lunes, diciembre 12, 2005

Consumo

Consumo, consumo, consumo.

Hablar del consumismo no lo arregla. Toda la sociedad occidental gira en torno al consumo efímero, rápido. Consumo sin solución de continuidad. Nada tiene validez ni futuro.

Alcanza todo tipo de producto o servicio. Las noticias, por ejemplo. Durante tres o cuatro días nos saturan con una noticia, generalmente una catástrofe. Se consume, se agota, se olvida.

Leo en El País que tres meses después de la destrucción de Nueva Orleáns, la ciudad –salvo dos barrios concretos- carece de electricidad. Tres meses después del desastre, una vez consumida la noticia, Nueva Orleáns está sumida en el olvido.

Si eso ocurre con una de las ciudades más célebres y turísticas de Estados Unidos, el tratamiento que reciben los países normalmente ignorados es muchísimo peor.

Consumimos cine, mal cine. Recuerdo que cuando era niña una película podía durar en cartel meses. Ahora, si no vas en la primera semana, tienes que esperar a que salga en dvd. Pero no hay que esperar mucho, apenas medio año después ya está en los mostradores. El cine ya no hace historia, solo taquilla. El cine ya no es cine, es solo una operación de marketing para vender hamburguesas, videojuegos, artilugios diversos de difícil uso.

Libros infectos invaden las librerías en pilas que difícilmente mantienen el equilibrio. Me pregunto cuanta basura impresa es culpable de la deforestación del planeta.

Todo es consumo apremiante. No se disfruta de nada, sólo del hecho de comprar, de gastar, de llenar bolsas con el logotipo del comercio.

Los que no consumen, no existen. Hasta la solidaridad es objeto de consumo. Felicita las fiestas con tarjetas de UNICEF, apadrina a un niño, juega al sorteo del oro, compra el cupón de la ONCE …

Y mientras tanto las farmacéuticas se niegan a medicar a los millones de enfermos de SIDA en África; los fabricantes de automóviles a reducir las emisiones de sus vehículos; el ciudadano de a pie a reducir lo que llama calidad de vida y que no es más que esclavitud.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Creo que el consumo de lo innecesario es una manera más de evadirse de problemas como el aburrimiento o la angustia vital (que aparece cuando nos preguntamos por el sentido de lo que hacemos cada dia). Los individuos egoistas producen para que los más avariciosos vendan. Toda la sociedad depende del consumo de lo que ella misma produce para subsistir.

Estamos atrapados en un circulo vicioso y la única manera de salir es colectivamente asi que nos queda mucho recorrido en ese circulo vicioso. Esto es un sálvese quien pueda ¿No siempre fue asi? El consumista egoista no quiere ayudar al muerto de hambre y prefiere no pensar en las desgracias de los demás. Mirar la pobreza es desagradable y se opta por la alienación voluntaria.

Hablabas del papel que se utiliza para escribir basura. Imagina el papel que se gasta en todos esos folletos publicitarios que inundan nuestros buzones en estas fechas. Creo que una buena parte de esos catalogos van a la bolsa de basura sin ser hojeados. Yo considero mi buzón como si fuera mi domicilio y sin embargo es invadido a diario por avarientos en busca de un enriquecimiento explotador y ruín.

Estoy hasta las narices de que me pregunten el código postal en las cajas de los supermercados. Lo considero una insolencia inadmisible y mas de una vez he mandado a la mierda a la cajera (mentalmente).

Cada vez más necesito espacios vacios sin objetos de consumo. Ahora que lo pienso todo el mercado está orientado al ahorro del esfuerzo. Cualquier esfuerzo va siendo minimizado por los nuevos objetos que supuestamente facilitan la vida aumentando nuestra pereza e inacción. Cada dia somos más comodos. Me gustaria saber hasta donde llegará esa pereza. Nos movemos cada vez menos. Todo se fabrica con la intención de hacer el menor esfuerzo posible y moverse lo menos posible. Digo yo que tambien será para que no nos cansemos mucho en nuestras casas y cada vez rindamos más en las empresas donde nos explotan.

El caso es que nos han vencido y ya no podemos vivir sin consumir lo que no necesitamos. Y no será porque no tenemos a nuestro alcance lo que tenian nuestros abuelos o tatarabuelos para pasar la vida agradablemente sin consumir. Nos convertimos o nos convierten en seres ruines y ambiciosos. Cada vez nos parecemos más a quien nos explota. Como borrego que soy no me libro de esta esclavitud consumista.