Andan los gobiernos europeos preocupados por la baja natalidad. Que nazcan pocos niños significa que va a faltar mano de obra y cotizantes para mantener a una población vieja creciente.
Los gobiernos se ven ante dos alternativas para solventar el problema. El primero, fomentar la inmigración, ya que en los países pobres la natalidad no es problema por diversas cuestiones, desde culturales a religiosas o meramente económicas. El problema, dice la FAES, es la fractura social que puede provocar una inmigración elevada ya que, de nuevo, nos encontraremos ante dos alternativas. Una sería que los inmigrantes se integraran en su nueva sociedad –con lo que asumirían los hábitos escasamente procreativos de la sociedad europea- o que no lo hagan, con lo que tendremos otro problema de choque cultural.
Es curioso que los de la FAES sólo contemplen dos alternativas: o choque de civilizaciones o integración. Parece ser que la interrelación, el mestizaje, no entra dentro de sus parámetros.
La segunda opción es más complicada, para qué vamos a engañarnos. Es fomentar la maternidad entre las españolas. Trabajar y criar al mismo tiempo es una machada. O vas como p... tras rastrojo todo el santo día, o recurres a la parentela para que eche una mano o te gastas una pasta en canguros y guarderías. Así que, visto lo visto, es difícil que las españolas tengan más de uno o dos hijos, con suerte.
Renunciar al trabajo durante unos años tampoco se presenta como la mejor elección. Salir del mercado laboral significa casi siempre que, cuando se vuelve, se hace desde un puesto inferior, si es que se encuentra. Además se incorporan nuevas generaciones más preparadas o, simplemente, mejor adiestradas.
Salir del mercado de trabajo también significa renunciar a una parte importante de la renta familiar, justo cuando más se necesita. A nadie le amarga un regalito de 2.500 euros por niño, menos da una piedra, pero desde luego eso no incentiva a ocuparse de la prole y dejar el trabajo durante unos años.
Además, ¿podría la economía española renunciar al trabajo de las mujeres?. Menos empleo significa también menos riqueza, eso sin contar con que el trabajo doméstico resulta poco atractivo en comparación con trabajar fuera de casa. No está valorado socialmente. Sólo hay que comprobar las sonrisitas condescendientes de otras mujeres cuando una dice que no trabaja, aunque se ocupe de lavar, planchar, cocinar, hacer la compra, llevar los críos al cole y coser botones a las camisas del marido.
Y existen más problemas. Está claro que los niños se crían mejor con su madre en casa. Si la madre ejerce de tal les proporciona afecto, pero también normas de convivencia, les da un marco de relación, de comportamiento. No pongo nada del padre porque su papel en el cuidado de la prole suele ser poco representativo.
Así que el otro “ideal” –en caso de que a través de pagos gubernamentales pudiera resultar atractivo- nos retrotrae a una época anterior a la que las mujeres parece que no están inclinadas a volver.
Lo fastidioso de este tema es que para mantener el crecimiento económico hay que contar con las mujeres. Y las mujeres europeas están por la labor de contribuir a dicho crecimiento, pero con su fuerza de trabajo, no pariendo niños, con lo que el futuro está ciertamente oscuro.
Mientras a una mujer occidental no le resulte más atractivo criar niños que trabajar fuera de casa, no le veo solución a esa paradoja. Hacerlo más atractivo pasa por una nueva visión cultural de la maternidad, porque desde luego utilizar argumentos económicos, religiosos o patriotas tendrá poco futuro. Para una vez que las mujeres somos imprescindibles, no estamos por la labor.
En suma, estamos abocados a la extinción.
6 comentarios:
Concienzudo análisis de la situación, compa Alicia Liddell, desde luego que sí. Y resultados poco esperanzadores los que arrojan sus (tus) conclusiones. Pero, desgraciadamente, no creo que andes muy desencaminada. Como padre de un peque de cuatro años, en una familia con dos progenitores trabajando fuera de casa, doy fe de que el tema es complicado, muy complicado. Pero, eso sí, siempre se termina levantando cabeza...
Un abrazo.
A veces creo que las mujeres no encontramos nuestro lugar. Supongo que es lógico después de tantos siglos (siempre) viviendo sometidas a los valores impuestos por el hombre. Pero observo, que existe una tendencia a 'copiar' las características de los hombres para ser o parecer una mujer liberada de las ataduras machistas. Cosa que me parece una contradicción. Las risitas ante el 'de oficio: sus labores' son el síntima de un complejo. Pero también criticaríamos a los hombres que hicieran suyo ese oficio, y las risitas serían mucho más sarcásticas y crueles. Además, vendrían de ambos sexos: nosotras también nos reiríamos del pobre (y valiente) sujeto.
El mestizaje es posible. Los gobiernos no lo promueven, pero está en nuestra mano que exista: no utilizar los peyorativos 'sudaca', 'moro', etc; intentar olvidarse del velo y ver solo a la persona. Uno no puede estar peleando todo el día con aquellos energúmenos que dicen 'yo no soy racista, pero es que estos (sudacas, moros...) son unos vagos, chorizos, etc' pero sí que podemos cortar ese tipo de perorata con la simple indiferencia. No sé, actos cotidianos que sí que están a nuestro alcance. Lo mismo pueden hacer los inmigrantes. Ya sé que parece un razonamiento muy ingenuo, pero ¿lo es? ¿Acaso en la sencillez no están muchas de las respuestas a los problemas más complicados?
En cuanto a la natalidad, entiendo que es un problema para la financiación de las administraciones públicas, y de paso, para nuestra jubilación. Pero, si nos extinguiéramos, qué más daría. También lo hicieron los dinosaurios, y ya ves... el sol sigue brillando cada día.
Como siempre, creo que he mezclado cosas y no me he sabido explicar bien.
Liddell: en efecto: no hay solución y estamos abocados a la extinción. Me alegra que haya alguien más consciente de ello. Más que nunca, saludos.
El método anticonceptivo por excelencia es la Seguridad Social. Lo malo es que lleva en sí misma la semilla de su propia ruina. Ni cultura, ni demás zarandajas de género. Aparte de pulsiones procreativas meramente biológicas, se procrea para que los niños te mantengan el día de mañana. Una así llamada civilización que ha inventado las "residencias de ancianos", realmente no merece perdurar.
La Fundación FAES debería convocar sus propios premios de investigación, abiertos a cualquier inverstigador demente. Propongo el título de los mismos:
"Premios Torquemada"
(estoy espeso, definitivamente)
Si por mí y por mis dotes de ligoteo fuese, la raza extinguiría sin solución... no cazo ni moscas!! :S
El problema de la FAES radica en que trata a las personas como si piezas de un parchís se tratara. Lo cual es lógico teniendo en cuenta que se trata de un Think Tank, esas siniestras organizaciones creadas para verlar por el "bien de la humanidad".
Se debe promover la integración. Es una obligación moral del gobierno y de la sociedad. Lo que no se puede promover es el mestizaje masivo. Me parece absurdo que se determine ideológicamente quien debe follar con quién o con quién se debe procrear. Recuerdo cómo un pintor catalán, no recuerdo el nombre, declaraba hace unos años en El País que la solución única para superar el problema del racismo consistía en la eliminación de las razas mediante un mestizaje global. Lo que demuestra que este hombre pasaba demasiadas horas en su estudio pintando y pocas relancionandose con el mundo real. Basta con echar un vistazo a cualquier periodico para comprobar lo que los antropólogos llevan siglos afirmando: el hombre es violento por naturaleza. Precisa de un rival. Y no es una cuestión cultural sino química. De no existir razas "el otro", el enemigo, sería el del barrio del al lado, o que que habla una lengua distinta (o es que pretendemos cargarnos también las lenguas para extender el esperanto), o el que tenga la piel de un tono más claro u oscuro (que la genética no es fácil de controlar).
Que estamos abocados a la autodestrucción lo confirma el hecho de que Chavez, Putin o Georgie Bush jr. ganen elecciones democráticas. Éso y Jorge Javier Vázquez.
Esta paradoja que describe tan bien se solucionará a la vuelta de treinta o cuarenta años. Los únicos grupos que promueven la alta natalidad son los integristas cristianos y musulmanes, así que dentro de un tiempo, y ayudado la deriva ideológica y el navajeo constante de la izquierda, los grandes partidos del país, suponiendo que la democracia perdure, responderán a la influencia de esos dos grupos sociales, o sea, que los ciudadanos nos veremos abocados a elegir entre los herederos deKiko Argüelles o de Bin Laden. Gane quien gane, la presión para "devolver" a la mujer al hogar - y ahí que quede la cosa - será incesante. Alá es Grande y el Señor nuestro Pastor.
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