En las primeras páginas los ganadores del concurso Evolo. El primer premio es una especie de amalgama de polígonos. El segundo parece un electrocardiograma borracho y el tercero un gheri.
El segundo no tiene ni explicación. El primero, firmado por Changhak Choi, habla de nomadismo, turismo y pluralismo en Manhattan y de diálogo entre el edificio, su entorno y sus habitantes.
El tercero, de OJ Studi, se titula Peristaltismo, así que cualquiera se puede imaginar un conglomerado de tripas deglutiendo un megaterio.
La propuesta habla de una ciudad vertical, también en Manhattan, con módulos que ceran un movimiento articulado que es simbióticamente conectado a una armadura urbana (sic)
A continuación la revista recoge los premios de otra competición, esta vez canadiense, para el diseño de “una torre hito”. Nos ofrecen torres retorcidas, torres como si fueran piedra pómez y el resto es más convencional.
Las siguientes páginas se dedican a ilustrarnos sobre los grandes rascacielos en construcción: la Torre de la Libertad; el Burj Dubai o el Pearl River en China (que parece una gigantesca compresa)
Las infografías son muy sufridas. Observamos torres de imposible torsión –aunque ellos, los arquitectos, aseguran que es posible construirlas-. Me alucina una propuesta de Shanghai denominada The Peoples Building. Es como una inmensa ameba cuadrada que busca algo para fagocitar.
Pero la palma se la lleva el CCTV de Beijing, obra de Rem Koolhass y Ole Scheeren.
Es que, sencillamente, no puedo explicarlo. La geometría es imposible, de esos juegos que nos proponían de niños de escaleras que suben o bajan contranatura.
El más horroroso resulta ser un rascacielos en Pyongyang que está vacío desde 1987. Es, como dice el artículo, una cáscara de hormigón, una cáscara feísima, en el más puro estilo stalinista.
Después de casi un centenar de páginas sobre las nuevas propuestas de rascacielos sólo se me ocurre que, en realidad, lo que desearían los arquitectos es que sus obras fueran simplemente un objeto decorativo, extravagante y cuya utilidad es lo menos importante del proyecto.
Obras para mayor relumbrón de sus estudios de arquitectura, sin contemplar las necesidades de los miles de usuarios y todo ello justificado con argumentos complejos que apelan más a la poesía que al utilitarismo.
Mies, Gropius … volved
4 comentarios:
Pues a mí, el primero que muestras me parece bellísimo. Pero, ¿de verdad dicen que se puede construir?
Respecto a lo de la utilidad, pienso en el Partenón, tampoco es otra cosa que una bellísima escultura sin utilidad ninguna.
Me ha intrigado el rascacielos vacío que nombras; investigaré sobre el.
En cuanto al partenón, hicimos el viaje fin de carrera a Grecia, e hicimos un picnic en uno que hay perdido por la costa, te puedo asegurar que no es cualquier cosa estar rodeados por columnas altísimas, disfrutando del solysombra que producen a cualquier hora del día. Incluso cortan el viento en ciertas posiciones. ¡Pero además estas al aire libre!. Claro en Grecia no llueve como en Paris.
Estimado Malambruno: La diferencia entre el Partenon y los edificios que comento es que los segundos, se supone, se construyen con un fin específico. El primero estará en la Expo de Shanghai y sería un edificio multiusos, desde centro deportivo a palacio de congresos, incluyendo un hotel de 1.000 habitaciones; el segundo es la sede de la televisión china en Beijing y el tercero es un hotel, aunque parece ser que el turismo, aunque sea de negocios, no es una industria floreciente en Corea del Norte. Más información sobre el hotelito en http://www.alpoma.net/tecob/?p=57
Una mezcla interesante entre una pirámide egipcia y la torre de Babel.
El primero también me gusta aunque escandalizo con el despilfarro
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