En unas semanas estaré de nuevo en Módena. Espero que sea la misma ciudad pequeña y tranquila que conozco.
Módena, hasta el momento, sólo era internacionalmente conocida por los gourmets que valoran el aceto balsámico, que llega a alcanzar precios considerables.
Hasta ahora, la gran mayoría de los apasionados de los coches y de las carreras de F-1 ignoraban que Ferrari tiene su factoría a un tiro de piedra de Módena y que la factoría de Maserati está en el corazón de la ciudad, al lado mismo de la estación de ferrocarril.
Módena y su provincia mantiene un extraño equilibrio entre explotaciones agrícolas primorosas y las industrias metalúrgica y del motor.
Yo misma desconocía que Luciano Pavarotti fuera hijo de Módena. El precioso duomo y la catedral torcida, con su no menos inclinada Giroldina, fueron el escenario del funeral. No sé cuantos dicen que asistieron, pero es un templo relativamente pequeño. Desde luego lo iluminaron. Las veces que he ido he sido incapaz de sacar una foto por la oscuridad reinante.
Es un templo extremadamente sobrio y para ser catedralicio, pequeño. Pero es una joya. Fue consagrada a principios del siglo XII, por lo que se encuadra dentro del románico, y carece, por tanto, de la exhuberancia de otros monumentos.
Pero ahora la ciudad en unos días se ha convertido en el foco de la noticia. Por un lado la muerte de Pavarotti y, por otro, la fiscalía que investiga el espionaje a Ferrari.
Confío en que a mi llegada las aguas hayan vuelto a su cauce, que se pueda pasear por su calles pobladas de bicicletas; por su casco antiguo peatonal. Que el duomo regrese a la tranquilidad.
Por cierto, no hagan mucho caso de los resultados de google. Algunas páginas sitúan a Módena en Lombardía, cuando está en la Emilia Romagna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario