lunes, julio 03, 2006
Muertos y fastos
No tengo ganas de hacer comentarios sobre lo sucedido hoy en Valencia. Sé que si me pongo a ello acabaré soltando espumarajos por la boca. Me acordaré de las genealogías de todos los irresponsables políticos que intentan convencernos de que vivimos en Oz, la hermosa ciudad esmeralda, cuando todo es cartón piedra, fumarolas y vertederos.
Me niego a imaginar siquiera el horror que se ha apoderado de ese túnel –como si fuera una atracción de feria: el túnel de la muerte- del pánico de los allí atrapados; de la muerte rezumando por cada hierro.
Tampoco confío en un gesto de gallardía por parte de los irresponsables. Seguramente la culpa será de otro o, mira tú por dónde, los designios del Señor son inescrutables y sólo nos queda la resignación y el llanto.
Pero estoy segura, eso sí, que exigirán que este “trágico accidente” –tendrán la cara de calificar así su desidia- no se use electoralmente, ahora que estamos a ocho meses de las elecciones municipales.
Los muertos no pueblan la Dársena Interior dónde se da cita el glamour de la America’s Cup –nunca Copa América que tiene resonancias cutre-futboleras- ni sacan abono para la temporada de ópera del inaugurado e inacabado Palau de les Artes (a 1.500 euros más o menos el abono para ver nueve obras); ni se llenaron los bolsillos con la especulación inmobiliaria o la facturas falsas. No vieron un duro de los emolumentos bajo mano que se llevó Julio Iglesias ni participaron en el reparto de comisiones de Tierra Mítica. Tampoco intercedieron ante ministros por los negocios de Carlos Fabra.
Mientras tanto, Canal 9 pone una telenovela.
Eran ciudadanos tratados como súbditos.
A los vivos nos pedirán que sigamos confiando en ellos.
(Foto:Efe)
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8 comentarios:
Tocaya, recuerda que al otro lado del espejo también ocurren estas cosas.
Ya verás como dirán que la culpa la tuvo el maquinista.
Ánimo.
Rita ha dicho que a pesar de las medidas de seguridad siempre hay accidentes. Ya empiezan a lavarse las manos. El azar, las casualidades, los imponderables, etc... como pretexto para ocultar ineptitudes. El tren iba a demasiada velocidad y muchos de los viajeros asi lo habian percibido. Quizás algun irresponsable politico le dijo al conductor que no habia ningún riesgo de descarrilamiento puesto que se habian tomado todas las medidas de precaución habidas y por haber. Lo primero que hace un politico ante una catastrofe de este estilo es lavarse las manos y mostrarse consternado. Como si los ciudadanos necesitaramos saber su estado de ánimo. Más eficacia y menos protagonismo.
Entiendo tu enfado ya que cuando suceden por estos lares (y por otros) este tipo de "accidentes" yo reacciono igual.
Puedo jurarte que aquí (tan lejos de allí) las broncas son similares. Eso si, seguro que el culpable será el conductor colombiano.
Tal como canta Sabina ..."Juran testigos que fueron sudacas"...
Una tragedia.
Valencia ha sido un caos.
Las víctimas están agrupadas en un número, un número que ha ido creciendo a lo largo de la tarde.
El horror aún está por llegar... Vendrá con los detalles. Con las historias rotas que hay detrás de cada uno de esos números. Con el dolor.
Horrible. Qué pena.
A mí me parece de lo más estúpido que salga el político de turno (hoy, Camps), a la media hora, diciendo que "van a iniciar inmediatamente una investigación para determinar la responsabilidad hasta las últimas consecuencias, bla, bla, bla...". Creo que decirlo en ese momento es de lo más hipócrita, y que sólo demuestra una gran indiferencia personal y una preocupación rastrera por las repercusiones en su carrera...
En fin.
Un saludo.
Anilibis: La ciudad alegre y confiada es sólo una comedia.
Alexandrós: Acertó, por supuesto, culpar al muerto es cómodo.
Laura: ¡Qué dice! Un "sudaca" es difícil que llegue a conducir un metro.
Portorosa: Camps es que no da más de sí. Es fronterizo. Para que se haga una idea, cuando comenzó la crisis de la industria textil en toda su virulencia -con cierres diarios de empresas, regulaciones de empleo, expedientes de crisis ...- él se despachó con "el textil ES el motor de la industria valenciana". Los oyentes se preguntaban si ese señor se tomaba la molestia de leer los periódicos, cuyas páginas de economía parecían las de esquelas.
Kamante: Como habrás comprobado, ni siquiera son originales.
Kafka: Que ninguna de las víctimas esté cercana a mí -como le ocurrirá a usted- no mengua dolor ni indignación. Un abrazo, vecino.
Ánimo, mucho ánimo, y que la indignación no oculte el dolor por las víctimas.
Toda manipulación sobra, y será ahora cuando veamos la catadura moral de algunos de los que se llaman políticos.
De los fastos valencianos (Copa América y visita papal, por ejemplo), prefiero no opinar...
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