Vientos de cambio. Más bien galernas. La pandilla más torpe de la galaxia ha perdido su amalgama. Hace un par de meses mi jefe -y sin embargo cómplice- decidió que ya había hecho bastante y se buscó cimas más complicadas que escalar. Y no vean lo complicadas. Pero es feliz, se divierte. Me manda tonterías al correo electrónico y mensajes. Si no contesto reclama mi atención imperiosamente como un niño mimado. Nos vamos de comida de vez en cuando con sus otros cómplices y también compañeros míos.
Le echo de menos, qué demonios. Su brutal sentido del humor, su capacidad de réplica, su manejo de las situaciones eran admirables. Durante el mes que siguió a su marcha escuchaba los rumores de sustitución con cierto temblor. El resto de mis compañeros de departamento me miraba con envidia, conocedores de que si el sustituto no era de mi gusto, podía recoger mis cosas y regresar a mi departamento primigenio.
Pero las altas esferas -que como están altas andan en la inopia- aprovecharon la marcha de mi ya ex-jefe para enmascarar la crisis de otro departamento y de buenas a primeras me ví de jefe a mi otro cómplice, con gran alboroto por mi parte.
Pero las cosas no podían ser perfectas y la llegada ha venido acompañada de una duplicación de responsabilidades, ergo, trabajo.
A ello se añade que, por fin, las oficinas en las que trabajamos van a ser sometidas a una profunda reforma, lo que implica que las 200 personas que allí vivimos 9 horas diarias debemos mudarnos a dependencias provisionales. Y una mudanza es siempre ese acontecimiento al que no me quiero enfrentar.
Durante un año viviremos cual piojo en costura. Pero mi cómplice ha hecho una distribución de espacios que aunque él dice ha mandado la cabeza, creo sinceramente que ha prevalecido el corazón.
La semana que viene procedermos al traslado. Prácticamente todo, a excepción de lo imprescindible, irá a un almacén. Iré ligera de equipaje y espero que el regreso sea igual.
En el próximo viaje veremos si la pandilla más torpe de la galaxia, a pesar de sus renovados socios, sigue haciendo de las suyas.
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