sábado, septiembre 30, 2006

De filias (II): Bomarzo

De Bomarzo me sedujo la portada.

Hasta bien entrado el siglo XX la portada de los libros –si la tenían- se reducía al nombre del autor y título de la obra. En muchísimos casos eso iba sólo en el lomo. Los pulp y las ediciones populares introdujeron las ilustraciones en las portadas que luego se extendieron a las ediciones de más empaque. Alianza Editorial fue pionera en contratar a un excelente diseñador, Daniel Gil, para realizar las portadas de su colección El Libro de Bolsillo.

Otras editoriales empezaron a introducir el diseño en las sobrecubiertas, dejando la portada a la antigua. Así que la sobrecubierta empezó a ser un reclamo publicitario, un gancho de atracción para la adquisición de la obra. Además servía para conservar las tapas en buen estado mientras se leía el libro. Cuando era depositado en la estantería podía ser despojado de la sobrecubierta y lucir su elegante encuadernación, convirtiéndose en un objeto decorativo.

Seix Barral solía poner fotografías en las sobrecubiertas y las mantuvo cuando las eliminó y las transformó directamente en las portadas. La sobrecubierta también sirvió para introducir las solapas donde aparece un breve resumen de la obra, unas pinceladas sobre el autor o los libros de próxima aparición.

Más adelante el diseño editorial evolucionó. Alfaguara contrató a Enric Satué quien tuvo el encargo de conceptualizar toda una colección. Satué indicó desde la tipografía al tipo y gramaje de papel.

La portada de Bomarzo es el retrato renacentista de un caballero o noble italiano sentado en una mesa de estudio y pasando las páginas de un libro. Aunque la portada pone el cuadro de Lorenzo Lotto en la perspectiva de espejo.

El cuadro es una auténtica belleza.

Yo, que no había leído nada de Múgica Laínez, compré el libro que se inicia con la descripción física del narrador, el conde de Orsini, en base al retrato de Lotto.

Llegué a odiar a Múgica Laínez, lo confieso. Odié la elegancia, la perfección, lo jodidamente bien que escribía. Leía casi compulsivamente la vida de ese ser vengativo y amargado, aunque buenas razones tenía. Me sumergí en la belleza de la Florencia de los Médici; en la opulencia de la Roma del Papa Rey, pero sobre todo, en la construcción del bosque de Viterbo.

Ignoro si la Italia del primer tercio del siglo XVI era así, pero merecía serlo. Los enfrentamientos entre las grandes familias, el poder que daba tener un pariente en la curia, las conspiraciones para poner o quitar Papa, las alianzas políticas de las ciudades con los grandes estados europeos emergentes … y las miserias del conde de Orsini y su absoluta adoración de la belleza que le era negada.

Bomarzo es una de esas novelas que me impulsan a conocer el escenario en el que se desarrollan. Todavía no he estado allí, pero estaré en ese parque que ha fascinado a tantos artistas.

P.D.: Hoy, 8 de octubre, el suplemento El Viajero de El País dedica un reportaje a Bomarzo

10 comentarios:

sfer dijo...

"Además servía para conservar las tapas en buen estado mientras se leía el libro. Cuando era depositado en la estantería podía ser despojado de la sobrecubierta y lucir su elegante encuadernación."

Vaya... y yo haciéndolo al revés todo este tiempo. La cubierta se quedaba en casa porque siempre acabo doblándola o rozándola, y solo se la vuelvo a poner al libro cuando lo he terminado y lo devuelvo a su sitio en la estantaría. Efecto espejo, igual que la portada de tu segunda filia, que no conocía pero que apuntado queda :-)

Miguel Sanfeliu dijo...

Sigo con interés la relación de sus filias, Sra. Liddell.
Ésta no la he leído, aunque debo tener el libro por alguna parte. Tal vez me anime.
Saludos.

El Miope Muñoz dijo...

Qué sección!!! Me gusta.. me gusta...

Anónimo dijo...

¡2ª Filia, segundo acierto!
Lo leí en 1986 y aún recuerdo la atmósfera que logra crear Mújica. Espero impaciente la tercera

Luis Rivera dijo...

Hace unos 20 años, en un viaje de fFlorencia a Roma en coche, para coger un avión en Fiumicino, pasé cerca de Bomarzo y no pude resistir el impulso. Fuí a ver el jardín. He vuelto en otras ocasiones, creo que tres. Son las peregrinanciones de cada uno, las del propio renacimiento. De Mújica Laínez recomiendo un librito espléndido, apenas 150 páginas: "Un novelista en el Museo del Prado" Toines razón, Alicia, no se le puede perdonar a Mujica Laínez escribir tan bien.

(Un novelista en el Museo del Prado. Seix y Barral. Biblioteca Breve)

Anónimo dijo...

Un gran libro, muy recomendable.

Clara dijo...

Para mi Bomarzo és un libro horrible,pero horrible. Y un novelista en el museo del prado la cosa más aburrida y absurda que se pueda leer. No entiendo en absoluto porque Mújica Laínez sale en las antologías. És un escritor carente totalmente de ternura, es cruel, frío. No me gusta nada y no comprendo como la gente puede leerlo y disfrutarlo, cuando no aporta nada de humanidad. En fin.

Portarosa dijo...

A mí me gustó muchísimo, Bomarzo; y después de él leí varios más de Mujica Lainez, y todos me encantaron.
De este autor yo he leído que no llega a ser de primera fila por cierta falta de fuerza, por quedarse en una formalmente perfecta prosa pero no arriesgar, no aportar nada más (¿nada más...?). No seré yo quien lo discuta, pero lo cierto es que yo he disfrutado mucho con los tres o cuatro títulos que le he leído.
Te recomiendo -si es que no lo has leído ya- El gran teatro, que narra lo que ocurre en el Teatro Colón de Buenos Aires durante una representación de Parsifal. Es magnífico.
O cualquier otro.

Un abrazo.

Alicia Liddell dijo...

Gracias, Porto, no lo he leído. Creo que tengo casi toda la obra de Múgica: El Unicornio (que me da la impresión que ha inspirado algo la película "El reino de los cielos"), El escarabajo, Un novelista en el Museo del Prado, El laberinto (la que me parece más floja), La Casa, Los Ídolos ... Buscaré El gran teatro.

pazzos dijo...

Completamente de acuerdo en lo de "lo jodidamente bien que escribía".
Sólo he leído la mitad de El escarabajo (no logré superar el ecuador del libro pero es una maldición que me persigue desde hace tiempo).
No he encontrado una prosa más densa, matizada y rica que la de Mújica Laínez (Bueno San Borges aparte). Tengo cierta debilidad por los autores barrocos y palabreros (Nieva, Carpentier) y puedo entender que haya gente que no lo soporte pero fueron una delicia insuperable los capítulos del escarabajo en Egipto.

Leeré Bomarzo (hasta la mitad, claro)