Para contribuir a la preocupación sobre las emisiones de CO2, el gobierno autonómico del califato en el que habito se le ha ocurrido ampliar la red viaria existente. Básicamente consiste en duplicar las calzadas para facilitar el tráfico entre las ciudades y las nuevas zonas residenciales.
Se me ocurre que la mejor forma de facilitar el transporte no es duplicar las calzadas, sino establecer un transporte público con un trazado adecuado, que sea rápido y eficiente. Pero eso, al parecer, no es concebible.
En primer lugar, si se pone un sistema de transporte público como es debido, las cienes y cienes de gasolineras que han abierto en los últimos años al socaire de las nuevas urbanizaciones verán mermado su negocio.
También verían como disminuye su cuenta de resultados los concesionarios que también abundan por las áreas periféricas de las ciudades. Si tenemos un buen transporte público la excusa para comprar ese 4x4 es menos creíble.
Si no existe un buen sistema de transporte público, las personas que trabajan en los polígonos industriales tendrán que utilizar su vehículo particular.
Si no existe un buen sistema de transporte público, las familias que viven en esas zonas residenciales precisaran de al menos dos vehículos y cuando los hijos se hacen mayores habrá que poner uno a su disposición no sólo para salir de juerga, sino para ir a la Universidad (que me lo digan a mí que durante casi tres años he tenido que llevar a una de mis hijas a la otra punta de la ciudad casi de madrugada)
Para continuar, ... Es que no se me ocurren más razones. Porque no se puede alegar motivos de rapidez. Los atascos, aunque hayan cuadriplicado la capacidad de las carreteras, se siguen produciendo a diario (eso sí, contribuyen al negocio de las gasolineras)
Estas inversiones tienen su límite. Las carreteras que unen las urbanizaciones con los pueblos –donde están los centros educativos públicos, los centros de salud, las entidades bancarias, el ayuntamiento, correos ...- no han sido tocadas desde la época de los cartagineses. Y, por supuesto, no existe en la mayoría de los casos, transporte público.
El gobierno de mi califato, a diferencia de otros del mismo cariz político, debe considerar que el transporte público tiene escaso glamour y que no es un argumento de peso para vender imagen de Copas del América o F-1.
En los vídeos promocionales queda más espectacular una vista aérea de un nudo de autopistas que un tranvía.
6 comentarios:
Pero vamos al grano. ¿Tú eres de Federer o de Nadal? ;-)
Hombre, yo soy de los viejos rockeros. Pero si hay que hacer patria, se hace patria. Que conste que me encanta Federer, creo que es el mejor jugador que ha parido madre.
Mi familia estuvo ayer a punto de dimitir, después de casi cuatro horas de tenis, pero muy astutamente escondí el mando de la tele y si pretendían cambiar manualmente utilizaba el látigo.
Que conste que esta entrada ha sido provocada por dos hechos: Tu post "Crear ciudad" y un bonito reportaje publicado ayer por El Mundo (edición califato) sobre la ampliación de las carreteras
De regreso en vuestro califato, señora Lidell, después de unos meses bastante agradables por el Norte, debo reconocer que no me encuentro demasiado contento. Aunque sólo fuera por el calor, que es espantoso. En realidad hay más cosas que conspiran, claro, siempre las hay. Realmente, con tanta Formula 1 y tanta vela podrían hacer algo por que el metro de esta ciudad funcione al menos a un nivel decente. Ya le tenía fobia antes del accidente de Patraix (mi parada), pero ahora lo miro todavía con más disgusto. Afortunadamente, hay sitios donde se puede ir a pie. Y son ideas mías, ¿o la ciudad está un poco sucia?
Gabriel, ya sabe que el dinero es un recurso escaso y susceptible de usos alternativos. Si hay que dar vela y F-1, no queda para limpiar la ciudad. Dentro de un par de meses veremos a Rita bramar contra el Gobierno porque no le pagan las gambas. Parafraseando a Mª Antonieta, como no hay para pan, comemos bollos.
Bravo por este artículo, Alicia. Lamento que te toque soportar las veleidades de la califa Barberá, pero las penas, con F-1, son menos penas.
Y yo soy de Nadal, aunque comparto tu opinión de que Federer es Dios con una raqueta: ¡no nos engañas, suizo!
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