miércoles, julio 12, 2006

Malditos


En una semana he colgado dos post sobre artistas muertos. Da la impresión de que el malditismo está estrechamente vinculado con la creación artística: suicidio, locura, depresión, uso de tóxicos …

Ignoro si estadísticamente la relevancia de estas conductas o la incidencia de las enfermedades es distinta del colectivo no creativo.

Si lo fuera no faltarán quienes vinculen esas diferencias al proceso creativo. De esa forma los artistas se convierten en seres dotados de dones alejados del común de los mortales. La creatividad se relacionaría con sinapsis anómalas, alucinaciones o melancolía.

El siglo pasado fue, desde luego, un sembrado de músicos suicidas y toxicómanos. Más allá de Jim Morrison, Janis Joplin o Jimmy Hendrix (es como una maldición que los nombres empiecen por J) existieron otros quizás menos conocidos en estas latitudes: Tim Buckley que murió de una sobredosis de todo y cuya trayectoria persiguió a un único hijo –un verdadero prodigio de la música- ahogado en un tributario del Mississippi.

Ian Curtis, 24 años. Se ahorcó en su casa días antes de iniciar la gira que debiera suponer el despegue de su banda. Alcanzó la gloria después de muerto, pero creo que ni vivo le hubiera importado demasiado, como en el caso de Jeff, que actuaba en pequeños cafés bajo nombre supuesto para evitar los inconvenientes de su recién nacida fama.

Kurt Cobian, 27. Tampoco pudo soportar vivir bajo presión, la fama, la heroína y la depresión. Un cóctel letal.

Los mismos años que tenía Brian Jones cuando apareció muerto en su piscina, después de haber abandonado el grupo que ayudo a crear y que todavía sigue saltando sobre los escenarios.

Están los que se salvaron de la quema: Tom Waits, Nick Cave, Lou Reed, Iggy Pop, David Bowie …

La absenta y el opio de los simbolistas se sustituyen por heroína. Poetas, músicos, qué más da.

6 comentarios:

Miguel Sanfeliu dijo...

La historia negra del rock, como la del cine y la de la literatura, es muy interesante. Tal vez sí que está unida la creatividad a las alucinaciones o, cuanto menos, a un punto de excentricidad.
Panero, ejemplo de poeta alucinado, dice en uno de los libros que compré hace poco (ya sabes, en la Feria):
"A pesar de todo la vida continuó, inexplicablemente".
Así es, en algunos casos.

Fer dijo...

La maldición de aquéllos cuyo nombre comienza por J: que se lo digan a Jesucristo...
Abandonando la senda blasfema, no termino de aceptar la asociación entre las drogas y el estrellato. La apología de lo psicotrópico es una mala enseñanza, pero aún si en nuestro inconsciente yace junto a la fama y al dinero. Banalizamos la muerte, beatificamos a esos genios enfermizos.
No rechazo sus legados artísticos (¿quién, en sus cabales, lo haría?), pero sí su comportamiento. No me valen las excusas del tipo "es que era un genio y los genios son así".
Muy buen artículo, por lo demás.

La independiente dijo...

Hola olvido,
Pues sí. La locura, los tóxicos y el genio a veces van de la mano.

Yo creo que es porque los genios necesitan más que los demás desconectarse de sí mismos. Se abruman. Y no se soportan.

O porque los oficinistas que inventan la vida en los libros mientras miran por la ventana (como Pessoa y sus heterónimos) tienen una biografía menos movida. Y menos divertida, claro.

Un saludo,
Xavie

Alicia Liddell dijo...

Veo las dos fotos, la de Syd y la de Jeff Buckley y me perturba tanta belleza.

Prefiero recordar a Syd con ese aspecto desvalido que en sus últimas fotos. Como digo, Syd llevaba muerto desde 1970, pero se ha hecho oficial ahora.

Francisco Ortiz dijo...

El caso de Ian Curtis le pone a uno los pelos de punta: ¿la suerte de verdad existe?, me pregunto. La mala suerte seguro que sí.Panero podría darnos una charla al respecto.

El Miope Muñoz dijo...

Para mí empieza el jazz a asentar la categoría de mitos autodestructivos ; después elr rock hereda este papel. Y yo creo que hay una muerte que verdaderamente lo cambió todo, vale para que todo siguiera igual o peor o mejor: la de Jim Morrison.

Teorías mías.