domingo, septiembre 03, 2006
La leyenda
Agassi en Cincinnati
Ha dicho que se va, un día de estos.
Y mientras espera la derrota que le retirará demuestra lo que es: un mito.
Un mito que ha engrandecido en la madurez. Desde el día que se cortó la larguísima cola de caballo y se afeitó la cabeza.
Desde el día que alguien, posiblemente Gil Reyes, le hizo ver que no podía desperdiciar tanto talento.
Desde el día, los días, que le dieron las fatídicas noticias de que su madre y hermana padecían cáncer.
Desde el día que se planteó que su matrimonio con una estrellita de Hollywood había sido un error mayúsculo.
Entonces, con 29 años –un jubilado casi- se puso las pilas. Se pasó horas entrenando, dejó de perder en las primeras rondas y el fenómeno volvió. Y volvió mucho mejor.
Dejó de ser el chico rebelde, para demostrar que no sólo es un enorme deportista, sino que es una buena persona. Y en esa vuelta, cuando todos decían que estaba acabado, ganó otros cinco Grand Slam -tiene nueve en sus vitrinas y es el único tenista en activo que los ha ganado todos-, fue finalista en otros siete y se aburrió de ganar masters series.
En el proceso se encontró en el camino con una rubia prodigiosa que le debió imbuir en valores como la constancia, el sacrificio y el orden.
Su bonhomía le llevó a crear una fundación para ayudar a niños desfavorecidos, abandonados o maltratados. A pesar de su impecable trayectoria como deportista y como persona, el jurado de los Príncipe de Asturias no lo consideró merecedor del premio.
Ahora, mientras espera que algún veinteañero le retire, se agarra a la pista, a pesar de los dolores de espalda. Los jóvenes jugadores saben que ganarle es un reto, es vencer a un ídolo, y cuando lo hacen parecen sentirse culpables. Si, por el contrario, son derrotados parecen felices. Nadie quiere ser el villano.
Y como nadie quiere que se retire, la lluvia se ha conjurado para retrasar ese momento.
Se despedirá con lágrimas, haciendo reverencias y lanzando besos con las dos manos al público que le adora. En el palco, su mujer y sus hijos le aplaudirán emocionados.
Es leyenda.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
8 comentarios:
Después de leerte me entran ganas de aficionarme al tenis. Parece un poema.
Saludos.
También tengo mis mitomanías y fobias tenísticas, así que no me tiente.
Me encanta desde que lo ví con los pelos teñidos y sus tejanos cortados en un partido de tenis... Admirable su esfuerzo... Yo también me inclinaré ante él cuando diga: adiós...
Alicia: mi afición al tenis solo es equiparable a mi escaso nivel de éxito en él: enorme. Agasi ha sido para mi, desde que le vi asomarse por la tele a los torneos, el chico que se hace hombre (lo que tienen los campeones es su visibilidad) en el mejor sentido deportivo de la palabra.
Me gusta mucho tu entrada, porque le hace justicia, y a los demás nos propone un ejemplo, de los que andamos escasos, probablemente.
21 de marzo de 2004, aeropuerto de Praga. Cinco y pico de la madrugada.
En una pared, un anuncio de T-Mobile. Primeros planos de Graff y Agassi; bajo ellos, la leyenda: Tvuce jako doma.
Mi gran amigo Sebas, el señor Palmer, poseído por el sueño y el cabreo, sólo atina a decir:
- No sabía yo que éstos se dedicaban a la doma de jacos...
---
Perdónenme la morcilla, pero se me ha venido a la cabeza tras esta merecida loa a Agassi.
Un señor, en serio.
Asi es la grandeza...y Agassi es grande, pero una parte de lo que narra me suena a Marcial Lafuente Estefania: el más rápido, envejecido, tarde o temprano retirado por el joven aun más rápido. Pero hoy toca baloncesto: oe, oe, oe, oeeeee...(A falta de éxitos futboleros buenos son los del baloncesto ¿no?)
A ese sí que le sienta bien la calvicie rapadita.
(tampoco sabía qué más decir)
besos
De baloncesto he dejado mis comentarios en el blog de Fer, que sabe mucho más que yo.
Publicar un comentario