De vuelta a casa. El avión en el que regresamos pertenece a una conocida compañía aérea de nombre Futura. Pa echarse a temblar, vamos.
Como es charter, va completo. Embarco por la rampa de cola y mi asiento está cucamente ocupado por el listillo de turno. Secamente le indico que desaloje, que el pasillo es de servidora.
El pájaro no deja de protestar. Que vaya mierda de avión, que está para el desguace, que si la mesita no se sujeta bien ...
En fín, animando al pasaje.
¡Si él supiera!
El viaje bien. Nos sirven los restos de stock de la célebre naranjada de Iberia. Como no podemos ver la fecha de caducidad, ya se sabe, ojos que no ven ...
El vuelo transcurre sin incidentes reseñables, hasta que el piloto anuncia que empezamos el descenso.
¿Se acuerdan de "Aterriza como puedas"? Pues háganse una idea. Parece que hemos cogido los restos de un tornado que ha pasado por Baleares. Menos que caigan las máscaras de oxígeno y que no llevamos una monja con guitarra, todo igualito.
Miro a Nico y está exactamente de color ceniza y con una bolsa de papel en la boca.
El vecino impertinente se ha callado.
Finalmente salimos de las nubes y vemos tierra.
Esperando el equipaje Pepe, el enganchao, comenta el miedo que ha pasado. Iba en los asientos de las puertas de emergencia y comenta que en las mismas, aun bajo varias capas de pintura, podían adivinarse caracteres árabes.
Nico sigue gris.
2 comentarios:
Casi parece el relato de un viaje de fin de curso contado por un profesor... casi...
Oh, perdón, donde está mi corrección política: O profesora.
O Profesor@, lo que implica que existe la palabra profesoro.
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