Retoques de última hora en el equipaje. Hay que poner en la maleta los alimentos que no pasarían el estúpido control de seguridad: la mozarella. En el aeropuerto todavía compramos algo más. Somos insaciables. Último ajuste en el equipaje.
Facturamos y hacemos cola para el control de seguridad.
-¿Lleva una botella en la bolsa?
-No (con toda seguridad, vamos)
- Abra la bolsa.
Menudo papelón, para que cupiera todo, parte de la ropa va en la mochila.
Escondida entre la ropa una pequeña redoma de aceto balsámico. Menudo despiste.
La redoma va empaquetada primorosamente, hasta con un lazo rojo.
- ¿Puedo verla?, pregunta el segurata.
- Sí.
Desata el lazo y se queda mirando la botellita. Aceto de 15 años, 15 euros la botella de 250 cc.
- No puede pasarla.
- ¿Cuanto puedo pasar?
- 100 cc.
- Pues me lo bebo.
Dos chupitos de aceto deben ser suficientes.
- ¿Vale así?
- No, lo que importa es la capacidad del envase, no el contenido.
Un agujero se va formado en el estómago.
La botella se va al contenedor.
El segurata no sabe si llevarse las manos a la cabeza, reirse o llamar al frenopático.
Al otro lado del control varios pares de ojos muestran su asombro.
- ¿Te apetece un poco de desatascador?
6 comentarios:
Buen viaje y buena disgestión.
Bravo! Disfruto muchísimo estas breves anécdotas de viaje!! En su lugar, Alicia, hubiese repartido el líquido entre los que me rodeaban, jamás lo hubiese dejado en el contenedor. Hace unas semanas debí dejar en el control de seguridad del aeropuerto de Montevideo unos chocolates, parece que desde Uruguay no pueden salir más de 100gramos (hasta ahora no he visto la reglamentación y nadie la conoce). Lo que más me indignó fue que los guardias se los deben haber comido! Siga con sus anécdotas, están excelentes!
Querida Laura, por muy balsámico que fuera el aceto, no dejaba de ser vinagre, así que dudo razonablemente que algún pasajero estuviera dispuesto a pegarse el lingotazo.
Pero teniendo en cuenta el precio, que cada quién lo usara para su ensalada!
Este verano, en Zavenstem, decidí comprar el souvenir más hortera de toda Bélgica para los compañeros del curro. Una bolita (minúscula) con el maneken pis, de esas que cuando las vuelcas, parece que nieva.
9€. La cajera del diutyfri, muy amable, me pregunta si hablo Francés; yo le digo que güi y ella me explica detalladamente que, por desgracia, como el bibelot lleva líquido, tiene que metérmelo en una bolsa precintada y que ni me se ocurra abrirla hasta salir de Barajas. Yo le digo que vale. La bolsa ha resultado mejor regalo que la horterada (lógico)
Joder con las medidas de los aeropuertos y joder con la psicosis colectiva.
A este paso, cuando pidamos una ensalada en el diutifrí y la queramos aliñar nos mirarán como si fuésemos terroristas...
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