Que si una churrería ambulante, que un camión grúa colocando luces de iluminación -nada de bombillas de bajo consumo, que la crisis no debe hacerse notar en fallas-; en esta calle no una carpa, no señor: dos carpas. Y así llevamos desde el 1 de marzo, en progresión geométrica de acoso y derribo del sufrido ciudadano.
Intentar dormir con la calle iluminada toda la santa noche. Los soportes, por supuesto, se arriostran en balcones y ventanas privadas. No hay protesta que valga. Es imposible circular por las aceras, entrar en los comercios, en los portales de los edificios. Y, por supuesto, prohibidos los vehículos a motor, aunque sean de servicios de emergencia o de asistencia técnica.
No es Sevilla, es el centro de Valencia.
En el caso de que no roben la electricidad, colocan unos generadores que, sobre todo, generan un ruido considerable toda la noche.
A partir del lunes se acabaron las clases. La gente sigue trabajando, pero los niños en casa. Una compañera, con un bebé de 7 meses, tendrá que trabajar desde casa, porque no puede sacar el coche del garage para llevar a la criatura a casa de su madre.
La gente está hasta los mismísimos de esta expropiación de la ciudad, pero como dice una amiga mía, parece que estemos en el País Vasco -salvando las diferencias- porque hablamos contra "ellos" en voz baja. Como te oigan criticando las Fallas -realmente se critica el exceso de las Fallas- te miran mal y te sentencian: "Es que tu no eres valenciano". Aunque el que increpe sea de Matalascabrillas del Duque, mientras te arroja a los pies un petardo borracho.
Así estamos, con ruido, humo de fritangas, música machacona, borracheras, vómitos, las paredes como urinarios públicos ... Todo por las Fallas, lo más bonito del mundo.
El fallero todo lo disculpa y si te quejas, es que no eres valenciano. Si no te gustan las fallas, vete de la ciudad, como si no tuvieras que cumplir una jornada laboral, aunque mucha gente prefiere emplear una semana de sus vacaciones para librarse de este tormento que perpetra esta minoría de salvajes vestidos de cuervo.
Dice mi amiga que esta semana es cuando se desata todo el exceso, pero es que hay que aguantarles todo el año. Porque durante todo el año, con la excusa que se les ocurra, ocupan la calle: que si hoy toca concurso de paella; que hoy chocolatá, que si una disco móvil ... hasta las tantas, que si torneo de parchís... Y sea cual sea el acontecimiento, el resultado siempre es el mismo: ocupar la calle.
A ver si alguien se anima y monta una candidatura municipal con un programa sencillo: no subir los impuestos, mantener los servicios (ni siquiera mejorarlos), dilapidar lo menos posible y acabar con las Fallas. O en su defecto, meterlas en cintura.
7 comentarios:
Yo llevo dos años sin enterarme.
La envidia que me da saberme en Charrilandia estos días, desde luego. No comprendo cómo la gente no se queja en voz alta: a fin de cuentas, no sois el País Vasco y Camps o Barberá no van a pegarle a nadie un tiro en la nuca, como mucho meterán a sus hijos a estudiar en un barracón u organizarán otro evento que paralice la ciudad...
Tampoco entiendo cómo en plena crisis (la misma que se encargan de publicitar los mismos que incitan un mayor gasto en las Fallas) incrementa el gasto y se manda a tomar por culo el trabajo de todo un año. Cosas de la tradición, imagino.
Es más, lo mismo deben pensar los pamplonicas en San Fermín, ¿no?
Oh yeah. Así sea y amén. Yo también votaría por esa candidatura mágica.
Bueno, por lo menos ya ha acabado todo; ahora tranquilidad hasta el GP de Formula 1 de agosto en el que se volverá a paralizar todo; ánimo!
Ya lo dijo Pol Pot: "Ejecutad en masa".
Discúlpeme Vueseñoría, mi Doña Alicia, es que últimamente ando un poco hasta las gónadas. No quiero ni pensar si hubiera aceptado la invitación de mi hermano y estuviera por allí. (aunque nada tiene que ver el hacer visitas con el padecer porque sí)
Hombre, Luky, que usted tiene que huir de las gallatas. Muy monas las camisetas. Ya me haría con una.
Yo no soy valenciano, así que cuando alguien me lo dice acusadoramente por criticar las Fallas, no hace más que señalar lo evidente. Yo siempre trato de explicarles que los casales me recuerdan muchísimo a los CDR y sus "fiestas" en Cuba. Y que eso es patético y triste. No les gusta oírlo, pero a mí tampoco me gustan ellos, así que se compensa, ¿no?
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