La ciudad, el burgo, es quizá la seña de identidad más relevante de la sociedad humana. La ciudad es consustancial a la sociedad, es el lugar físico en el que se desarrollan actividades, se comparte y se dinamiza la vida. La ciudad es un motor de avance humano desde la antigüedad.
En los últimos 50 años, sin embargo, políticos, especuladores y ciudadanos –que también tenemos nuestra culpa- nos hemos cargado muchas ciudades. Ahora no tenemos ciudades para vivir, sino ciudades escaparate, ciudades dormitorio, ciudades turísticas.
Pero hemos despojado a las ciudades de su carácter: el lugar donde convivía la tienda, el taller, el negocio, los vecinos, los colegios, los mercados. Hemos arrojado de las ciudades todo aquello que era “incómodo” hacia polígonos industriales. Hemos cambiado la geografía comercial eliminando las pequeñas tiendas y creando centros comerciales –todos iguales, todos con la misma oferta- en las orillas de las autovías. Hemos expulsado a los vecinos a barriadas dormitorio. Hemos dejado de ser vecinos.
Los arquitectos en el siglo XX se metieron también a urbanistas y diseñaron ciudades ideales en las que cada zona tenía un uso. Lo maravilloso de la ciudad es la capacidad de convivencia de diversos usos. Se cambian las viviendas por “unidades habitacionales”. Ya no se vive, se tiene una habitación dónde ir a dormir, no dónde vivir.
Algunas urbes, sin embargo, consiguen mantener ese carácter, a pesar de los intentos por destruirlas. Por ejemplo, en el estudio Mercaciudad, que mide diversos parámetros, resulta que las mejores ciudades para vivir son aquellas que no destacan ni por su monumentalidad ni por sus grandes obras: Pamplona, Santander, Logroño, Murcia, San Sebastián, Albacete, Zaragoza, Oviedo, Gijón y Cáceres.
Ninguna recibe un turismo masivo, salvo momentos puntuales. Ninguna es una ciudad monumental. Ninguna ha emprendido obras “para poner en el mapa” a la ciudad (salvo Zaragoza con la Expo).
Una reflexión sobre el papel de la ciudad en la sociedad actual debería ser obligada para los próximos candidatos. Ciudades hechas a medida humana; ciudades para ser vividas y no ciudades para ser fotografiadas.
6 comentarios:
Ficciociudades: http://www.ateneonaider.com/blog/manu-fernandez/ficciociudades-10-skrunda-1-letonia
Ahí puedes ver también las otras. Y muchas más que se podrían añadir.
Gracias, me pongo a ello. Lo cierto es que resulta aleccionador ver proyectos que nunca llegaron a construirse.
Rectifico, SÍ llegaron a construirse. Estoy asombrada.
¡Pedazo de blog! Gracias, Folken.
Tienes toda la razón con tu queja, Alicia. Las ciudades nacieron como agrupamientos de personas y han sido a menudo despersonalizadas. Da lo mismo pasear por un barrio de aluvión o una urbanización en Madrid, Valencia, Valladolid o Málaga.
Ahora, ¿Cáceres y San Sebastián no son turísticas? Yo diría que sí, e incluso Cáceres es monumental (no de grandes monumentos, pero sí en su conjunto). Eso sí, es cierto que son ciudades "para vivirlas", no "para turistas".
De hecho, siempre he querido vivir en Cáceres. Y viví en Oviedo, de la cual siempre diré que es la ciudad perfecta para tener 35 años y dos hijos.
Fer, esa afirmación parece intencional. Espero que no sea usted reumático :)
Publicar un comentario