Vaya por delante que no he visto ni la mitad de la filmografía de Tommy Lee Jones. Tendría que ser crítico de cine o una auténtica adicta. Ha participado en cerca de medio centenar de películas que van desde éxitos de taquilla hasta verdaderos bodrios (que también han sido éxitos de taquilla)Con ese rostro plagado de cráteres y profundos pliegues tiene que estar bien cotizado su trabajo, que además suele ser impecable, o al menos, adecuado. Es difícil hacer una interpretación memorable cuando la película se llama “Volcano”.
Es un hombre de presencia física poderosa, y es que con esa cara tortuosa no hay más remedio. No pasa desapercibido.
Sin embargo, en antiguas fotos suyas, con una imagen más juvenil resultaba atractivo.
La popularidad le llega con su papel de implacable perseguidor de Richard Kimbale (en la piel de Harrison Ford) en “El fugitivo”, que le hace merecedor de un Oscar. Repetirá personaje, ya más anquilosado en una cosa a mayor gloria de Wesley Snipes y sus piruetas. Tiene también otro apreciado premio en sus manos, un “Emmy” por el papel del condenado a muerte Gary Gilmore en la mini serie “La canción del verdugo”. La obra tenía todos los números para triunfar, ya que se basaba en un libro de Norman Mailer que consiguió el Pulitzer. Ya sé que es un hecho conocido, Mailer siguiendo los pasos de Capote. (Gary Gilmore protagonizó un hecho insólito: condenado a muerte, exigió repetidamente ser ajusticiado)
Si “El fugitivo” le hace popular, “Men in Black” le lanza al estrellato, esta vez en compañía de Will Smith, una de las parodias de ciencia ficción más escacharrantes, a pesar de la verborrea y el recital de gestos de la antigua estrella televisiva. Jones está sencillamente sensacional en su papel de agente más allá del bien y del mal, ante todo eficaz.
Comparte cartel con el mismísimo Clint en una peli crepuscular de ancianos astronautas: “Space Cowboys” y va dejando aquí y allá interpretaciones sólidas en decenas de películas.Mi favorita, sin embargo, es “Las cosas que nunca mueren”, con la estomagante Jessica Lange, como siempre excesiva y que obtuvo un Oscar por su papel de esposa infiel y dipsómana, y también en la película de Oliver Stone “El cielo y la tierra”. Ambas en la piel de un militar, como vuelve a interpretar en el film de William Friedkin “Las reglas del compromiso”, una especie de “Algunos hombres buenos” más descarnada, más crítica y con unas interpretaciones de alto nivel, con un Tommy Lee feo y convincente en comparación con el vacuo Tom Cruise.
Tommy Lee Jones es uno de los pocos actores que puede presumir de haberse graduado en literatura inglesa con calificación cum laudem en Harvard.
Se ha estrenado su primera película como director, “Los tres entierros de Melquíades Estrada”, una historia de frontera que todavía no he tenido la oportunidad de ver.
Estoy de vacaciones. Es decir, no voy al trabajo por cuenta ajena que mensualmente me ingresa una cantidad razonable. Dado que mi jornada se extiende de 8 de la mañana a 7 de la tarde (con dos horas de descanso que la empresa suele aprovechar para ponernos cursos y esas cosas de formación continua) estos días los aprovecho para hacer esas labores cotidianas que nunca tienes tiempo y menos ganas de hacer en fin de semana.
“La lista de los reyes godos era más amplia que la que miles de niños españoles aprendieron de memoria en la escuela. Iudila, Sindila, Suniefredo y Ardo, no figuraron nunca en la letanía que recitaron de carrerilla durante generaciones”, asegura hoy
Entre las nuevas tradiciones navideñas –es decir, que no son tanto tradiciones como costumbres recientemente adquiridas- destaca la comida (o cena) de empresa. Desde hace unos años a los BBC (bodas, banquetes y comuniones) hay que añadir esta variedad de negocio hostelero.





Le vi por primera vez en su debut cinematográfico y se me quedó clavao. Aquel malo, malísimo, desalmado, cruel y perverso terrorista de La Jungla de Cristal y que en su última secuencia se comía vivo a Bruce Willis. Y eso que entonces ya había cumplido los 40.




































