En 1955 Patricia Highsmith dio a luz a uno de los personajes literarios más inquietantes del pasado siglo.
Tom Ripley cuenta 25 años cuando hace su espectacular aparición en “El talento de Mr. Ripley”. Es un fracasado con talento que no ha podido demostrar. Su currículo como pequeño estafador de ancianos indefensos, además de ponerle en peligro, le hace considerar la alternativa de cambiar de aires.
La oportunidad se presenta cuando el acaudalado padre de un antiguo compañero de estudios le ruega que viaje a Italia para convencer a su vástago de regresar al hogar paterno.
De “El talento de Mr. Ripley” se hicieron dos versiones cinematográficas. La primera dirigida por el francés René Clement en 1960, con actores del fuste de Alain Delon, Maurice Ronet y la bellísima Marie Laforet.
Anthony Minghella revisita la historia 40 años más tarde y, curiosamente, sigue siendo moderna. Quizás los actores en esta ocasión no estén a la altura de las circunstancias, especialmente para los que nos estremecimos con la primera versión. ¿No es mucho más creíble Delon como brillante seductor, manipulador y asesino que el cotidiano Matt Damon?
Tom Ripley es un criminal sin castigo que salta de éxito en éxito. Tras su primer golpe reaparece en “La máscara de Ripley”. Highsmith le sitúa una década más tarde, felizmente casado con una rica y sofisticada francesa, residiendo en una mansión en los alrededores de Paris. Vive de “sus negocios”, algo ambiguos, como el negocio del arte. La trama será en parte aprovechada por Paul Auster en “Brooklyn Follies”. Un pintor de enorme éxito muere, pero el hecho se mantiene en secreto mientras que sus obras siguen saliendo al mercado y llenando los bolsillos de Ripley.
En 1974 Highsmith retoma el personaje en “El juego de Ripley”, llevada al cine por Win Wenders bajo el título de “El amigo americano”. En esta entrega el amoral Ripley tiene destellos de humanidad, pero que no son suficientes para compadecerse de su “víctima”.
“Tras los pasos de Ripley” nos revela a un personaje atrapado por su propio reflejo. La novela, de 1980, narra el intento desesperado de Tom por salvar a un adolescente en el que se ve en parte retratado.
La última aparición de este antihéroe exitoso es en 1991 en la novela “Ripley en peligro” que cierra el bucle que se inició con “El talento” y en el que los fantasmas que ha ido creando en novelas anteriores tratan de perseguirle. Pero Tom es un personaje respetable, conocido y bien relacionado, con un prestigio social intachable. Saldrá de nuevo indemne de sus tropelías.
Los crímenes de Ripley no son especialmente brillantes, más bien son fruto de la necesidad que de la planificación. Pero sabe salir indemne de toda investigación y su buen nombre no se ve empañado por sospechas.
Tom es frío, egoísta y se mueve siempre por su propio interés. Sin embargo, no es un asesino que resulte repulsivo al lector, que siempre espera que salga indemne de sus tropelías. Es un raro hallazgo de la autora imprimir ese carácter.
Patricia Highsmith murió cuatro años más tarde y la saga de Ripley concluyó.
Highsmith publicó otras muchas novelas inquietantes y un buen número de relatos más inquietantes todavía. Pequeños relatos de una crueldad estremecedora en los ámbitos más íntimos e insólitos. Una mujer con una mente tan retorcida y aguda que me hace pensar que jamás me quedaría con ella a solas.
8 comentarios:
Es un personaje que me cautivó cuando ví la película (la modrena) y tengo el libro original en la lista de próximos... me gusta esta clase de personajes psicológicos que van más allá de la pura maldad...
Efectivamente, Ripley es inteligente. No es un psicópata como el pijo de American Psycho. Es un hombre de éxito también, pero su éxito se fundamenta en su crimen primigenio.
Sus crimenes tienen dos orígenes: la rentabilidad o la protección. No comete asesinatos innecesariamente ni se complace en ellos. De ahí la fascinación que ejerce: son asesinatos para conservar su status y, salvo en muy puntuales ocasiones, no tiene ninguna clase de remordimiento.
Es un criminal impío, pero práctico. Tampoco es el asesino del tipo mafioso. Ripley no pretende ser más de lo que es ni busca que le teman.
No es un asesino vengativo ni cabreado. Es un hombre práctico.
De Minghella recuerdo con apasionamiento su banda sonora: Chet Baker, "TUo va lamericano", Miles Davis....
Qué maravilla en serio. Una gozada.
Gracias por este recorrido por el ciclo de Ripley.
Highsmith es otra más de mis asignaturas pendientes, pese a que siento interés por ella. Leí su ensayo sobre cómo escribir novelas de suspense y me pareció muy interesante.
Saludos.
He leído solo dos novelas de Patricia Highsmith. Tengo que decir que su lectura me produce una sensación que ninguna otra novela me ha producido: un rechazo que soy incapaz de describir. Mientras las leía sentía la necesidad de apartarme de ese lodazal ético que es Ripley. Nunca me he sentido identificada con los personajes de las novelas porque los observo desde la distancia que me permite (por suerte) la lectura; por este mismo motivo, tampoco he sentido nunca un rechazo visceral por ninguno de ellos. Sin embargo, Ripley, sus motivaciones para delinquir, su egoísmo repulsivo, consiguen que me quiera alejar de él como si fuera alguien que me pueda hacer daño con su mezquindad disfrazada con buenos trajes y refinados gustos. Ya sé que esto es irracional, pero… a lo mejor la Sra. Highsmith se hubiera sentido elogiada si hubiera sabido que un personaje suyo puede conseguir traspasar la barrera racional de una lectora a la que hace sentir genuino desprecio hacia Ripley, al que “percibe” como si fuera de carne y huesos.
Saludos.
Patricia Highsmith amaba a Dostoievski y nosotros la amamos a ella... aunque, como bien dices, siempre habríamos evitado una cita a solas. Ripley es uno de los personajes mejor trazados, más perdurables de la novela moderna. Quedará, sin duda alguna, y - lo que es más inquietante - sin que pueda reducírsele, convertírsele en un caso, en una simple explicación, dada su complejidad, muy bien planteada en tu esclarecedor, acertadísimo texto.
Coincido en gran parte con pieldivina. He leído también dos novelas de Highsmith aunque no son de Ripley. "Ese dulce mal" es de lo mejor que he leído, pero su lectura fue un sufrimiento, ninguna otra novela me ha producido esa fascinación y ese desagrado al mismo tiempo. Tarde en repetir. "La celda de cristal" la empecé a leer al irme a la cama a las once de la noche (no tenía mucho sueño), a las cinco de la madrugada cerré el libro después de haberlo acabado (me quedaban dos horas para dormir).
A los que han visto sólo la película, recomiendo leer el libro. Entonces podréis ver de verdad cómo es el verdadero Ripley, conoceréis muchas cosas nuevas. Para mi gusto, la película no refleja la historia ni el personaje. Pierde emoción que en el libro sobra.
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