sábado, julio 08, 2006

Tristan Egolf


De entre los escritores “sucios” americanos me seduce especialmente Tristan Egolf.

Sólo existen dos obras suyas editadas en España, que yo sepa: “El amo del corral” y “La chica y el violín”, ambas en Mondadori. Tengo entendido que existe una tercera que estaba en imprenta cuando Egolf se quitó la vida hace algo más de un año, cuando contaba 33.

“El amo del corral” se publicó cuando contaba 27. Parece el caso de un escritor precoz. Una primera novela excepcional que prometía una larga carrera.

Egolf, al contrario que John Kennedy Toole, sí que conoció en vida no sólo su obra publicada, sino también una crítica absolutamente rendida.

Su breve biografía –si es cierta- resulta pintoresca. Hijo de unos hippies americanos ve la luz nada menos que en San Lorenzo de El Escorial. Antes de cumplir 20 años se enrola en una banda punk, vaga por Europa y en París, tras quedarse sin compañía musical, toca el saxo en las orillas del Sena.

Dice la biografía oficial que es allí, en París donde vive casi como un indigente, conoce a la hija de Patrick Mediano. La muchacha –a quien parece luego rendir homenaje en su segunda novela bajo la capa de Louise Gascoygne- lee el manuscrito de “El amo del corral” y deja la piel en convencer a su padre que la publique. Otra versión asegura que lo que tocaba Egolf era la guitarra. En cualquier caso, parece probado que hubo un instrumento musical de por medio. Mediano hace de padrino en Gallimard.

Resulta un éxito inmediato.

Su segunda novela, “La chica y el violín” es más caótica que la primera. La tercera, Kornwolf, aún no ha visto la luz.

En esos seis años Egolf había compuesto música, grabado un disco con su banda, terminado una ópera rock y participado en el guión cinematográfico de “El amo del corral”.

El mito parece comerse al autor, pero “El amo del corral” es una magnífica novela, extravagante, sucia, marginal, desatada, una novela que concluye en una ordalía de destrucción vengativa como pocas se han escrito.

La miseria de las poblaciones americanas del Medio Oeste -lejos de las ídílicas versiones en technicolor a las que estamos acostumbrados- se retrata aquí en minas abandonadas, mataderos de pollos atendidos por espaldas mojadas, negocios infectos de recogidas de basura, tabernas apestosas, urinarios nauseabundos, viviendas ruinosas con una barbacoa en un jardin-vertedero, sectas religiosas cuyo dios es la rapiña ... todo ello regado con abundante alcohol de alambique.

La figura de Tristan Egolf no se limita a la escritura y la música. Dedicó sus últimos meses a una intensa actividad política que le llevó a los tribunales acusado de un delito federal por quemar a Bush en efigie.

Ya sólo por eso me cae de puta madre.

4 comentarios:

Miguel Sanfeliu dijo...

Muy buena recomendación.
Tengo este libro, pero no lo he leído. Se me quedó en el montón de los pendientes. Lo rescato y me propongo llevármelo conmigo este verano. No sé cuántos voy a meter en la maleta.
Lo compré porque también a mí me sedujo la historia del escritor bohemio, que toca música en la calle, y es descubierto nada menos que por la hija del escritor Patrick Modiano. Un cuento de hadas, vamos. Pero el final de este cuento fue especialmente trágico.
Un saludo, vecina.

malambruno dijo...

Estupendo post, Alicia. Una vida mítica la de este paisano mío (¿de verdad era de San Lorenzo del Escorial?). Otro libro para el verano.

Alicia Liddell dijo...

Sí, lo era. No sabia que era escurialense. Un magnífico sitio para vivir. Enhorabuena por el Auditorio, no vea qué envidia me da: ¡Gardiner!

malambruno dijo...

En realidad sólo soy de Madrid. Aunque lo más parecido que tengo a esos sentimientos patrios que exhiben los nacionalistas es la nostalgia de los veranos al ládito del Escorial, con sus días calurosos y sus maravillosas noches.