Hace décadas la tele no aborregaba. Existían dos canales: TVE1 y TVE2 (o el UHF). Y, pásmense, no había programas producidos por José Luis Moreno ni “Mira quien baila” ni teleseries casposas.
Había teleseries, de producción británica, de mucho nivel. A una de ellas le debo el descubrimiento de un enorme autor: Robert Graves.
La edición que tengo está datada en 1978. Aunque este es un país seco, ya ha llovido. El precio de portada es de 300 pesetas, o lo que es lo mismo 1’8 euros. El pobrecito volumen, como pueden comprobar, está muy deteriorado, pero su contenido sigue intacto.
“Yo, Claudio” y la segunda parte “Claudio el dios y su esposa Mesalina” fueron adaptadas con una fidelidad asombrosa creo que por la BBC. Una producción televisiva de verdadero lujo, con Derek Jacobi en el papel del pobre tío claclaclaudio y una magnífica Sian Phillips –a la sazón esposa de Peter O’Toole- como la pérfida abuela Livia y un increíble John Hurt como el sanguinario Calígula.
La adaptación fue realmente maravillosa, puesto que los guionistas supieron fundir a la perfección los dos libros. “Claudio el dios” tiene una primera parte que relata hechos que debieron ser contados en la primera novela, pero que la serie integró cronológicamente en su sitio, gracias al tránsito en el tiempo.
La serie era tan magnífica que no podía esperar una semana para ver que pasaba a continuación, así que adquirí los dos libros.
Luego me enteré de que Graves era más que un notable poeta que residía en Deià desde 1929.
Graves consiguió transportarme a la Roma de Augusto, familiarizarme con Tiberio y temer a la temible Livia.
Después de Claudio vinieron a mis manos “El conde Belisario”, “El vellocino de oro”, “Las islas de la imprudencia”, “La hija de Homero” (una de mis favoritas), “Rey Jesús”, “La historia de Marie Powell” (una contrabiografía novelada de Milton) y ensayos eruditos sobre mitología celta y griega como “La diosa blanca”, “Los mitos griegos”, “Los dos nacimientos de Dioniso” o la seductora biografía de su amigo T. E. Lawrence, a quien dedica “Claudio el dios”.
“Claudio” presenta a personajes históricos poco conocidos de una forma cercana. Es fascinante la historia de Herodes Agripa o la de Póstumo, como lo son las intrincadas relaciones de la familia Claudia. Vemos como héroes a Druso y Germánico; como víctimas a Póstumo o Gemelo.
Es un manual de obras públicas romanas, de legislación y de vida cotidiana. Todo ello dentro de unos hechos históricos más o menos fabulados, pero verosímiles.
Periódicamente vuelvo a Claudio (me gusta más la primera que la segunda novela), y sigo encontrando un relato magnífico.
16 comentarios:
Una lástima, pero no llegué a tiempo de disfrutar de esta serie. Sí, en cambio, fui espectadora emocionada de la interpretación de Héctor Alterio en la adaptación teatral del "Yo, Claudio". Imagínate, de noche, en el Teatro Romano de Sagunto, después de una cenita en la zona histórica de la ciudad... irrepetible! Recuerdo que al finalizar la obra pensé en comprarme el libro de Graves... ahora tu post me revuelve la conciencia. Un abrazo!
Una cosa curiosa. Leí las novelas de Grave después de ver la serie en televisión. No recuerdo qué edad tendría cuando la pusieron en La Habana, pero no debía pasar de los 14 años. De todas formas, mi interés por Grecia y Roma venía de mucho antes, así que tras ver la serie, que me leyera la novela al descubrir que existía no tuvo nada de raro. Lo curioso fue que unos pocos años más tarde, a lo mucho tendría 16, mi madre me pasó "Memorias de Adriano", de la Yourcenar, convencida de que la encontraría fascinante. No me gustó. La solté en la tercera o cuarta página. No entendía de qué venían las meditaciones aburridas de un viejo moribundo ni la novela de esa señora francesa.
Ya había cumplido 19 cuando en uno de sus viajes a México mi madre se decidió a comprar "Memorias de Adriano", para tenerla suya, que el ejemplar anterior había sido un préstamo. Una tarde, aburrido, me puse a hojearla de nuevo, a ver a qué venía tanta alharaca. Bueno, me quedé enganchado, totalmente. De hecho, y aunque las comparaciones son injustas entre dos escritores tan diferentes y tan talentosos, "Memorias de Adriano" desplazó bastante mi interés por las novelas de Grave, que he releído menos desde entonces.
Lo que creo es que Grave es más asequible en el sentido que un lector con menor madurez emocional puede disfrutar de "Yo Claudio" y su continuación mientras que la novela de Marguerite Yourcenar exige un lector un poco más crecidito. Lógicamente, un lector adulto, inteligente y con lecturas acumuladas puede apreciar matices y disfrutar de cosas que a mí, como adolescente, se me escaparon en mi primera lectura de la novela del inglés. Pero me parece que no basta con ser un adolescente listo y con inquietud por la historia para poder disfrutar "Memorias de Adriano."
Las señoritas 'Dirty Princess' tienen una canción titulada 'Meska y Lina'
Ahora entiendo porqué :p
Saludos desde La Bellota!
Pies, yo también ví a Héctor Alterio en el Romano de Sagunto. La adaptación teatral fué buenísima. La serie de tv está editada en dvd (yo la compré hace algo más de un año)
Gabriel, efectivamente, "Adriano" es una obra más reflexiva. No creo que sean comparables y que una sea mejor que otra. Son lecturas para momentos diferentes.
También recuerdo muy gratamente "Juliano, el Apóstata" de Gore Vidal.
Recuerdo que leía "Yo, Claudio" mientras hacía cola para entrar en un museo en Roma. De hecho, me lo leía en todas las colas. Me iba absorbiendo hasta tal punto su historia que luego, al llegar al final de la cola, no tenía más que alzar la vista y "viajaba en el tiempo" a cualquiera de los muchísimos enclaves y puntos de interés de Roma. Era un vehículo perfecto...
Pues tienes gran razón en lo que dices, pero, por desgracia, con el paso del tiempo la tele cada vez es más lamentable (ej: ellas y el sexo débil, gran hermano, mira quien baila, canta, patina...).
Saludos.
Estimada Sra. Liddell: desde su primera incursión en la barra de mi bar intuí que estábamos del mismo lado de la barricada; pero esto últimamente está sobrepasando mis espectativas.
Hay dos libros de Graves que yo recomiendo, aparte de todos los citados: "Adiós a todo eso", sus memorias de hasta que se fue a vivir a Deyà y "La diosa Blanca". Que es una cosa rarísima, pero a mi juicio sumamente interesante para el entendimiento de la cultura en general.
Sobre si cuál de los tres grandes novelas históricó-romanas del s. XX es mejor o más profunda... Bueno, depende. Yo no establezco categorías, aunque la Yourcenar y el Sr. Vidal también se hallan entre mis respetados. De hecho, ya estaba preparando a respuesta a Gabriel sobre Dª Margarita y Adriano, cuando se ha explicado.
Yo es que con Graves tengo debilidad, pero el trío es el mismo que me gusta a mí.
R.G., como destacado alumno de Oxford, era todo un erudito en cultura clásica. De hecho "El vellocino" más que una novela de aventuras parece un manual del origen de los mitos griegos.
"La diosa blanca", que es tremendamente prolijo, hace especulaciones de gran interés sobre los mitos celtas, griegos, cartagineses y fenicios que, cuanto menos, resultan francamente seductores.
Pcb, si creyera en la transmigración de las almas, me gustaría ser espino blanco o avellano.
Luisld, no padezca. Tengo entendido que ya han quitado de la parrilla a la bióloga.
Para adictos a la tele, ponen en el digital un programa british no tan bestia como el de los Phyton, pero escacharrante, creo que se titula "Little Britain"
No he leído la novela de Vidal, pero una novela interesante sobre la Roma pre-imperial es "Los idus de marzo", de Thorton Wilder. Reconozco que ya no me entusiasma tanto como cuando la leí en la adolescencia. El sabor a existencialismo francés que por momentos me parece detectar en el libro no termina de agradarme. El existencialismo francés (hago hincapié en la nacionalidad, me gusta Kirkegaard y respeto a Heidegger, o por mencionar a un novelista que le interesaba, me divierte Gombrowicz) nunca me agradó mucho y con los años la cosa ha ido a peor. Pero, aun así, "Los idus de marzo" es una excelente novela, muy bien escrita y que retoma con notable éxito la novela epistolar. Acaso no tan erudita como Grave o la Yourcenar (de hecho, se permite varios anacronismo al presentar como vivos personas que para cuando se desarrollan los acontecimientos ya habían fallecido, como la tía de Julio César, la viuda de Mario), es de todas formas un libro muy interesante.
Yo estaba en la 2ª etapa de la E.G.B. cuando ponían en la tele "Yo, Claudio". Recuerdo emocionada la muerte de Germánico, que además, era guapísimo (o a mí, en aquellos años, me lo parecía). Vi a Héctor Alterio (lo hubiera ido a ver aunque interpretado una canción de Locomía, I confess) en el Teatro Cuyás de Las Palmas de Gran Canaria, lleno absoluto. Mi hermana (una de las variadas que tengo)es licenciada en Clásicas (por cierto, oh, Señor de la barra, le tengo que hacer llegar su adaptación del Canto I de la Odisea: está pasando un mal momento y su prosa va a ser un seguro antídoto para sus penas...); a través de ella leí (nos llevamos apenas dos años: yo siempre leía lo que ella, como en una competencia: La regenta con 12 años, etc.) a Robert Graves, el primer libro citado por Alicia; confieso q no he leído más de él, pero su visión de los mitos me abrieron un mundo fascinante más allá del saber enciclopédico, cuando aún cursaba 3º del "extinto" Bachillerato Unificado Polivalente y mi hermana 1º de Filología...
En fin, qué tiempos aquellos en que aún leía, leía, leía, con sumo, inmenso placer; ¿cómo se puede recuperar esa inocencia al mismo tiempo ingenua y soberbia de lectora ávida...? (suspiro melancólico).
Huy, de la Ilíadaaaaaaaaaaaaa, Sr. pcbcarp, q no hago más que meter la pata, va ser la edad... (y eso que aún no llegó la aurora de rosáceos dedos...)
RObert Graves aprte de gran novelista, es un autentico experto en los mitos griegos. De hecho su obra "Mitos Griegos" es una autética obra maestra de documentación, pues no solo desarrolla a cada uno de los componentes de la mitología helénica sino que profundiza en cada uno de ellos, sobres los orígenes y reflejos culturales de cada uno de ellos. Genial. Hace por lo menos quince años que no los releo. Debo hacerlo, pues sobre todo creo que puede ser una fantastica fuente para un incipiente escritor.
Alicia, compruebo que has tardado poco en cumplir tu promesa de hablar de tus filias literarias. Para el catálogo de las fobias (y encabezando las mías) te propongo a Paulo Coelho. Él solo ocuparía varios puestos de los 40 principales, pero sugiero 'El alquimista' para ese museo de los horrores y errores literarios.
Su banalidad soportada por un misticismo de cursillo de autoestima es insufrible.
Y, por cierto, ese tipo de cursillos-terapias dejan a los antiguos cursillos de cristiandad (que no conozco, lo reconozco) como seminarios filosóficos de la Escuela de Frankfurt.
Saludos, Bartleby.
Alicia: bien traída la nostalgia televisiva. Y sobre la época de la inocencia televisiva (TVE y UHF), se corresponde con la época de inocencia general, cuando la falta de medios de comunicación y de formación de conciencias impedía el totalitarismo uniformizador y aburrido en el que estamos.
En cuanto a la telebasura, no conozco sus límites. Zapear me hace ignorarlos pero permite un buen análisis por muestreo aleatorio, o sea estadísticamente significativo. En el descanso (antes se decía 'descanso') del programa 59 segundos pasaron un anuncio de su próximo programa: "La evolución del PP", con el gancho publicitario de "Se habla mucho de la derecha extrema; ¿evoluciona el PP hacia la derecha extrema?" Con la conclusión subliminal pero obvia de "¿Votaría usted a la derecha extrema, buen hombre? No lo haga; vote algo que pueda luego contar a su cuñado, a sus amigos."
Saludos, Bartleby.
De mis fobias he hablado en otras ocasiones y quien me conoce sabe que Coelho es uno de mis favoritos. No creo que merezca ni un nanosegundo más de los que ya le he dedicado.
Vi Yo Claudio cuando la estrenaron en la Tv. Hace pocos años un amigo me pasó los videos con la serie completa. En un fin de semana me tragué las dieciseis horas de la epopeya, acabé con los ojos rojos y no fue por llorar. La serie de TV pese a la pobreza de medios, escaso decorado, ni un duro en efectos especiales, sólo basada en el trabajo de unos actores británicos fabulosos mantiene toda su fuerza pese al paso del tiempo, quien lo pille en DVD disfrutará. Los libros de Graves "Yo Claudio" y "Claudio el dios y su esposa Mesalina" garantizan también un disfrute eterno.
Publicar un comentario