Entre las nuevas tradiciones navideñas –es decir, que no son tanto tradiciones como costumbres recientemente adquiridas- destaca la comida (o cena) de empresa. Desde hace unos años a los BBC (bodas, banquetes y comuniones) hay que añadir esta variedad de negocio hostelero.
Por si fuera poco verse las caras, oirse y aguantarse durante un tercio o más del día, ahora nos parece de lo más natural irse de supuesta juerga juntos, bien aderezados de bebida.
La semana pasada tuve mi “cena de empresa”, más bien de departamento. Ya sé que la asistencia es voluntaria, pero si el departamento son poco más de una docena de personas, faltar es casi un insulto, a no ser que tengas una razón de peso. Se supone que esa cena es para estrechar lazos y tal y tal y el tío pascual. El alcohol es muy sufrido.
El caso es que salgo de casa y veo un hermoso control de alcoholemia de la Guardia Civil. Todavía achispada podría aguantar la cena, pero sobria va a ser un trago difícil (chiste tontísimo).
Mientras la peña se pone ciega de morapio –el resto vive cerca del restaurante o ha venido en taxi- servidora se dedica a la cerveza sin alcohol (asquerosa) y después al agua mineral.
Caen tres botellas de litro de Solans de Cabras. Cuando empiezo la tercera ellos están con el imprescindible chupito de algo de alta graduación.
Tras la cena, ea, a tomar una copa. Así que me despido en la confianza que la Guardia Civil me pare, me haga soplar y compruebe lo cumplidora que es una. Pues no, pasan de mí olímpicamente.
Al día siguiente tengo una comida de trabajo (detesto las comidas de trabajo) Llego al restaurante y la mitad del comedor está ocupado por … una comida de empresa. El grupo es de unas 40 personas. Al principio la cosa es soportable, pero según veo retirar botellas vacías de vino, el volumen sonoro aumenta hasta límites insoportables. Hablan cada vez más alto y las risotadas etílicas evitan cualquier diálogo. Así que decidimos tomar el café en otro sitio menos bullanguero.
4 comentarios:
LO que más me gusta de este mundo de los blogs es, precisamente, que no hay que irse ni de copas ni de cena. Y mucho menos de cena de blog.
jaja, me ha hecho gracia el comentario de gregorio :D
supongo que una de las ventajas de ser autónoma y de trabajar con mi madre (glups) es no tener cena de empresa :D
Lo bueno de algunos departamentos es la fama de raros o locos que tenemos sus miembros. Esa fama me libra de cenar y comer con personas ajenas a mi interés.
Un saludo
A mí me toca el próximo sábado. Supongo que será como siempre, por este orden: saludos forzados, chistes zafios, alcohol barato sin pausa, tonteos de un solo día, discotecas del extraradio, vomitonas y resaca.
Lo mejor es que solo hay una al año. Lo peor es que quedan 369 días para la próxima.
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