¿Emperador? ¿Zar? ¿Amo del Universo? Después de conquistar su sexto Wimbledon y, al mismo tiempo, su grand slam número 15, Roger Federer trasciende la leyenda. Ha superado casi todas las barreras que tenistas pretéritos dotados de un talento sin límites fueron colocando en su camino.
Ayer el suizo, de una sola tacada, consiguió tres cosas: superar a Sampras en número de grandes conquistados; superar a Borg en número de Wimblendon ganados y recuperar el número 1 de la ATP.
Le queda, sin embargo, un reto: alcanzar el verdadero grand slam y el golden grand slam. Es decir, ganar en el mismo año los cuatro grandes, en el primer caso, y en el segundo, ser medalla de oro olímpica. El golden es casi imposible, aunque Steffi Graf está en posesión de uno.
En cuanto al verdadero grand slam, sólo hay un tenista vivo que lo haya obtenido, y por dos veces, Rod Laver, que ayer estaba en el palco de Wimbledon, junto a Sampras y Borg.
Roddick no se lo puso fácil. Hay que aplaudir al americano que ha completado un torneo casi prodigioso y fue un más que digno rival de Federer. De hecho, en el quinto set, dispuso de dos bolas de ruptura que, de haberlas convertido, hubieran obligado a un titular distinto. Pero no fue así. Federer ató los nervios y conservó el servicio para llevar a Roddick a la extenuación. El marcador lo dice todo: 5-7 7-6 7-6 3-6 y ¡16-14!
Tuvo más oportunidades el americano, cuando en la muerte súbita del segundo set dispuso de hasta cuatro pelotas para adjudicarse la manga y con dos sets en contra, el partido hubiera pintado de otra manera. Esos puntos los perdió por demérito suyo. El vértigo ese que dicen que agarrota a los tenistas cuando tienen que cerrar un set o un partido y que provoca fallos tan garrafales como inexplicables.
Fue un partido extraño, como a medio gas. Roddick no colocó tantos puntos directos como acostumbra y Federer daba la impresión de no emplearse a fondo. Pero bueno, casi siempre da esa impresión, excepto cuando juega contra Nadal. Parecía un encuentro sin emoción, todo muy táctico y en el que Roddick demostró que el pupilaje de Stefanki le ha hecho mejorar sensiblemente tanto en la red como en la paciencia en el fondo de la pista.
Andy hizo un grandísimo partido y hubiera sido también justo ganador del mismo. Pero al otro lado de la red estaba un hombre con una ambición insaciable.
2 comentarios:
Y lo mas importante.... Tiene 27 añitos, cuerda para rato...
Qué grandísimo es este Roger, cagonsós.
La prensa coincide en que no jugó su mejor tenis, ¿pero acaso no es mejor tenis ganar un Wimbledon ante un Roddick espléndido?
Nos hemos acostumbrado tanto a la bendita manera de ganar de Rafa Nadal que no sabemos valorar la facilidad de Federer, su (casi) eterna calma en la pista (si olvidamos todo lo anterior a 2003) y su tenis, tan simple y bello, tan efectivo.
Tengo sólo veintisiete años, pero jamás he visto un tenista como él.
Siempre me he quitado el sombrero ante Federer, pero todavía más desde que, en su discurso, recordó que Nadal no estuvo en Wimbledon.
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