Sólo por el MOMA ya merecería la pena ir a NYC. Hace casi dos meses que estuve allí, pero no he tenido mucho tiempo para subir aquí algunas de las fotografías que tomé. Es la primera vez que voy tras la ampliación y reforma del Museo que se había quedado notablemente insuficiente.
Ha sido una obra muy buena que permite ahora ver mayor número de obras. Las salas están racionalmente dispuestas y perfectamente señalizadas. Algunas secciones, como la dedicada al diseño industrial, están ahora como es debido. Las viejas salas eran un amontonamiento de objetos cuyo único sentido parecía ser obras señeras de firmas relevantes, pero ahora hay más piezas, mejor dispuestas y mejor documentadas.
Envidia es el sentimiento que surge cuando uno visita el MOMA. Tantas obras y tan extraordinarias. Y envidia por el origen de este museo. Aquí es difícil encontrar el desprendimiento de la clase multimillonaria neoyorquina, que es capaz de donar obras de esta categoría o contribuir a la compra de nuevos fondos.
Aquí se comprarán un yate con 10 metros más de eslora que el del vecino o si compran una obra de arte la tendrán a buen recaudo, lejos de los ojos del pueblo ... si es que tienen el más mínimo gusto para adquirir una.
Únicamente eché en falta algo: la presencia de la señorita Pies Diminutos para que reflexionara en voz alta sobre cada obra que aparecía ante mis ojos.
Man Ray
3 comentarios:
Para los que jamás hemos ido a Nueva York (y, previsiblemente, aún tardaremos...), lo del MOMA, con todo su inmenso valor, no deja de ser una gota en un océano, compa Alicia. En todo caso, se agradece la "nota de acercamiento"; excelente selección fotográfica la que nos muestras.
Un abrazo.
Pues en mi caso llevo años obsesionada con visitar ese museo, y en el que es uno de mis principales viajes soñados, ir a Nueva York, sé que sería mi parada prioritaria, antes que otros sitios emblemáticos de la Gran Manzana.
Una vez se produjo una extraña casualidad, me tocó estar en una determinada ciudad europea sin planificar ninguna visita a museo alguno, y casualmente en una sala tenían por unas pocas semanas buena parte de la colección de Peggy Guggenheim. Casi me da algo, en unos cuantos metros cuadrados estaban todos esos cuadros que sabía que existían pero ni soñaba ver, los Poliakov, Lietchenstein, Rothko, Bacon, Pollock... Al día siguiente pude ver la obra completa de Eduard Munch, y creí que no sobrevivía tampoco a aquella experiencia.
La recopilación que muestras aquí es impresionante, creo que puedo imaginarme la magia de un edificio que tiene todo eso dentro, y añado en especial una debilidad mía: "la toilette" de Bonnard es de mis favoritos de cuanto se ha pintado.
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