Esto de las series antiguas tiene su miga. En el siglo pasado, pero bastante pasado, la película más reciente que se podía ver en la tele tenía un mínimo de 10 años. Las pelis, tras un largo periodo en cine de estreno -podía llegar a años, como fue el caso de "El violinista en el tejado"- pasaban al circuíto de reestreno, es decir, a las salas de sesión continua con doble programación. Y luego iban descendiendo de categoría. De hecho, el estreno era en Madrid, en algún cine de la Gran Vía o la calle Fuencarral. Luego se estrenaba en provincias. Para que luego digan del centralismo.
A lo que iba, una peli en la tele de menos de 10 años era una rareza. Por eso se tiraba de series, fundamentalmente norteamericanas y con un doblaje que denominaban neutro. Los tiroteos eran balaseras. No vean ustedes las balaseras que se organizaban en "Los intocables", serie de obligada visión con un Robert Stack en el papel de Eliot Ness -que luego interpretara de forma tan sosa Kevin Costner- cuya primera aparición en el cine data de 1942 en un papel que todo amante del buen cine recordara: el amante de Carole Lombart en "To be or not to be". Sí, ese que sale del patio de butacas cada vez que Jack Benny inicia el inmortal monólogo, para gran mosqueo de éste.
Otra de las series imprescindibles la tarde de los sábados era "El Virginiano", que junto a "Bonanza" nos introdujeron en el western semanal. En la primera mi favorito era Trampas, que de la versión cinematográfica -un auténtico villano- se había transformado en el guaperas divertido del rancho.
Pero había una que no nos perdíamos. También la tarde de los sábados, después del concurso "Cesta y Puntos", era "Viaje al fondo del mar", con el almirante Nelson -se supone que un descendiente del héroe de Trafalgar- y el comandante Crane. El protagonista es un submarino que explora los fondos marinos como si se tratara de un planeta más allá de la galaxia.
¡Celentéreos!. Enormes celentéreos que electrizaban el submarino y yo no sabía qué era aquello, aunque me parecían medusas gigantes. Luego, cuando estudié biología, comprobé que era lo mismo.
Seres abisales peligrosísimos, monstruos anfibios, enormes tiburones ... La emoción era indescriptible. Era como ver cada semana "20.000 leguas de viaje submarino", pero con una decoración de interiores menos victoriana.
En fin, una delicia.
El productor de la serie, Irwin Allen, estaba detrás de otra serie de culto, asimismo de ciencia-ficción: "El túnel del tiempo", una serie que tenía un comienzo inolvidable y, evidentemente, inspirado en "Vértigo" del maestro. Como se puede sospechar fácilmente, se trataba de un artilugio que permitía viajar en el tiempo a los dos héroes de la serie, con el objetivo de desfacer entuertos.
13 comentarios:
¡Qué recuerdos! No hace mucho que volvieron a emitir Viaje al fondo del mar por no sé qué canal. No era fácil volver a verla. Resultaba absolutamente ridícula. Los efectos especiales son rudimentarios, las secuencias absolutamente previsibles y los diálogos reiterativos. Y sin embargo esta serie nos tenía absolutamente fascinados. ¡Que suerte tuvimos de ser tan ingenuos!
Sí... tan ingenuos que me pongo a temblar sólo de recordarlo... Sra. Liddell, por favor, finjamos una decorosa amnesia.
jejejejejejejeje
un saludo
Pues no conozco ninguna. No tengo referencias más que de "El Virginiano" y "Bonanza", de las que vi algunos episodios en las reposiciones que Telemadrid solía colocar las mañanas de los fines de semana cuando era niño.
Pero ha sido una gozada leer sobre ellas. Sobre todo de la última, "Viaje al fondo del mar". Buscaré alguna información extra por la red. De paso, a ver si encuentro algún capítulo en la mula, aunque verlo en mi roñoso monitor destrozaojos será complicado.
Me encanta esta serie sobre series (valga la redundancia) que has iniciado.
Me encantan esos monstruos a los que se les ve la cremallera del disfraz, los efectos especiales de teatro de títeres, la lentitud de los diálogos,... No creo que pudiera soportarlo a grandes dosis, pero así, de vez en cuando, tienen algo balsámico.
¡Ah, queridos contertulios! Los más jóvenes se partirían de risa viendo aquellas series que, como a Portnoy, a mi me da escalofríos recordar. Pero ¡hay que ver lo que nos gustaban! Y coleccionábamos cromos de nuestros héroes favoritos.
Jope, tampoco recuerdo estas series. Quizá Bonanza, pero mi madre no me dejaba verla porque la emitían muy tarde y había que irse a dormir.
Mecachis.
Sí, tu de Nelson y Crane y yo de los monstruos... ¿recuerdas que programa sustituyo a Viaje al fondo del mar?
No... no lo digas.
Refrésqueme la memoria, Portnoy. Ya sabe, cosas de la edad. (¿No sería el túnel?)
Tanhäuser, en mi época Bonanza era una serie de tarde de fin de semana, apropiada para salir a jugar después a indios y vaqueros.
Te contesto de memoria, sin mirar el google, aun a riesgo de equivocarme. Trampas era un rubito guapote, creo que se llamaba Doug Mac Cloure (y no se si salia Virginia Mayo?. De Cesta y Puntos no me perdía ni un rebote, Daniel Vindel lo presentaba. Total, gracias per echarme cuarenta años atrás. Tardaré unas horas enolver a la actualidad. Hace poco descubrí que lo que yo llamaba el Sibium era el Seawiew. Lo que son las cosas. Lo dicho, gracias.
Sí, Manel, ese era el actor que encarnaba a Trampas en la serie, que se inspiraba en una peli de los años 40. En esa película original Trampas era el villano, pero en la serie se convirtió en el chico guapo y gamberro, amigo del protagonista.
Tal vez la memoria me traicione, o es que queremos ordenar el pasado coherentemente, no sé... el caso es que para mí, la vida cambió, a peor, cuando cambiaron Viaje al fondo del mar por Los payasos de la tele... hecho que quizás no ocurrió jamás.
En fin...
Portnoy, me temo que no fué un problema de cambio de programación televisiva, sino de crecimiento. Aunque, claro, yo también prefiero Viaje al fondo del mar, incluyendo el doblaje neutro, al neutro de los payasos de la tele.
¡¡Viaje al fondo del marera la serie reina!! En el cole, nos pasábamos el rato tirándonos contra las paredes como si un megacelentéreo maligno estuviera sacudiendo el Sibiun.
Nadie tiene un recuerdo para el pobre Virginiano propiamente dicho: James Drury. ¿Recuerdan? Yeins Drari es... ¡El Virginianoo!
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