los valores y se ha perdido la perspectiva del largo plazo por el más corto posible.
Aunque el gobierno quisiera aplicar hoy una política keynesiana, que no quiere, le resultaría imposible. En primer lugar porque el primer recurso del que debería disponer es financiación que se consigue vía impuestos o vía endeudamiento.
Si hay menos rentas del trabajo supone menos ingresos vía impuestos directos, pero además, más gastos por subsidios de desempleo. También se reduce el consumo, por lo que la recaudación por impuestos indirectos también cae. Y cae la recaudación de otros como el impuesto de sociedades.
Tampoco hay posibilidades de conseguir más financiación, porque el endeudamiento es muy superior al recomendable y lo que se consigue es para pagar lo que ya se debe: intereses y amortizaciones.
Antes existía una posibilidad y era la devaluación de la moneda con el objetivo de abaratar los bienes producidos en España, así se mejoraba la exportación y se ganaba en competitividad, posibilidad descartada una vez adoptado el euro.
Las perspectivas quizá puedan ser peores, pero en qué más puede empeorar la cosa. Ante lo cuál me pregunto si no sería el momento de poner en cuestión el dogma del euro. Ya se han alzado voces que reclaman la salida de Grecia con el argumento que les resultaría más fácil manejar la crisis.
Otra cuestión es si eso sería suficiente, ya que funcionaría si existiera un auténtico sistema productivo. En España, desde los años 80, hemos desmantelado la industria pesada -siderurgia, naval, minera-, la agricultura ha padecido tremendos recortes gracias a la PAC -viñas, olivos, cereales- y ahora lo que sobrevivía -hortalizas y fruta de invierno- también se va al garete.
En las fruterías ya resulta difícil encontrar una pera o una manzana nacionales. Italianos, franceses y austriacos nos están inundando de sus variedades. Y no hablemos ya de la industria agroalimentaria, porque es casi imposible encontrar conservas cuyo contenido sea made in Spain. Toménse la molestia de leer las etiquetas de las latas de espárragos o guisantes y verán de dónde provienen. Sí, de China.
Se nos dice que hay que abandonar determinadas actividades porque no somos eficientes y centrarnos en aquellas de mayor valor añadido. Que me digan cuáles.
Lo cierto es que lo veo todo muy negro. Es cuestión de tiempo y más bien poco. Me veo con la cartilla de racionamiento el día menos pensado y echando mano del plan de pensiones antes de hora.
Si no hay ahorro, no hay financiación. Aunque hace años que la banca no recurre al ahorro familiar para obtener pasivo y generar recursos para conceder créditos, el propio sistema financiero no se fía y no se presta entre sí. Si consiguen algo -vía pasta del Banco Central o del Banco de España- se lo guardan celosamente.
Todo ello nos lleva a eso que tanto miedo da llamado recesión.
Hace muchos años un inglés llamado John Maynard Keynes elaboró una teoría que una vez puesta en práctica por el gobierno Roosvelt para salir del crac del 29, dio buenos resultados. Se trataba de aumentar la demanda global inyectando en el sistema dinero productivo.
Hoy pocos economistas invocan a Keynes.
Esto es así porque hemos pasado de la economía real a la economía virtual. El peso no está ya en la producción, sino en las finanzas. Ha dejado la creación de bienes para pasarse a la de los valores y se ha perdido la perspectiva del largo plazo por el más corto posible.
Aunque el gobierno quisiera aplicar hoy una política keynesiana, que no quiere, le resultaría imposible. En primer lugar porque el primer recurso del que debería disponer es financiación que se consigue vía impuestos o vía endeudamiento.
Si hay menos rentas del trabajo supone menos ingresos vía impuestos directos, pero además, más gastos por subsidios de desempleo. También se reduce el consumo, por lo que la recaudación por impuestos indirectos también cae. Y cae la recaudación de otros como el impuesto de sociedades.
Tampoco hay posibilidades de conseguir más financiación, porque el endeudamiento es muy superior al recomendable y lo que se consigue es para pagar lo que ya se debe: intereses y amortizaciones.
Antes existía una posibilidad y era la devaluación de la moneda con el objetivo de abaratar los bienes producidos en España, así se mejoraba la exportación y se ganaba en competitividad, posibilidad descartada una vez adoptado el euro.
Las perspectivas quizá puedan ser peores, pero en qué más puede empeorar la cosa. Ante lo cuál me pregunto si no sería el momento de poner en cuestión el dogma del euro. Ya se han alzado voces que reclaman la salida de Grecia con el argumento que les resultaría más fácil manejar la crisis.
Otra cuestión es si eso sería suficiente, ya que funcionaría si existiera un auténtico sistema productivo. En España, desde los años 80, hemos desmantelado la industria pesada -siderurgia, naval, minera-, la agricultura ha padecido tremendos recortes gracias a la PAC -viñas, olivos, cereales- y ahora lo que sobrevivía -hortalizas y fruta de invierno- también se va al garete.
En las fruterías ya resulta difícil encontrar una pera o una manzana nacionales. Italianos, franceses y austriacos nos están inundando de sus variedades. Y no hablemos ya de la industria agroalimentaria, porque es casi imposible encontrar conservas cuyo contenido sea made in Spain. Toménse la molestia de leer las etiquetas de las latas de espárragos o guisantes y verán de dónde provienen. Sí, de China.
Se nos dice que hay que abandonar determinadas actividades porque no somos eficientes y centrarnos en aquellas de mayor valor añadido. Que me digan cuáles.
Lo cierto es que lo veo todo muy negro. Es cuestión de tiempo y más bien poco. Me veo con la cartilla de racionamiento el día menos pensado y echando mano del plan de pensiones antes de hora.
1 comentario:
Y lo curioso es que las exportaciones españolas han aumentado bastante durante la crisis, y este año han crecido bastante más que las alemanas.
Joder, si hasta la microempresa familiar EXPORTA SERVICIOS, 3 empleados y 1 comercial: casi el 40% de la facturación ya viene del resto de Europa. Y eso que lo que hacen se podría hacer mucho mejor, pero discutir con la familia de estos temas es difícil.
Lo del Agroalimentario es culpa de la UE. Si has seguido la actualidad del sector, la UE ha firmado un acuerdo para traer naranjas marroquinas y reducir la cuota española. Intereses ebrigüer.
Otra cosa, lo de que pocos economistas invocan a Keynes... será en los periódicos (de los que no toco la sección de "listillos en Economía" desde hace tiempo) pero hay hasta gente bastante de derechas con bastantes tics keynesianos (y a los que llaman padres del neokeynesianismo, mirusté) como Greg Mankiw, Kenneth Rogoff y demás señores de derecha.
Y sí, España se va a la mierda, pero no porque la gente no intente sobrevivir: porque no le dejan. Estamos dirigidos por ineptos, y la inercia hace prácticamente imposible cambiarlo.
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