Viene una compañera de trabajo toda orgullosa con una iPod que se acaba de comprar.
- Explícame como funciona.
- Lo primero es abrir la caja, sacar el manual de instrucciones y leerlo.
Cara de asombro.
- Lo primero, le digo, tienes que bajar el iTunes.
- Ya, pero yo sólo quiero poner aquí la música de unos cd's.
- Lo primero es bajar el iTunes.
- Pero sólo quiero ... etc.
Respiro hondo y me muerdo la lengua antes de preguntarle cómo coño quiere poner la música de un cd en la iPod, porque el tamaño no da para introducir un cd, ni tiene ranura ni nada de eso.
- A ver, necesitas un ordenador. La música no se puede pasar directamente desde un cd. Para ello tienes que tener el programa iTunes, te lo puedes bajar de internet.
Vuelve al cabo de un rato.
- Tengo un problema, entro en esa dirección, pincho en descargar el programa y me sale ...
- No puedes bajarte un programa de internet en el ordenador de la empresa.
- ¿No?
- No. No están autorizados más que los adminstradores del sistema.
- Entonces, ¿cómo lo hago?
- En tu casa.
- No tengo ordenador en casa.
- Pues vete devolviendo la iPod.
Me mira con cara de cordero degollado esperando que me ofrezca a llenarle la iPod, pero permanezco con la boca cerrada. Tras un minuto de silencio, agrega:
- Iré a casa de una amiga.
- Bien, si lo haces a través de cd's, tardará un poco más, ya que tiene que reconvertir los archivos en mp3.
Cara de extrañeza máxima.
- Tranquila, el iTunes lo hace automáticamente, sólo que tardará un poco más.
Se queda mirando el chisme con cara de cabreo. La iPod le trae más quebraderos de cabeza de lo que pensaba, y eso que se supone que ella pertenece a la generación tecnológicamente más avanzada.
Internamente me invade la vanidad y me siento un poco bruja.
2 comentarios:
Jua jua, a mí también me pasa eso (lo de sentirme un poco cabroncete) Pero la muestra de madurez esencial que yo estoy empezando a alcanzar a durísimas penas es la de ser capaz de mantener la boca cerrada.
Ni bruja ni nada, Alicia. La chica se lo merece, tanto "aipo" y tanta tontería.
Es que odio el aparatito, que hace lo mismo que un mp4 pero costando mil veces más. Eso sí, quien lo lleve debe preciarse de ser un privilegiado (nótese la ironía): no todos podemos ni queremos pagar alegremente los eurazos que vale este cacharro.
En fin, la vida moderna...
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