viernes, julio 07, 2006

Circo neocatecumenal





2 comentarios:

Alexandrós dijo...

Mi profesor de Hª del Arte me contó que una tarde veraniega, mientras pintaba un paisaje al óleo, se le acercó a curiosear una monja bellísima. Se le acercó tanto que sus mejillas se rozaron levemente y D. José, al sentir el hervor de la sangre se echó a un lado y le riñó: ¡Por favor, madre, no se da cuenta usted que además de monja también es una mujer! Ella se marchó ruborizada y él se quedó enamorado de ella para siempre.

Alicia Liddell dijo...

Las monjas bellísimas, por su rareza, son seres abominables. Me explico:

Hurtan su belleza al mundo.
Se niegan a los placeres mundanos, ellas, que tanto lucirían.
Los profanos secretamente piensan que es una lástima.
Los perversos se sienten espoleados a profanar su belleza, a competir con dios.
Provocan un sentimiento incómodo incluso entre su congregación que se pregunta que oscuro pasado les ha llevado al convento.

Una monja bella es hada o demonio.