Como los coleccionables tardoagosteños, ya están aquí, en todo su esplendor y glamour, los perfumes. El perfume –en gloria esté Grenouille- es eso que se regala cuando a uno no le apetece pensar o se le ha pasado comprar con tiempo.
Los anuncios perfumeros son una especie de calendario: campaña de navidad-reyes, sanvalentín, díadelamadre …
El perfume es una especie de salvavidas que viene a decir algo así como “¿ves, pesada, que no me olvidé?
De entre los regalos gilipollas pongo en el top al perfume.
El perfume es algo tan personal como unos zapatos, es decir, uno tiene que probárselo. Hay aromas que a unos encantan y a otros repugnan. Por regla general, detesto los perfumes y especialmente los femeninos.
No piso una perfumería sin prescripción médica y si atravieso la sección en el inevitable cortinglés, ahí me ven tapándome la nariz y acelerando el paso, al tiempo que con malos modales rechazo la prueba que una señorita se empeña en pulverizarme. Que hay que ver la perra que tienen con perfumarnos. Yo me lo tomo fatal.
Hace años vivía en una casa antigua, de esas de ascensor de cristal y madera. Yo vivía en el cuarto y en el segundo una señora que usaba Opium como si le fuera la vida en ello. Hasta mi hija, entonces una criatura, decía: "Acaba de subir Conchi".
Mi repugnancia a los perfumes tiene su penitencia, porque ahora, en el trabajo, cierta individua adicta al Poison tiene a bien sentarse a mi lado en las reuniones laborales. Afortunadamente trabaja en otra planta y nuestras coincidencias -además del temido ascensor- son reducidas.
Estos días me estoy actualizando en cuanto a nuevos lanzamientos perfumistas. Ahí veo a una casi irreconocible Hilary Swan haciendo de insolente. ¿A quién se le ocurrió teñirla de rubia? ¿Qué han hecho con million dollar baby?
Las empresas de perfumes se empeñan en que identifiquemos iconos de seducción con sus productos. Así Charlize Theron lo hace para Dior, mientras Nicole Kidman dice ponerse Chanel nº 5. La tremenda Coco ya se revolvió en su tumba –ella, que aborrecía a las rubias- cuando Catherine Denueve fue la imagen del inmortal perfume.
Debe ser esa la razón –que los perfumes se identifican más con las rubias- del tintazo de la Swan. Es que no me lo explico.
Esta pasión por las actrices no se resiste siquiera a contratar a petardas nacionales como Penélope Cruz o Paz Vega, como si los modistas patrios ganaran en cosmopolitismo.
Claro, que intentar identificar a una figura conocida con un perfume tiene sus riesgos. Aunque fuera adicta a las fragancias, jamásjamásjamás me pondría eso de la Jessica Parker. Y si me lo regalasen, el/la obsequiante se llevaría una maldición eterna.
Luego están los marketinianos que tratan de aprovechar el tirón popular de alguien para lanzar “su perfume”. Por ejemplo, el de Carlos Moyá, que yo recuerde en estos momentos. Marca que, por supuesto, tiene una vida tan volátil como el alcohol que sirve de excipiente. A ver, Antonio, confiesa, ¿alguien ha comprado Diavolo? Y no vale que sea nadie de tu familia. Claro que Antonio presta su apuesta figura hispana para vender relojes o patatas fritas. Eso es versatilidad.
Regalar un perfume, además de una falta de tacto y un despilfarro, me parece un reconocimiento de escasez de recursos. Porque lo que ella quiere realmente no es un Chanel nº 5, sino un tailleur auténtico de Chanel.
Es el lujo de quien no puede permitirse más, por eso regalar Agua de Rosas de Adolfo Domínguez, por poner un caso, es el colmo de la cutrez, y no hablemos ya de las colonias de Zara o Mango. Patético.
A todo esto, ¿alguien tiene el teléfono del modelo de la colonia de Lacoste para hombres?
17 comentarios:
Me quedo con el anuncio de lencería de H&M con Emmanuelle Beart.
Debilidad masculina.
Un saludo.
P.D: el hombre del anuncio de Lacoste no existe.
No nos quite la esperanza, Doctor!
:D
Me encanta el perfume... que me pongo yo. No voy a decirte cual es porque, ya que no lo has mencionado, no quiero darle publicidad y que todas vayáis a comprarlo en tropel.
El otro día me pasó algo muy curioso y sorprendente. La señora que hace la limpieza de mi escalera me preguntó si no me importaba decirle qué colonia uso. Que era el olor más agradable que había sentido en su olfato nunca. Que si no me importaba escribirle el nombre en ese papelito que ya tenía preparado. Será muy caro ¿no?, me dijo. Un poco, le dije. Me la quedé mirando unas décimas de segundo y después le escribí el nombre en el papel.
-Dígale a su marido que se lo regale estas Navidades. O ¡qué narices! regáleselo usted misma.
Supongo que a partir de ahora la escalera olerá a mí, pero siempre es mejor eso que el olor a lejía.
Saludos
LL
regalar un perfume no es una falta de tacto en lo más mínimo cuando sabes hacerlo.
Desgraciadamente hay gente que tiene narices e hipocampos poco preparados para los perfumes. Esto es igual que la ópera sólo algunos pueden apreciar detalles y matices, aunque muchos digan me gusto esa "canción" en medio de una ignorancia y falta de sensibilidad muy tristísima al referirse a un aria.
Lo de la publicidad es otro cuento de tal modo que en vez de apreciar el arte la gente termina motivada por un personajillo, pero la capacidad de apreciar y saber regalar un perfume, más aún saber prepararlo, es un talento muy, muy escaso
Perdón se me escapó un muy demás antes de tristísimo.
Por favor, Alicia, adelante. Envíame esas fotous. Solo añade @hotmail.com al título de mi page y los recibiré.
No sé, como nunca he usado perfume no me considero capacitado para hablar de este mundo. Algo parecido al mundo del vino. Lo reconozco fascinante pero me siento totalmente ajeno a él. Y eso que después de ver "Entre Copas", un amigo y yo decidimos recorrer la cuenca vinatera riojana, navarra y catalana, excitados por la soberbia película que acababamos de ver. Al final no lo hicimos.
No uso perfume, pero lo regalo. Y aunque nunca he tenido queja, tu texto me ha hecho dudar.
Alicia, jajaja, yo tampoco tolero los perfumes... los evito a toda costa, y eso que mi madre me persigue por casa frasquito en mano... pero yo me resisto con uñas y dientes... sencillamente, me dan dolor de cabeza!
Por cierto, el teléfono, cuando lo tengas, pásalo. ;-)
Hay perfumes que me arañan más abajo del estómago y que me hacen sentir incómodo con mi líbido el resto del día. No importa quien lo lleve, la devoraría allí mismo.
Si no puedes reconocer a la Swan de "La chica del millón de dólares" imagínate lo que me cuesta reconocer en esa rubia sosita a la de "Los chicos no lloran".
¿El chico de Lacoste es ese cretino que parece jugar a rayuela, dando saltitos con las olas salpicando de fondo? A mí lo que me provoca es un impulso irrefrenable de empujarlo y tirarlo al mar. Desde luego, las chicas sois unos chicos muy raros.
pazzos
Yo lo único que me pregunto es por qué todos los anuncios de perfumes hablan en francés. A pesar de lo raro que suena a nuestros oidos ése de "O d'ete". ¿Acaso los franceses huelen mejor que los demás?
Saludos.
En realidad, Kafka, la capital del perfume es la ciudad francesa de Grassi y los perfumes comerciales comienzan como un negocio colateral de los grandes modistos franceses, empezando por Chanel. No es que huelan mejor, es que tuvieron mejor olfato para el negocio.
A mi me guste el de olor a mora de mujer. Me pone.
Hum. Hablaría del perfume, pero ni siquiera sé diferenciarlo de las colonias.
Tengo entendido que un perfume es más penetrante, más elaborado, más duradero y, qué demonios, mucho más caro que cualquier colonia.
Sin embargo, me da igual no tener perfume. Uso colonia, eso sí, para no provocar náuseas a las vecinas cuando bajamos en el ascensor ("una vaca en ascensor, ¡cielo santo!", cuando no saben que las vacas podemos subir escaleras, pero no bajarlas por sabe Dios qué motivo).
A lo tonto, ya hablé de los perfumes. Y tampoco me olvido de felicitar a Alicia por las ocurrentes observaciones de tan inspirado artículo.
¡Vuelve, Grenouille (pero sin hacer daño, que es Navidad)!
Ustedes, jovencitos, llegaron en pleno desarrollo de la sociedad de consumo. Cuando yo era niña sólo existían dos colonias para hombre: el inefable Varon Dandy y Lucky. Los HOMBRES no usaban colonia, pero sí un masaje (hoy after save) de olor penetrante y acre: el Floid. Había que ser muy hombre para ponerse aquello ... o la piel de titanio.
Y para mujeres otro tanto. Recuerdo que mi abuela tenía "Maderas de Oriente" y creo recordar uno que se llamaba "Maja" y el colmo de la sofisticación era uno de la casa Worth de nombre "Je reviens".
En casa los domingos, antes de ir a misa, mi madre nos ponía unas gotas de colonia Añeja de Gal que compraba a granel en la droguería del barrio.
Mi hermana, cuando empezó a trabajar, se compraba colonia de Alvarez Gómez y recuerdo que el jefe, por Navidad, siempre regalaba a las empleadas un perfume de Legrain que ella nunca usaba y que con el tiempo iba concentrándose en un líquido viscoso.
En fin ... hay que ver lo que da de sí algo tan intangible como el olor.
Pues a mí se me está acabando uno de los dos que uso, y espero que mi madre, que cada vez que viene de visita lo utiliza, se haya dado cuenta ahora que se acerca mi cumpleaños...
hola alicia
enhorabuena por tu blog y sobre todo por los artículos como este que te dibujan una sonrisa en la cara
he enviado tu artículo a www.pontewapa.com para que lo voten, espero que obtengas buena puntuación
enhorabuena por el blog y nos seguimos leyendo, besos
Pues muy agradecida, anónimo/a contribuyente.
Me encantó como hacías referencia a los perfumes, yo estoy de acuerdo contigo las publicidad de los perfumes le va más a las chicas rubias, así a como lo está haciendo Charlize Theron para Dior y Nicole Kidman para Chanel nº 5, se ven hermosas en las vallas publicitarias, y claro es que son muy bonitas y además mueven mucho a la gente por sus exitosas carreras, es como ver a Tom Cruise yendo a Buy viagra, estoy segura que se vendería aun más.
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