fDije en una entrada anterior que los libros no sólo tienen lectores adecuados, sino tiempos adecuados.
De niña leí a Mark Twain. Tom Sawyer, que me pareció una divertidísima novela, y Huckleberry, que no me lo pareció tanto. Así que el pobre Finn se quedó un poco relegado.
Hace un par de años recibí un regalo estupendo, una colección de novelas de aventuras. Entre los volúmenes estaban, como no, Tom y Huck. Procedí a releerlos.
Y se produjo el efecto contrario. Tom Sawyer era una novela divertidísima sobre un trasto ingenioso, pero Huck era otra cosa, un relato más pesimista, más oscuro, más desencantado … y todo ello sin perder la frescura.
Mientras que Sawyer refleja una sociedad abierta y confiada, la madurez –Finn se publica 8 años más tarde- hace que la segunda novela tenga matices más críticos. Algo que una mente infantil no podía percibir en ese momento.
En Huckleberry, Tom ya no me pareció un pícaro simpático, sino un egoísta despiadado con las desgracias de los demás. En Finn la esclavitud ya no es algo que existe y se acepta, sino algo que ya no está bien. El padre explotador y torturador. Las vendettas vecinales sin motivo. Los pícaros son personajes siniestros que no se conmueven por nada y el populacho puede ser una turba ingobernable. Y la muerte. Todo ello visto con los ojos inocentes de Huck, que aunque sea un pillo lo es por necesidad.
Aún así, Finn me pareció, en su segunda lectura, una novela infinitamente mejor que la primera. La madurez que va adquiriendo Huck durante la travesía del río, su espíritu de supervivencia y la lealtad que demuestra hacia Jim en todo momento le convierten en todo un héroe.
Debería releer “Un yanqui en la corte del rey Arturo”, porque aunque recuerdo perfectamente el argumento no soy capaz de valorarlo ahora. También es una novela que cambia del enfoque humorístico al pesimismo y, como historia, es tremendamente original para la época.
La otra obra que destaco de Twain son los Diarios de Adán y Eva. Divertidos, agudos y tiernos. Dos visiones tan acertadas como certeras. Hay una preciosa edición de Valdemar que incluye estos relatos, así como otros de tema bíblico. Permítanme recomendárselos.
20 comentarios:
Tomo nota de su recomendación, reconfortado por su sincera muestra de filias literarias.
Un saludo
Twain era un genio.
Coincidimos en esta filia, Alicia.
"Las aventuras de Tom Sawyer" fue una lectura que recuerdo fascinante. No sé si debería releerla.
Un saludo
Concuerdo totalmente con su veneración por Mark Twain.
Qué sería de nosotros sin esos escritores americanos tan europeos como Poe, H. Miller, Withman... (sí, ya sé, me dirán q de europeos nada, pero yo me entiendo, por mucho q el de la barba viera crecer un árbol en Louissiana: como si Pessoa conduce solo al volante por la carretera de Sintra, es lo mismo...).
Hoy, 2 de octubre de 2006, zarpó de puerto desconocido una embarcación sin bandera que la identifique: SHANGRI-LA. DERIVAS Y FICCIONES APARTE.
Me apunto, melancólico, a esta filia. Twain y Salgari se encuentran entre lo mejor de mi infancia.
Sigo tomando notas de sus recomendaciones: en este caso un autántico desconocido para mí.
Solo recuerdo leer de pequeño una de esas ediciones infantiles de Tom Sawyer, que a veces mas que acercar alejan de algunas historias.
Huy, donde dije H. Miller, quería decir H. James... Sorry!
(Igual me crucifican, pero me gustó la versión española de Otra vuelta de tuerca con este actor, aaay, cómo se llama, Pedro Mari Sánchez o algo así... y no sé si me confundo, es la misma u otra, pero una en que se ambientaba la obra en una mansión mallorquina...)
Queda usted disculpada. Me permito recomendarle -otra vez recomiendo, vayapordios- "El autor, el autor" de David Lodge. Una novela/biografía o biografía/novela sobre la obsesión de Henry James por convertirse en un dramaturgo de éxito.
Sr. Luri, yo a Salgari le leí poco. Me conformé con la serie televisiva de Sandokan. A raiz de ella leí Los tigres de la Malasia. Un curioso personaje Salgari.
Tom Sawyer cayó en casa comoi regalo de Reyes parea mi, y para mi hermana Mujercitas de Louise Mai Alcott. Devoré los dos, y al margen de versiones cinematográficas, las recuerdo con el misnmo esplendor con el que las leí.
Nuestros ojos cambian, no sé si para mejor o peor.
Siempre admiré el comienzo de Tom Sawyer, ese:
¡Tom!
Que nos mete de lleno en la historia desde la primera palabra.
Admirable el ritmo que los narradores norteamericanos imprimen a sus historias. ¿Por qué en Europa nos demoramos tanto en las historias, con ese arrastrar lento de los argumentos?
Ay... suspiro por esa edición de Valdemar... ¿Saben si los reyes magos frecuentan este blog? :-)
Luis, Mujercitas fue herencia de mi hermana. Creo que ese volumen todavía anda por alguna estanteria de la casa paterna.
Francisco, no creo que sean tanto los ojos como el aprendizaje lo que nos hace reconsiderar lo que opinábamos. O será que el aprendizaje cambia nuestras miradas
Pazzos, es lo que tiene una sociedad materialista 100%, que van al grano y se dejan de milongas.
Sfer, confíe, confíe ... Lo mejor es ir dejando post it por toda la casa a ver si se dan por aludidos.
Interesante reflexión acerca de la lectura y el momento...Comparto esa aparente contradicción respecto a la querencia hacia una obra literaria que evoluciona a la vez que uno mismo, desdibujando modelos y personajes que ni son tan triunfadores los unos ni tan defenestrados por la vida los otros...
Refrendando una conocida proclama, al fin y al cabo los pecados cometidos en la juventud se redimen con la edad...
Agur.
Bienvenido, Galufante. Gracias por sus comentarios.
Sorry again, mi ignorancia es insondable. Yo sólo recuerdo la película protagonizada por Al Pacino "Autor, autor", y supongo que aparte de la coincidencia del título, nada que ver... (¿no?).
P.D. A ver si tampoco era Al Pacino el protagonista...
Confieso que yo me tragué Mujercitas, Aquellas mujercitas, Hombrecitos y Los primitos. Al final, me quedé pelín empalagada de tanto diminutivo...
Twain es un genio muuuuuuuy adelantado a su época.
Paula, la novela, cuya traducción en Anagrama salió al mercado este mismo año. Por supuesto, no tiene nada que ver con la película que cita.
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