lunes, julio 07, 2008

Federer, diario de un mal año

Más allá del homérico triunfo de Nadal en Wimbledon, más allá de la euforia, no es mal momento para reflexionar sobre el que atraviesa el posiblemente mejor tenista de la historia.

Federer ha ganado esta temporada sólo dos títulos prestigiosos, pero menores: Estoril y Halle. Desde 2003 no había conocido una temporada tan aciaga. Cada año se adjudicaba 2 ó 3 grand slams y tiene en su poder una buena colección de master series.

Su trayectoria impecable hacía predecir que superaría sin problemas los récords de grand slams que ostenta Sampras (14) o de master series (18) de Agassi. Queda aplazado el sueño de ganar los cuatro grandes –como Agassi, también- y mucho más lejos el conseguir un Golden Grand Slam, como Laver en 1962.

De hecho, ésta era la temporada idónea para conseguir esas marcas y superarlas. Este Wimbledon debía tenerlo marcado en su calendario como el que le permitiría superar los cinco consecutivos en poder de Bjorn Borg. Ya no podrá conseguirlo, el año pasado igualó, pero ahí se ha quedado.

Le queda, eso sí, el US Open. Pero, sinceramente ¿estará preparado para no irse de vacío este año? Porque la actitud de Federer ha cambiado. Puede ser consecuencia de la enfermedad que le fue diagnosticada tras Australia, pero físicamente parece encontrarse recuperado.

Más bien parece sentirse desmotivado. Firmó un Roland Garros fantástico porque tenía un objetivo: ganar el grande que se le resiste. Federer ha hecho un Wimbledon de trámite. En la pista se sabe tan superior a sus contrarios que sin apretar el acelerador ganó todos sus partidos en tres sets.

Ante Nadal desplegó una energía que parecía haber reservado para ese momento. Ante Nadal regaló los golpes más increíbles del torneo y jugó a la antigua de saque y bolea cuando disponía del servicio. Fueron momentos mágicos –todo el partido fue mágico- en los que demostró que es el más grande.

Ante Nadal se motiva, gesticula, se da ánimos y grita, algo impensable ante cualquier otro rival.

Pero ante Nadal también le pasó algo. Un algo que debe estar relacionado con la humillante derrota de la final de París. Sí, Federer estaba motivado de jugar, por fin, con alguien que le planta cara, con un verdadero adversario, no con un sparring. Pero el recuerdo de París estaba muy cercano.

La seguridad de su servicio se vió quebrada en tres ocasiones en los dos primeros sets. Pudo haber perdido el partido en el tercero, cuando se vió con un 0-40 en contra y, como es habitual, recondujo el peligro con su eficaz servicio.

Tuvo en contra dos bolas de partido en el cuarto set que salvó más gracias a la ansiedad de Nadal que a sus propios aciertos.
Resistió hasta el decimoquinto juego del último set. Y resistió, pero no pudo con la convicción, la fé y el convencimiento de Nadal de que aquello, ganar Wimbledon, ganar a Federer en su jardín, era posible.

Y jugó bien., jugó bonito, jugó para enmarcar. Las boleas bajas que casi siempre entraban, derechas inapelables, saques inalcanzables … Jugó como no había jugado jamás en Wimbledon. Y perdió.

Algo ha cambiado en Federer y no para bien. Podría ser su entorno. Desde hace tiempo no tiene entrenador. Es compresible que entienda que poco tiene que aprender con el historial que presenta. Pero un entrenador es alguien que también te aconseja como encarar a un rival. Es alguien que te repite, como a los héroes romanos cuando regresaban victoriosos, que no olvide que es humano.

El entorno de Federer se ha llenado rápidamente de celebridades. De directoras de Vogue y cantantes de moda. De lujo solo para elegidos, de chaquetas con sus iniciales bordadas en oro, de vestuario deportivo que hasta a Gatsby le parecería el colmo del snobismo.

Federer está en las alturas, pero se ha quedado en las nubes. Y. francamente, no me gustaría verle en caída libre.

4 comentarios:

Fer dijo...

Buf. Partidazo inenarrable, ni siquiera en El País (donde hacen las mejores crónicas tenísticas) se han atrevido a abordarlo.
Nadal lo bordó, algo que ya venía avisando desde el año pasado -el 2006 fue una toma de contacto-, mientras que Federer mantuvo el nivel (¡y qué nivel, la viiirgen!) que sólo él alcanza. Ningún entrenador le previno contra la evolución de Nadal y nadie en su entorno ha apuntado ciertas razones que parecen pasar por alto: no es ya sólo que Nadal pueda haberle comido la moral a Federer, sino también que Nadal está acercándose al nivel de Federer, quizás no del mejor Federer, pero sí del "Federer de crucero", superable por la fe ilimitada de Nadal.
Eso sí, no creo que Federer sea un divo. Otra cosa es que quienes le rodean comiencen a minarle la moral. Eso sí, al menos conserva a su novia, que se le ve de lo más normalita.
En fin, que viva Nadal y otras cosas que diré cuando opine más gente.

PD: conste que, para un servidor, Federer es el mejor tenista que he visto jamás de los jamases.

Folks dijo...

El partido se podría resumir con una frase de Rocky Balboa: Skill vs Will

De todas formas, eso de que Roland Garros lo clavó hasta la final...
El partido contra Monfils fue decepcionante. No parecía Federer.
Ayer sí lo pareció. Excepto por el resultado.

Alicia Liddell dijo...

Mofils, Monfils ... ¿qué fue de Monfils, de Tsonga ...? Vamos a ver, los franceses en RG se ponen como locos cuando un jugador local supera un par de rondas. Es normal que Monfils hiciera un partidazo llevado por el público y que a Federer le costara algo más de esfuerzo ganar.

Pero bueno, que estoy de acuerdo con Fer. Federer es un fenómeno y confío en que todavía nos de muchas tardes de tenis para grabar.

dsdmona dijo...

Increíble... me quedé sin uñas... no es el mejor Federer, ha cambiado, no sabría decir en qué pero sus ojos no brillan como antes y menos cuando juega contra Nadal.

D.