viernes, julio 07, 2006

A la puta calle

Llama mi hija desde la biblioteca del Campus de Burjassot.

- Nos han echado de la Universidad porque van a dormir aquí los que vienen a lo del Papa.

Huelga decir que están en plenos exámenes finales.

- Tampoco puedo ir a la biblioteca de la Politécnica, también la han cerrado, así que me voy a ir a la del Hospital.
- No vayas, a partir de las 3 de la tarde se cierra todo el tráfico en Valencia.

El último examen de mi hija estaba previsto para hoy, pero los fastos papales obligaron a retrasarlo hasta el día 10 (se ha suspendido el servicio de metro y no por el siniestro de la calle Jesús). El cierre de las bibliotecas no hace más que echar leña al fuego de su indignación.

Mi marido ha tenido que cerrar la oficina a las 13 hs. La prohibición de tráfico es tal que hasta se han precintado los garajes, tanto públicos como privados hasta el próximo lunes.

Muchas empresas han dado libre hoy a los empleados ante el peligro de que se vieran atrapados en la ciudad, sin posibilidad de usar el coche hasta el próximo lunes. Hay que tener en cuenta que Valencia no es sólo el casco urbano, sino una enorme área metropolitana y el porcentaje de personas que trabajan en la ciudad y viven fuera es muy elevado. Y al contrario. La periferia de Valencia está plagada de polígonos industriales en los que trabajan vecinos de la ciudad.

Unos no podrían salir y otros no podrían entrar.

El desbarajuste que está provocando esta visita parece no tener límite.

Por cierto, sobre los ya 42 muertos del accidente del metro ya se dice poco y lo poco que se dice más vale que se callara.

42 muertos no deben empañar este esperado acontecimiento.

2 comentarios:

Fer dijo...

Puede que ni la alcaldesa, ni el arzobispo, ni el presidente de la Generalitat y ni siquiera toda la corte que acompañe al acto quieran sacar a relucir a los muertos: queda feo eso de desenterrar cadáveres.
Pero en el resto del país permanecen en nuestro recuerdo, y no hay millares de banderas vaticanas que los tapen, ni himnos coreografiados que acallen el llanto de sus familiares.
Que Dios -nunca mejor dicho- os pille confesados.

Isabel Barceló Chico dijo...

¡Los ciudadanos hemos sido secuestrados en nuestra propia ciudad! Parece un argumento para una película de ciencia ficción. Aunque a lo mejor, la ficción en realidad es la visita del Papa. Intuyo que hay mucho ruido y poquísimas nueces. Saludos cordiales.