miércoles, junio 07, 2006

Nadal


Me gusta el tenis. No sólo cuando las grandes gestas. Siempre.
No sólo sobre tierra batida, sobre cualquier superficie.
Tengo mis ídolos, claro.
Me encanta Nadal. No es el mejor jugador del mundo, lo bueno es que lo sabe. Sin embargo tiene tantas virtudes que a poco que mejore le guindará el puesto a Federer (ése sí que es bueno)

Como dice su tío Tony, Rafa sólo es el mejor pasador de bolas. Lo que ocurre es que el tío Tony calla algunas cosas.

Por ejemplo, su concentración en el juego. Nunca pierde la intensidad de juego, no se distrae. No “se le va la olla” como nos tienen acostumbrados otros jugadores (Moya, por ejemplo, que puede ir ganando dos sets arriba e irse del partido con total tranquilidad)

Tiene un poderío físico increíble. Aguanta partidos de cinco horas. A veces creo que gana a sus rivales por agotamiento.

Su hambre de ganar. Debe ignorar el significado del verbo rendirse. Es combativo como un kamikaze.

Otra de sus virtudes es que acaba desesperando al contrario. Se erige como un muro infranqueable. El rival sabe que tiene que ganar el punto media docena de veces antes de apuntárselo y, aun así, muchas veces cae del lado de Nadal.

Me gusta además su buena educación, su disposición a atender las firmas, las fotos, las preguntas de la prensa … aunque a veces se le vea tan despistado como un pato en un garaje.

En diciembre de 2000 asistí como fotógrafa a la final de la Copa Davis contra Australia en el Palau de Sant Jordi. Es un incordio ir a hacer fotos cuando a uno le lleva la afición: estás más pendiente de coger una buena imagen que de ver el partido, que solo puedes seguirlo a rachas.

Cuando se hizo entrega, por primera vez, al equipo español de la célebre ensaladera, en medio de la pista, entre la vorágine de gritos, saltos, abrazos … el abanderado español, a unos metros de distancia de los héroes del día, les miraba con un gesto de admiración y envidia.

Unos años más tarde sería él quien levantara el trofeo.

2 comentarios:

anilibis dijo...

¡Otra Alicia atravesando el espejo! Debemos ser multitud.

Aunque yo sinceramente prefiero el criquet con flamencos y naipes.

- dijo...

¡Estarás contenta!