Todo el mundo parece estar de acuerdo en una cosa: el sistema educativo en este país es un desastre. Otra cosa es la solución. El deterioro de la enseñanza en España es parejo a la conquista de las libertades, aunque parezca una paradoja. En mi poco cualificada opinión –mi única fuente es mi propia experiencia como madre- hay múltiples factores que han hecho que la enseñanza haya desembocado en tan desastrosa situación.
Por un lado, unas reformas que no sé a qué atendían. Se empezó por denostar el conocimiento memorístico y la memoria empezó a ser una cualidad poco apreciada y de mal gusto, a tenor de las más modernas corrientes pedagógicas. Así que una de las características propias del ser humano dejó de utilizarse, con el consiguiente deterioro del desarrollo intelectual.
Se arrinconó la memoria y se bajó el listón, para que no hubiera tanto fracaso escolar. Como seguía produciéndose dicho fracaso, se volvió a bajar el listón, y se bajó el listón y se bajó el listón … y así hasta el momento actual. Los niños pasaban de curso aunque fueran analfabetos funcionales.
De hecho, cada vez hacía falta menos esfuerzo para pasar el curso. Desafortunadamente, los conocimientos se adquieren con esfuerzo, de modo que nuestros niños cada vez eran más ignorantes.
Las materias complicadas, esas que exigen estudio y, por lo tanto, esfuerzo se fueron banalizando. Los niños podían utilizar las calculadoras en las operaciones aritméticas más sencillas, por ejemplo, impidiéndoles adquirir habilidades de cálculo que, al fin y al cabo, contribuyen al desarrollo intelectual.
En la enseñanza secundaria se fueron eliminando materias que se consideraban “inútiles”, como el latín. Parece que nadie se dio cuenta de que el latín resulta ser una herramienta de primera para el estudio de las lenguas, y no sólo las derivadas de él, sino de otras cuyos fundamentos son muy similares. Además, el latín es una lengua “lógica” que ayuda de forma determinante a la formación intelectual, a la comprensión.
Los diques de selección se eliminaron. Para acceder a la enseñanza secundaria había que superar un examen de mínimos –el ingreso de bachiller-, posteriormente se pasaba la reválida “de cuarto” para continuar en el bachillerato superior y una nueva reválida para llegar al curso previo a la universidad. La implantación del COU conllevó la eliminación de dicha reválida, aunque se mantuvo la prueba de acceso a la universidad. Es decir, se quitaron tres filtros que iban depurando a los mejores alumnos. No siempre los más inteligentes, también los más esforzados.
El que no superaba el filtro tenía otras opciones educativas a través de los bachilleratos laborales. De ahí salieron generaciones de mecánicos, carpinteros, electricistas … y muchos de ellos pudieron acceder posteriormente a las titulaciones de peritaje, lo que hasta el año pasado se conocían como carreras técnicas: aparejadores –o como demonios se llame hoy, creo que gestores de la edificación, pasando por arquitectos técnicos-, ingenieros técnicos, topógrafos, técnicos aeronáuticos, electrónicos …
Mientras tanto, España pasó de ser “una, grande y libre” (lo de libre es un sarcasmo), al país de las autonomías con competencias educacionales. Y ahí ya fue el acabose. La historia, la geografía, la lengua y casi todas las materias de humanidades se constriñeron según el ámbito geográfico. Si en los viejos sistemas educativos se estudiaba historia de España, se sustituyó por la historia de mi pueblo. Dejamos de tener una historia común, una geografía común y una lengua común.
El horizonte se estrechó, la mirada dejó de ser universal. Si en mis años de bachiller elemental hasta el más torpe de mi clase sabía de corrido y salteadas las capitales de Europa, ahora no se saben ni las capitales autonómicas.
La enseñanza se ha vuelto utilitaria, pero utilitaria de lo inmediato. El desarrollo intelectual, los mecanismos que nos permiten seguir aprendiendo, se han limitado hasta extremos que sólo se considera razonable el estudio de lo económicamente rentable en el momento.
Y si no había suficientes plagas que atacaran a la enseñanza, se unió el cambio de las relaciones familiares y la pérdida de autoridad paterna. Más que pérdida de autoridad, dejación de responsabilidades.
Los padres dejaron de exigir para consentir. En lugar de ser una figura de autoridad, una guía de comportamiento, los padres se convirtieron en protectores. Ya no se corregían las conductas anómalas, se justificaban. El castigo se sustituyó, en el mejor de los casos, por el soborno, aunque lo más habitual fue su supresión.
Ante la ausencia de autoridad paterna, la autoridad del maestro –reflejo de la primera- se desvaneció. Los padres olvidaron que la enseñanza es competencia de la escuela, pero la educación es su responsabilidad. Y sin educación es complicado enseñar.
Ahora, cuando todos los indicadores hacen saltar las alarmas, los organismos internacionales nos señalan con el dedo y los pocos cerebritos que quedan huyen de la quema, nos llevamos las manos a la cabeza, pero somos incapaces de encontrar una salida a este laberinto. Un problema que exige acuerdos mínimos, pero no sólo de las fuerzas políticas –que no están por la labor-, sino también de educadores y padres. Y éstos, me temo, tampoco están muy concienciados.
8 comentarios:
Últimamente empiezan a haber movimientos entre psicólogos y economistas para minar la pedagogía haciendo experimentos controlados, cual si los niños fuesen ratas a las que curar el cáncer. Con suerte en unos 50 años empezamos a aplicar aquí lo aprendido.
Muy buen artículo, Alicia. Yo que tú se lo mandaría a los gerifaltes educativos, a ver si te hacían caso y reconducían el asunto.
Es muy triste el devenir de nuestro sistema educativo y comparto casi todo lo que apuntas al respecto. Se ha perdido el uso de la memoria (ya no valen fechas, ya no valen capitales, ya no valen cálculos memorísticos), se ha perdido la visión de conjunto (cuánto daño ha hecho la cesión de competencias) y, sobre todo, se ha perdido el respeto al docente.
Vinculado queda, desde luego.
PD: hoy me esperaba un artículo sobre el regreso del Gran Nadal, pero firmo ya mismito que lo pospongas hasta que gane Roland Garros.
Suscribo el postio de pe a pa. ¿Qué voy yo a añadir, pobre mortal? Alabo una vez más su capacidad de síntesis.
Maese Folken: pedagogos y psicólogos infantiles son carne de paredón. Les tengo un cariño ...
Fer: Estaba en ello, en hacer un post sobre el partido Federer-Nadal, pero estaba muy ocupada siguiendo la final de la Liga.
Enhorabuena por el subcampeonato.
Gracias por la enhorabuena, se la pasaré a Pellegrini por si le sirve de consuelo (dios mío, no puedo creerme que quieran echar a este hombre).
A mí, de todos modos, me resbalaba el final de liga desde que supe que mi Villanovense bajaba a Tercera...
Muy buen post Alicia.
Otro lamento en la noche española de las autonomías. ¿Que será de este país dentro de diez años?
No olvidemos en este periplo de ideas el lamentable nivel de idiomas de nuestro país. El otro día un amigo que vive en Inglaterra reflexionaba conmigo sobre este tema. Da clases en la Universidad de Kent y me decía: los únicos que nos mofamos de los demás cuando no saben hablar bien un idioma somos los españoles. Y somos los que peor hablamos!!!
Las nuevas corrientes de analisis de la conducta (Dr Greer, Columbia), apuntan que el ser humano hasta ahora a aprendido a cañonazos. Seguramente estas nuevas corrientes, de premiar las conductas adecuadas (acertando en cuales son, claro: cientificamente es posible) y extinguiendo las inadecuadas, llegaran a nuestro país cuando los turcos sean europeos. (Con todos los respetos a los turcos).
Gracias Alicia.
Pues sí, Chicharrero, dice bastante de nosotros mismos la falta de benevolencia ante los fallos idiomáticos y nuestro estúpido sentido del ridículo. En lugar de corregir y ayudar, hacemos leña. Así nos va.
Genial! Eso me recuerda que en 5º de EGB la profesora nos hizo aprender todos los ríos y montes de España.
En cuanto a lo último... Hay gente
que se parte con el video de Rafael cantando "Aquarius" o que imita a Aznar hablando inglés (yo sólo lo imitou cuandou hablua texanooooooou) y cuyo inglés da mucha más pena que eso.
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