lunes, octubre 17, 2005

Planeta

No es la primera vez –ni será la última, seguro- que insisto en el tema de la banalización de la cultura.

El espectáculo dado el pasado fin de semana en los Premios Planeta es otra escenificación de la superficialidad de la llamada "industria cultural". Cuando la cultura es una industria, mal vamos.
Industria significa producción en serie, ventas masivas a un público indiscriminado; consumo; duración efímera. Todo ello arropado por campañas de marketing ad hoc.

El Planeta, desde hace años, está de capa caída. Ni autores de relumbrón, oras de encargo o vertiginosas dotaciones económicas han evitado que el premio haya caído en el desprestigio.

Creo que a lo largo de mi vida sólo he comprado un "planeta". Fue "Volaverunt", hace ya un montón de años y fue porque la temática me pareció atractiva. Hace un par de años me regalaron el bodrio de Carmen Posadas, "Pequeñas infamias" que fui incapaz de leer. Era malo. La historia no interesaba, el estilo era plano y aburrido ... Así que, ¿para qué perder el tiempo?

Me temo que este año Marsé ha caído en la estrategia tejida por los chicos de marketing del grupo editorial. Un premio a una cuasi desconocida, muy mona, eso sí. Es una forma de elevar el escaso interés del premio.

Un consagrado dice que la novela es mala. La chica es fotogénica y quedará estupendamente en la contraportada del volumen y el ambiente estará caldeado gracias al enfrentamiento entre ambos delante de las cámaras.

Solo falta que dentro de unos días en el "tomate" salgan unas imágenes robadas de ambos bien metiéndose mano, bien dándose de puñetazos. Sin duda, las escasas ventas previstas subirán como la espuma.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Imagina que esos mercaderes avariciosos de la "literatura" de repente se vuelven honrados y deciden no publicar a los ganadores de este año por su bajo nivel de calidad. Imagina que piden perdón por todos los años de fraudulenta selección de ganadores. Imagina que sus criterios de selección no son meramente comerciales y renuncian a esas portadas atractivas y esa encuadernacion de lujo. ¿Puedes imaginarlo?

El único libro premiado de ese torvo certamen que he leido fue "El jardín de las dudas" de Fernando Savater. Quedó finalista y creo que es un buen libro. Yo no estoy capacitado para hablar de calidades literarias. Creo que tambien dependerá de la oportunidad de la historia narrada y de otros muchos criterios tecnicos.

Sin embargo lleva años en entredicho y no parece que les preocupen mucho las criticas mientras se sigan vendiendo como churros a esas multitudes de consumidores voraces y esnobs. Hay que estudiar al posible consumidor de esas historias que suelen ser siempre las mismas con ligeras variaciones.

Los mismos escritores que se presentan solo piensan en el dinero que pueden ganar. Es como un encargo que hace la editorial a esos escritores para que ambos puedan forrarse. Saben que la editorial no valora la calidad o la originalidad sino la capacidad de agradar a ese gran publico consumidor compulsivo.

Por mi pueden irse todos ellos al cuerno. Los consumidores de esa cosa ganadora, los escritores presentados y la editorial de comerciantes avariciosos. Dirán que quienes no aprueban ese certamen son envidiosos o trolls. Está de moda lo de convertirse en un troll por criticar destructivamente a todo bicho viviente. Asi nos llaman ahora esos enfermos de normalidad. A mi como si se la pica un pollo griposo. Ese certamen está cubierto de mierda y punto.

Alicia Liddell dijo...

Consumidores de libros, no lectores.
Señoras de laca y muñecas tintineantes de pulseras
Libros para criar polvo en las estanterías porque dan una falsa pátina de in-cultura apolillada.
A lo mejor sus páginas se abren solo para buscar los episodios supuestamente tórridos que se indican en la solapa.