No se esfuercen, dicha autora no existe. O sí, pero por partida doble: Ruth Rendell y Barbara Vine. Bueno, BV no tiene permiso de conducir ni creo que pueda votar en su distrito electoral británico.
Se trata de una novelista prolífica con sus dos firmas. La primera la suele reservar para las novelas policíacas protagonizadas por el inspector Wesford …, pero no siempre. Lo cual resulta un tanto desconcertante.
Rendell/Vine hace más disecciones que retratos. Disecciones de clases sociales, de barrios, de profesiones. Y es tan despiadada como un patólogo forense. Algunas de sus novelas son francamente desasosegantes. Es el caso de “Piedras como corazones” o “No hables con extraños”. Ahí los niños no son precisamente seres inocentes a proteger. Y, sin embargo, son aparentemente normales, que pasan desapercibidos, que no causan problemas, que son sociables …
Tampoco las madres tradicionales son de fiar, como ocurre en “El árbol de manos” (reeditada como “El hijo perdido”) y “Eterna despedida”, ni las familias son lo que parecen en la escalofriante Simísola, donde un acomodado clan, respetado, pilar de la comunidad, pero que esconde la peor naturaleza. Rendell/Vine es una experta en describir relaciones familiares insanas, caracterizadas por la dependencia, el poder, el odio y la venganza.
Sus obras parten de anécdotas insólitas: la existencia de un grupo de exploradores del metro de Londres (La alfombra de Salomón), de –ustedes perdonarán, pero no sé como se llaman- tribus urbanas cuyo objetivo es andar por las calles sin tocar el suelo (Saltamontes) , grupos de okupas que se establecen en una casa abandonada (El largo verano)… o jóvenes solidarias que deciden donar su médula ósea para salvar vidas (Las llaves de la calle) Pequeñas decisiones que llevan a descubrimientos terribles.
Los secretos familiares son una constante, secretos que escamotean la infelicidad, el dolor y la culpabilidad.
Son novelas escritas con corrección, donde los personajes principales, especialmente el habitual Wesford y su familia, tienen una personalidad marcada y reconocible. Sus protagonistas se ven arrastrados por circunstancias que no controlan, toman decisiones caprichosas que afectan a la vida de los demás. Esconden historias escabrosas.
Algunas de sus novelas han sido llevadas al cine, sin duda porque en su escritura está el germen de un guión de cine. Quizá la más celebrada fuera la versión que de “Una mujer de piedra” hizo Chabrol bajo el título “La ceremonia”.
Almodóvar también fue seducido por sus historias, aunque cualquier parecido de “Carne Trémula” con el original se reduce al título.
Su escritura es eficaz. Utiliza, como no, las argucias de los novelistas del género, da una visión parcial de los hechos, pero da igual. No se trata tanto de descubrir al culpable como de penetrar en su mente, ver las motivaciones de su crimen y, en algunas ocasiones, ponernos de su parte.
Probablemente Ruth Rendell no pase a la historia de la literatura, ni ella lo pretende. Pero dentro de ese universo que se ha dado en llamar “damas del crimen” ella detenta un puesto relevante.
8 comentarios:
Para sobrevivir al trauma Agatha Christie llegó la honestidad apabullante de Ruth Rendell. Como la última, se agotó en tantas novelas y cayó en desgracia, pero como PD James también tiene sus puntazos.
¡Un saludo!
Reconozco que no he leído nada aunque ya había escuchado buenas críticas. Lo apunto en pendientes.
Un saludo
Me ha gustado conocer a esta escritora por partida doble. Qué curioso lo de Carne Trémula... Un saludo!
¿De dónde has sacado este libro, Srta. Liddell?
¿Se refiere a Simisola, Srta. Anilibis? Está editado en Grijalbo, aunque tiene varios años, así que supongo que habrán sacado la versión de bolsillo ya.
El ISBN asegura que hay una edición en DeBolsillo datada en 2004.
Hola alicia, hace un millón de años que no venía por aquí, pues he cambiado el equipo informático y perdí toda mi lista de favoritos. Menos mal que te recupero ahora.
He leído algo de esta escritora, pero no consigo recordar qué. Lo que demuestra lo que dices en tu acertada crítica: que se lee bien aunque no pasará a la historia. Saludos cordiales.
No perdamos la perspectiva, Isabel. No se trata de una crítica, ni en sueños me atrevería a hacer una crítica. Sencillamente es un comentario, una reflexión ... pero, vamos, ni de lejos una crítica. Carezco de los conocimientos y, seguramente, del fervor necesarios para hacer críticas literarias.
Olvido ya con cierta frecuencia las tramas de los libros leídos hace tiempo. Sin embargo, algunos de RR/BV permanecen en mi memoria, como ese que ilustra la entrada.
Y aporta una mirada asentada en la izquierda muy sana y muy a tener en cuenta. Algunas de sus obras son verdaderamente tratados del alma.
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