Una de estas noches pretéritas, creo que en la 2, ví una especie de documental dirigido por Rosanna Arquette, la hermana tonta de Patricia, sobre lo discriminadas que están las actrices en Hollywood.
No estoy segura de si fue un acto de onanismo colectivo o una herramienta para subirse a una palestra de la que la defenestró su hermana pequeña (la regordeta).
Todo el documental era del tipo “que megaguays que somos las actrices y que mal nos tratan las productoras”.
Las entrevistas o coloquios siempre iban precedidos de un “me encanta tu trabajo”, “eres una de mis favoritas”. Un lameculeo irritante entre actrices que se ven discriminadas cuando llegan a los 40. Total para ver a Martha Plimpton (¿qué fué de la primera novia de River Foenix?) y a algunas ilustres desconocidas.
Especialmente irritante el asalto a Frances McDormand en un aseo público para espetarle lo de mi favorita y la señora Coen con cara de a ver cómo salgo de ésta.
Cierto es que salían actrices conocidas: Holly Hunter, Sharon Stone, Meg Ryan ... incluso Debra Winger que, más o menos, era la fuente de inspiración del documental, que se titula “Searching for Debra Winger”. Por supuesto salía Patricia Arquette con un aspecto de “estoy haciéndole un favor a mi hermana” o veteranas como Charlotte Rampling, Vanessa Readgrave o Jane Fonda con cara de “no sé qué demonios estoy haciendo aquí ni quien es esta tonta”.
No sé, podría haber preguntado a otras actrices de más de 40 como lo llevan: Glenn Close, Merryl Streep, Susan Sarandon, Jodie Foster, Candice Berger, ... no sé, incluso Lauren Bacall que dobla esa fatídica edad.
Había una entrevistada, para mí una absoluta desconocida, pero eso es demérito mío y no suyo, que aseguraba que no había conseguido un papel porque al productor no le gustaron sus tetas, a pesar de que al resto del personal presente en el casting estaba como loco por su trabajo y que vamos, si por ellos fueran, sería oscar perpetuo.
En fin, después de ver el documental me explico porqué muchas de las participantes, y la directora del mismo, están discriminadas por la industria cinematográfica e incluso la televisiva: porque son infumables.
Aquellas que basaron su éxito en su espectacular presencia física, como Darryl Hannah (por cierto, que compartió película con DW en “Peligrosamente juntos”) se encuentran ahora que la edad no perdona. No porque no esté estupenda, que lo está, sino porque hay mucha más competencia.
La lista de actrices que participas que ya no son cabecera de cartel era larga: Julia Ormond (que nunca será la nueva Audrey Hepburn), Teri Garr (la de las aldabas del jovencito Frankenstein), Diane Lane (que se quedó en promesa), la empachante Julianna Margulies, Samantha Mathis, la señora esa que cuando llegaba Navidad se olvidaba a su hijo en casa, Laura Dern (que sin Lynch ni dinosaurios ya no es lo que era), Melanie Griffith (reducida a acompañante de Antonio Banderas) ...
Una deslenguada Woopi Goldberg, la hermosísima Robin Wrigth-Penn, Salma Hayed o la Paltrow son de las pocas que tienen una carrera para mostrar. Desde luego el éxito de Woopi no será por su belleza sin par.
Y, porque no nos engañemos, el cine actual se dirige a menores de 20 años y los adultos nos vemos confinados a las series de televisión que es donde se mantiene un nivel de calidad bastante más elevado que en la gran pantalla, salvo contadas excepciones.
El documental es de 2002 y desde esa fecha DW parece que ha cambiado de opinión y ya no le aburre la industria del cine. De hecho aparece en la última película de Jonathan Demme, cuyo estreno está previsto para el próximo año.
2 comentarios:
¡Sapristi! qué vieja está la Arquette. Claro, como las productoras la tratan tan mal, se le ha puesto esa cara...
Hay que ver, que tendenciosa es usted!!.
El documental es muy mejorable, cierto, pero dice algunas verdades entre su muy marcado colegueo. Per example: que muchas de las actrices que cita han sido apartadas de las grandes producciones en función de sus arrugas. Ésto es un hecho irrefutable, me temo. La industria está dirigida a menores que no quieren ver a cuarentonas interpretando papeles de veintiañeras. Eso es así, y hace bien en remarcarlo. Sin embargo, son muchas las actrices defenestradas que aún tienen mucho por hacer. Diane Lane sería un buen ejemplo. Ella es una estrella (que no una promesa) ya que encabeza producciones más o menos caras. Y la Kidman ni te cuento. Hay otras, ya en cincuenta e incluso sexagenarias que trabajan en buenas películas sin parar. Lo reafirma la sensación de lloriqueo inútil que desprende una cinta que nació con ansias reivindicativas. Cómo terminó, es otra historia que debería haber tenido mejor final.
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