lunes, junio 05, 2006

Montones


En la mesita se amontonan los libros. Debe haber siete u ocho volúmenes. Unos leídos, otros abandonados y algunos en proceso de deglución. Pavese –lo intento, lo intento, pero resulta tan oscuro …- Celine –no sé porque sigue en la pila, si está terminado- McEwan, Amis, Dexter –qué decepcionante- Musil y su previsible Torless; por último, Lodge y su descarnado Henry James.

Nunca me ha interesado James. Leí hace tiempo “Otra vuelta de tuerca”, como todo el mundo, supongo. Es tan sumamente pedante … Pero debo reconocer que es casi perfecto. Sin alma, pero casi perfecto. La lectura de la pseudobiografía que ha editado Lodge me despierta cierto interés por HJ. Buscaré en las estanterías alguna obra suya que, con toda seguridad, tendré en alguna edición barata.

No puedo evitar que James me haga recordar alguna de las primeras lecturas de las que tengo memoria: Mujercitas. Ese turismo europeo de los ricachos de Nueva Inglaterra; esa manía de hacerse acompañar por jóvenes casaderas pobretonas. Pero claro, entonces yo no veía esas similitudes, sino que me veía como Jo March, mi heroína.

Que vínculos tan extraños: JH y Louise May Alcott. Aunque creo que ambos tenían un público femenino, en un caso de jovencitas con ínfulas literarias y algo silvestres y en el otro algo más desencantado y depresivo.

Sigo. También, ocultos entre otros títulos, hay dos libros de poesía. El Manual de Infractores de Caballero Bonald –algunos versos son hermosos hallazgos- y una antología de poetas suicidas. Resulta más conmovedora la vida de los suicidas que sus poemas.

Cioran y Bertrand Russell comparten su propio espacio, uno encima de otro. Tan incompatibles, tan simétricos. Ética y nihilismo. Dios en cada página de uno y hombre en la del otro. Poesía por un lado, didáctica en el otro.

¡Ah! Y un hermoso libro que empiezo a aprenderme de memoria, el de los rascacielos de NYC que compré en la Triennale de Milán. Un día de estos sacaré mi plano de Manhattan y marcaré la ruta que seguiré para visitar aquellos que más me gustan. Ya conozco, por supuesto, el Chrysler, el Empire y el Chanin, pero me faltan el de la CBS, por ejemplo, de Saarinen, que es arquitectónicamente ejemplar. O el Pan Am de Gropius (aunque está fusilado directamente del Pirelli de Milán concebido por Gio Ponti) …. No me enrollo más, creo que es excesivo para un solo post.

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