En la familia se ha producido una buena noticia. Mi hija mayor, que dentro de tres meses cumplirá 24, se independiza. Está terminando la carrera y desde el pasado verano trabaja en una franquicia de bocadillos 30 horas a la semana, lo que le proporciona un sueldo mensual superior a los 800 euros. O sea, no llega a mileurista.
Así que con una amiga, en su misma situación, y con las ayudas previstas por Chacón –ya veremos cuando las cobran- se han alquilado una casa en el pueblo.
Antes de ver la casa ya me eché a temblar, ya que su padre dijo de la vivienda que “tenía muchas posibilidades”. Y conociendo como conozco a mi marido, que considera que una porqueriza tiene muchas posibilidades, me temí lo peor.
La casa en cuestión tiene tres plantas. La situación es extraordinaria, en el casco histórico del pueblo, todo peatonal, en una placita con su correspondiente fuente; el horno de leña a exactamente tres pasos y a 100 metros de la calle principal, donde siempre hay aparcamiento.
El primer piso estaba bien, todo reformado. El segundo ya daba bastante agonía, con cable colgado de cualquier sitio, azulejos caídos y una necesidad de varias garrafas de cinco litros de lejía.
Pero el tercero ... el tercero era inenarrable que es, precisamente, el que mi hija se reservó. Bajo tejas, con una chimenea que ha servido para la entrada de todo tipo de aves –como demostraba el guano esparcido por todo el suelo (por llamar al suelo de alguna manera), con una habitación pavimentada con restos de serie de azulejos de todos los colores y formatos imaginables; una puerta podrida que da a una terraza ...
Durante un mes ha trabajado ella y su pandilla como negros. Han limpiado, cambiado puertas, pintado, puesto suelo, reformado la instalación eléctrica, desembozado cañerías, lijado y acondicionado ventanas y contraventanas ... No todos pueden echar mano de una pandilla como la suya. Es lo que tiene mantener las amistades del instituto del pueblo, que uno se ha hecho electricista, otro es solador y el de más allá es fontanero.
Este fin de semana está dispuesta a hacer la mudanza. Anda husmeando por los armarios a ver qué puede arramblar, lo cual me viene bien, por un lado, para deshacerme de algunos muebles que me estorban, y mal, por otro, porque en muchas ocasiones a lo que le echa el ojo no es lo que me conviene.
Hace acopio de sábanas, toallas y mantas. Pregunta si se puede llevar cazuelas (no sé para qué, ya que ella y la cocina están enemistadas) y le ofrezco, infructuosamente, unas cortinas para sus balcones.
Tengo que decir que presumo de la iniciativa de mi hija, cuando padres de mi entorno se han resignado a que los suyos se asienten por tiempo indefinido. Pero también es cierto que hay padres que tampoco alientan la independencia, rodeando a los hijos de tantas comodidades que a ver quien es el guapo que renuncia a ellas.
Mi hija ya sabe que durante bastantes meses, por ejemplo, no tendrá internet, aunque tampoco es que lo use en casa más que para bajarse apuntes y prácticas de su carrera. De hecho, la única dirección de correo electrónica que tiene es la que le facilita la Universidad.
Me gusta que haya elegido el pueblo para vivir. Lo cierto es que se ha convertido en una alternativa deseable: tranquilidad, servicios, buena atención médica, transporte colectivo ... Muchas casas abandonadas están siendo rehabilitadas. Frente a la suya, un arquitecto se ha hecho un estudio y vivienda realmente espectacular.
Así que mi marido ha dado en cavilar si no sería buena idea, para dentro de unos años, plantearnos algo similar. Aunque prefiero poner unos cuantos kilómetros por medio, unos cientos, unos miles o un océano por medio.
3 comentarios:
¡Angelitos...! Lo que disfrutan la primera mudanza. Bienvenida a la realidad
Pues espero que la mudanza se le dé bien, porque es uno de los procesos más traumáticos de la rutina de mi generación (odio las mudanzas, ¡las odio!).
Y lo del pueblo me parece una idea cojonuda, que ya está bien de pensarnos que la ciudad es la leche en polvo...
Te engancho este diccionario inmobiliario para futuras hijas independentistas que te salgan ;) Algunos ejemplos:
Luminoso = Interior
Especial = Ilegal
Diferente = Insalubre
De diseño = Minúsculo
Mejor ver = A ver si cuela
Techos altos = Desvencijado. Puertas chirriantes. Suelo ondulante.
Semiamueblado = “Hemos dejado las mierdas que pesaban mucho”
Loft = Estudio
Estudio = Agujero
Bien comunicado = A 15 km. del centro
El resto en este viejo post de un amigo
http://pierrenodoyuna.blogspot.com/2007/05/diccionario.html
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